MUNDO
Inversión extranjera se desplomó en Latinoamérica en 2020
Latinoamérica fue la región en desarrollo donde la pandemia perjudicó más a las inversiones extranjeras: cayeron un 45 %, por encima del 35 % de media mundial, revela un informe de la ONU que prevé una lenta recuperación.
El estudio anual de la Conferencia de la ONU sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), que actualiza datos de principios de año, indica que América Latina recibió 88.000 millones de dólares en inversiones extranjeras directas, lejos de los 160.000 millones de 2019.
En contraste, el flujo de inversiones en África bajó un 16 %, en Asia incluso subió un 4 %, y como media en las economías en desarrollo la caída fue de sólo el 8 %.
“Las economías latinoamericanas enfrentaron un colapso en la demanda de exportaciones, la caída de los precios de las materias primas y la desaparición del turismo, lo que provocó una de las peores contracciones en la actividad económica en todo el mundo”, explicó el director de inversiones y empresas de UNCTAD, James Zhan.
En Brasil, la recepción de inversiones cayó un 62 %, para totalizar 25.000 millones de dólares, afectada esta economía por la menor entrada de capital en extracción de petróleo y gas, suministro de energía y servicios financieros.
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Especialmente dramático fue el caso de Perú, donde una de las peores recesiones económicas del mundo, combinada con la inestabilidad política, provocó que las inversiones se desplomaran: de 8.000 millones de dólares en 2019 se cayó a 982 millones en 2020.
Mayor resiliencia en México
En Centroamérica el descenso fue algo menor, de sólo el 24 %, debido sobre todo a la situación en México, donde a causa de ganancias reinvertidas la inversión extranjera sólo se redujo un 15 %, hasta totalizar 29.000 millones de dólares el pasado año.
Para 2021, la UNCTAD espera que los flujos de inversión hacia y desde Latinoamérica se mantengan a un nivel bajo, y vaticina que no recuperen niveles previos a la pandemia hasta 2023, un año más tarde de lo apuntado por las predicciones a nivel global.
“Los inversores extranjeros (en Latinoamérica) se centrarán en la energía limpia y los minerales críticos para ella, impulsados por un nuevo progreso mundial hacia una recuperación sostenible”, prevé el informe de Naciones Unidas.
La inestabilidad política y social de algunos países latinoamericanos añade sin embargo aún más incertidumbre a todas estas previsiones, señala el organismo, cuya Secretaría General asumirá próximamente la costarricense Rebeca Grynspan.
A nivel global, la inversión foránea directa, que ascendió a un billón de dólares (un tercio menos que el billón y medio de 2019) cayó de manera más pronunciada en los países desarrollados (un 58 %), especialmente en Europa (80 %), aunque también se espera que la recuperación sea más rápida en esas economías.
Por países, Estados Unidos (EE.UU.) fue el que atrajo mayor inversión en 2020 (156.000 millones de dólares), aunque China, en segunda posición, recortó distancias y recibió inyecciones extranjeras de capital por valor de 149.000 millones de dólares.
En tercer lugar se situó Hong Kong (territorio chino pero independiente de éste en materia económica y comercial), con inversiones de 119.000 millones de dólares, y otras dos economías asiáticas, Singapur y la India, se situaron en cuarto y quinto lugar (91.000 y 64.000 millones de dólares, respectivamente).
El país latinoamericano que más inversiones atrajo el pasado ejercicio fue México (novena posición mundial), con los 29.000 millones antes mencionados, seguido de Brasil (undécima posición), con 25.000 millones.
China fue el país desde donde se produjo una mayor salida de inversión, según la UNCTAD (133.000 millones de dólares), seguido de Luxemburgo (127.000 millones de dólares) y de Japón (116.000 millones de dólares). Aquí, Chile destacó en decimoséptima posición, con una salida de inversiones por valor de 12.000 millones de dólares el pasado ejercicio, superior a los 9.000 millones de 2019.
A nivel global, UNCTAD estima que para este año la inversión extranjera aún será un 25 % menor a la de 2019, último año antes de la pandemia. También subraya que las perspectivas de crecimiento en 2021 y 2022 siguen rodeadas de incertidumbre, pues dependerán de posibles recaídas de la pandemia, el impacto potencial de planes estatales de recuperación económica en la inversión o presiones políticas.
(Con información de DW)