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Irreconocible: así luce Jessica Gaude, antes conocida como “la niña más obesa del mundo”
La menor estadounidense llegaba a consumir al día hasta 10.000 calorías y, en un punto, sus piernas tenían mayor dificultad para los desplazamientos e incluso para mantenerla en pie.
Los problemas de peso pueden aparecer sin importar la edad, pero cuando este aumenta lo hace también la dificultad para sobrellevar sus efectos. Llevar un estilo de vida saludable (que incluye una alimentación balanceada y acostumbrar el cuerpo al ejercicio) puede representar todo un desafío para un sinfín de personas en el mundo.
El peso fue precisamente la carga que enfrentó Jessica Gaude, una joven estadounidense, para quien la balanza llegó a registrar 420 libras (190 kilos) a sus ocho años, informó The Sun. El día a día se convirtió en una pesadilla, pues sus piernas empezaron a encorvarse, porque cada vez era más complejo resistir el peso de su propio cuerpo.
No en vano empezó a ser conocida como la niña más obesa del mundo, un calificativo que, según medios internacionales, le generó complejos por las burlas que recibía de sus compañeros en el colegio. En un punto, tenía que ingeniárselas para poder movilizarse y su dependencia era cada vez mayor.
Jessica Gaude: World's fattest child loses weight without surgery, sheds 320 pounds - MEAWW https://t.co/O0RE8wmS4z pic.twitter.com/qwlg9L3yAk
— LotusThree LLC (@LotusProfession) December 30, 2021
Caroline, la mamá, cuenta que acumulaba cada dos horas la comida que su hija quería consumir; en caso contrario, sabía que la respuesta sería una “pataleta” si no accedía a sus peticiones. Las papas fritas y hasta 15 hamburguesas diarias hacían parte de lo que aceptaba sin regañadientes, así como chocolate blanco y piezas de pan.
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“Los padres cometen errores”
“La estaba matando sin saber”, recuerda la progenitora de Jessica, quien afirma no haber sido consciente de las señales y alcance sobre la salud de la pequeña. En una entrevista con un medio local, dijo que “nunca se dio cuenta de que era grande” y que de haber seguido las cosas así “habría comido hasta morir”, recogió The Sun.
El aumento de tallas le trajo consigo dificultades para respirar y no hubo otra salida más que llevarla de urgencia al Hospital de Niños del Este de Tennessee (sur estadounidense). Su estado ya era crítico e hizo que Caroline se hiciera cuestionamientos: “Todos los padres cometen errores, no hay padres perfectos”, dijo, y agregó: “pero cometí errores que podrían haber costado la vida de mi hija, y tengo una gran culpa”.
De hecho, el personal médico advirtió que la vida de Jessica corría peligro y que sus huesos se estaban deteriorando. Una vez se decidió que la menor debía entrar cuanto antes en tratamiento en un instituto de obesidad en Virginia. La asistencia (basada en un cambio de comida y ejercicio) permitió que perdiera 145 kilos sin necesidad de cirugías.
No fue una tarea sencilla, la “guerra” para dejar atrás los bocadillos estaba presente, pues como la misma niña reconoció posteriormente “era adicta a la comida”. Las restricciones empezaron a aplicarse y no tenía aval para disponer de refrigerios sin supervisión.
Como parte del tratamiento, Caroline también tuvo que asistir a clases programadas para padres, y a su hija se le recomendó unirse a sesiones de fisioterapia casi toda la semana. A la hora de hacer mercado, la lista implica, hoy en día, una cuidadosa selección de productos bajos en calorías.
Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la región de las Américas tiene la predominancia más alta de obesidad o sobrepeso con un 62, 5 % de los adultos que la padecen. Cálculos hechos por la OMS, el Banco Mundial y UNICEF revelan que la enfermedad la sufren un 33,6 % de menores entre los 5 y 19 años y un 7,3 % en un rango inferior a los 5 años.