Estados unidos
Joe Biden y Vladimir Putin: El optimista obstinado
El primer cara a cara entre Joe Biden y Vladímir Putin terminó con más frustraciones que logros. Al mandatario estadounidense se le acusó de regresar con las manos casi vacías a Washington, mientras que su par ruso volvió a Moscú convencido de que su país sigue siendo líder en la política mundial.
Joe Biden rara vez pierde la compostura. Por eso llamó tanto la atención su reacción agresiva e inesperada hacia una periodista tras su primer encuentro cara a cara con el mandatario ruso Vladímir Putin en Ginebra, Suiza. “¿Por qué confía tanto en que él cambiará su comportamiento?”, preguntó Kaitlan Collins, de CNN, cuando el mandatario abandonaba el podio al terminar la rueda de prensa.
A Biden le cambió la expresión en el rostro y, furioso, se devolvió para quedar frente a la periodista que había hecho la pregunta, “No estoy confiado en que cambiará su comportamiento, ¿qué diablos?, ¿qué hace usted todo el tiempo?, ¿yo cuándo dije que estaba confiado?”. El intercambio subió de tono. El mandatario dijo que lo que había dicho era que los rusos cambiarían si el resto del mundo disminuye su posición de poder. La periodista no se intimidó, todo lo contrario, le dijo al jefe de Estado lo que no quería oír. “Después de hablar con usted por horas, él (Putin) negó estar involucrado en ciberataques, les restó importancia a los abusos de los derechos humanos y hasta evadió decir el nombre de Alexéi Navalni.
¿De qué manera fue entonces una reunión constructiva?”. Biden estaba contra la pared, la periodista tenía razón en recordarle los puntos en los que no logró avanzar con su par ruso y contestó de mala gana, “si usted no entendió, es porque está en el negocio equivocado”. Media hora más tarde, Biden pidió perdón y de paso dejó ver algo de humanidad en medio de una cumbre histórica con Putin a la que ambos líderes llegaron tras coincidir en que las relaciones diplomáticas entre Washington y Moscú atraviesan su punto más bajo en 30 años.
Una vez frente al Air Force One, minutos antes de partir hacia su país, Biden ofreció disculpas a la periodista de CNN y le pidió a la prensa ponerse en sus zapatos, “¿desde mi posición qué les puedo decir?, ¿que va a ser muy difícil? Eso garantiza que no suceda nada. Tiene mucho valor el ser realista y tener un frente optimista”.
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Cuando aterrizó en Washington recibió las críticas de los republicanos prestos a anotar los puntos débiles del encuentro. La Casa Blanca se apresuró en aclarar que fue positivo y productivo, y que se habrían logrado avances, aunque el episodio con la periodista en Suiza dejó en evidencia algo que Biden quería evitar: que Rusia sigue siendo la ficha clave para lograr la estabilidad mundial.
Este es el quinto encuentro del mandatario ruso con un presidente estadounidense, el último fue con Trump en Finlandia en 2018. Y aunque no se supo de qué hablaron, pues solo los acompañó un traductor, claramente el presidente ruso no quedó impresionado, ya que esta semana celebró el “regreso del sentido común” de los estadounidenses y su nueva administración.
Putin tiene dos maneras de lidiar con sus adversarios políticos: o los ignora o se burla de ellos para resaltar su figura de macho. Se rehusó –como tantas veces– a pronunciar el nombre de Navalni, su principal opositor en Moscú, mientras que de Biden dijo que le gustaría seguir conversando con él y que no era tan senil como se lo habían descrito, “a él no se le escapa nada, se lo garantizo. Sabe lo que quiere conseguir y lo hace muy hábilmente”. Así como Putin logra lo que quiere. Aún resentido por las palabras de Barack Obama, que llamó a Rusia un “poder regional”, en esta nueva administración volvió a ser visto y tratado como un poder global.
Lo más importante que lograron ambos líderes fue firmar un corto texto sobre su voluntad de establecer un diálogo sobre estabilidad estratégica para el control de armamento nuclear. Durante la presidencia de Donald Trump se consideró no extender el Start III, el Tratado de Reducción de Armas Estratégicas, porque el mandatario consideró que debería incluir misiles de corto alcance y que en el pacto deberían participar los chinos. El acuerdo original fue firmado por Barack Obama y Dimitri Medvédev en 2010 y con él se dio por terminada la guerra fría.
Rusia y Estados Unidos poseen más del 90 por ciento de las armas nucleares en el mundo, según el Instituto Internacional de Búsqueda de la Paz en Estocolmo, de ahí que la comunidad internacional respire con cierto alivio al firmarse en Ginebra un pacto que los aleje de un conflicto nuclear.
El viceministro ruso de Relaciones Exteriores, Serguéi Riabkov, se sumó a la apreciación de su jefe sobre Biden al calificar su decisión de extender el tratado de desarme New Start como “el segundo paso de Washington en dirección de un retorno al sentido común”. Los jefes de Estado acordaron el regreso de los respectivos embajadores a sus capitales, expulsados en 2020 por acusaciones de injerencia en las elecciones presidenciales en Estados Unidos, y se habló sobre un futuro intercambio de prisioneros.Pero la periodista de CNN tenía razón, Biden no logró lo que más buscaba: que Putin reconociera su participación en ciberataques contra Estados Unidos.
El mandatario estadounidense le entregó a su par ruso una lista de 16 tipos de infraestructuras que quedarían fuera de límites de cualquier ataque cibernético y dijo que debe existir un acuerdo que ponga orden a ese tipo de amenazas. Putin primero negó que su país tuviera participación alguna en ataques recientes de ese tipo y dijo que se originaron más bien en el “ciberespacio” de los Estados Unidos. Sin embargo, en rueda de prensa después de conversar casi cuatro horas con Biden, dijo que es un asunto que vale la pena consultar con expertos, “Tenemos que deshacernos de todas las insinuaciones y sentarnos con los expertos para trabajar a favor de los Estados Unidos y de Rusia”.
Putin también traía una lista de “líneas rojas” que Estados Unidos no debería cruzar. Una de ellas sería su injerencia en política doméstica, como en el caso Navalni y las críticas por violaciones de derechos humanos, ya que cree que el récord de Estados Unidos es peor que el suyo. El presidente ruso además rechazó la presencia de tropas de la Otan en Ucrania, lo cual considera una provocación.
Biden bromeó con la prensa antes de despegar de Suiza diciéndoles que se iban a enloquecer con él, ya que no les daría gusto con declaraciones pesimistas. Un comentario que, al terminarse una cumbre sin ganadores, sin pactos históricos ni promesas por cumplir, solo podría venir de alguien a quien hoy la prensa en su país llama “el optimista obstinado”.