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Joe Biden, con el sol a sus espaldas
A Joe Biden el mundo lo juzga severamente por el caos en Afganistán. Con los talibanes y Estado Islámico fortalecidos, la amenaza terrorista está más viva que nunca. Sus aliados se comienzan a apartar y se desploma en las encuestas domésticas.
La tragedia del aeropuerto de Kabul cae inmisericorde sobre los hombros de Joe Biden. El jueves por la tarde, el presidente tuvo que poner la cara, apesadumbrado, mientras el mundo lo miraba con recelo. La decisión de retirar las tropas de Afganistán cada vez le cuesta más caro. Biden habló con una fuerza que no se le había visto en el pasado. “Los vamos a cazar y los vamos a hacer pagar... No perdonaremos, no olvidaremos”, aseguró. Agregó que garantizará la evacuación de los miles que faltan por salir y prometió que Estado Islámico no ganará.
El tono y el mensaje parecían un déjà vu de las declaraciones, en su momento, tras el atentado de las Torres Gemelas, que, precisamente, provocaron la misión estadounidense en Afganistán. Después de 20 años de guerra, el saldo que Biden tiene en sus manos es trágico. El caos se apoderó del aeropuerto, último bastión en control de Estados Unidos.
La fecha del 31 de agosto, que daba la esperanza de unas salidas masivas, se volvió una promesa vaga. Los afganos sufren lo indecible al intentar huir de su país: estampidas y tiroteos, que tan solo al cierre de esta edición dejaban más de 100 muertos y 210 heridos. Y los dos mayores enemigos de Estados Unidos, Estado Islámico y los talibanes, muestran los dientes y el enorme poder para hacer daño.
La palabra de Biden quedó sin peso. Luego de asegurar que no se “arrepentía” y de prometer una salida tranquila del país, debió reconocer que se trataba de “una de las evacuaciones más grandes y difíciles de la historia” y no podían tener control de todo.
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Las advertencias sobre este caos le habían llegado por decenas. El primero que la había hecho fue, paradójicamente, Boris Johnson, uno de sus grandes aliados. El primer ministro británico había dicho que tenían información creíble sobre un ataque terrorista inminente. La prensa inglesa aseguró que la situación con la Casa Blanca es tan tensa que Biden le rechazó varias llamadas. Al lado de la tragedia del aeropuerto, otra amenaza se concretó: los ataques suicidas. Con estos asesinaron a 13 miembros de las Fuerzas Armadas americanas.
Biden intentó echar el espejo retrovisor. “Tengo la responsabilidad de todo lo que ha pasado. Pero esto es lo que sucede: el presidente anterior realizó un acuerdo con los talibanes para sacar a todas las fuerzas estadounidenses el 1 de mayo. A cambio, se comprometieron a que los talibanes iban a atacar a otros, pero no a las fuerzas estadounidenses. El motivo por el que no ha habido ataques a estadounidenses hasta le fecha en la que yo asumí la presidencia es por ese acuerdo. Es el momento de acabar con una guerra de 20 años”, dijo en su alocución.
Pero esa estrategia no le ha funcionado. Sus adversarios políticos aprovechan para echarle aún más agua sucia. “Nunca se debería haber permitido que esta tragedia sucediera, lo que hace que nuestro dolor sea aún más profundo y más difícil de comprender”, deploró Donald Trump, quien calificó el ataque al aeropuerto como salvaje.
El presidente, quien llegó en medio de una gran esperanza, vive sus momentos más difíciles y tiene el sol a sus espaldas. Las encuestas también lo castigan severamente. Según el USA Today, en uno de los últimos sondeos, tres de cada cuatro creen que Afganistán se convertirá en un refugio para terroristas que atacarán a Estados Unidos. La desaprobación subió a más de 55 por ciento, la más alta de su mandato. Y lo peor es que no se ve algo que mejore el panorama.