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La batalla de Trump y Biden en Georgia, un estado clave para el control del Senado
Ambos candidatos están en el Estado apoyando a sus candidatos, que se enfrentan en una elección local que parece tan importante como la de noviembre.
El presidente saliente de Estados Unidos, Donald Trump, y el electo, Joe Biden, llegaron al estado de Georgia este 4 de enero para apoyar a sus candidatos en vísperas de una crucial elección al Senado, que tendrá un impacto decisivo en el gobierno del mandatario demócrata.
Dos meses después de las presidenciales, Trump sigue sin reconocer su derrota pese a que numerosas auditorías, nuevos recuentos y decisiones de los tribunales señalaron lo contrario.
En una sorprendente llamada, revelada el domingo por el diario The Washington Post, el mandatario republicano pidió el sábado al funcionario estatal encargado de las elecciones en Georgia, Brad Raffensperger, “encontrar” las papeletas necesarias para anular su derrota en este estado.
Georgia no ha elegido a un demócrata al Senado desde hace 20 años. Pero si Raphael Warnock, un pastor afroestadounidense de 51 años, y Jon Ossoff, un productor audiovisual de 33, logran la hazaña, le darán a su partido el control de la Cámara Alta, otorgando así todos los hilos del poder a Biden.
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De conseguirlo, cada fuerza quedaría con 50 escaños y la futura vicepresidenta Kamala Harris tendría el poder de inclinar la balanza hacia el lado demócrata en el Senado, hoy con mayoría republicana.
Pancartas electorales, autobuses de candidatos, reuniones y encuentros puerta a puerta: antes de los comicios del martes y dos meses después de las elecciones nacionales, Georgia ha recuperado el ambiente de una campaña nacional.
“El poder está en tus manos (...) un solo estado puede cambiar el rumbo no solo durante los próximos cuatro años, sino también para la próxima generación”, afirmó Biden en Atlanta, la capital de Georgia.
El presidente electo deploró la inacción de Trump al denunciar el caótico inicio de la campaña de vacunación contra el covid-19. “No entiendo por qué quiere tanto mantener su puesto cuando ya no quiere trabajar”.
Trump tenía previsto hablar por la noche en lo que debería ser su último gran mitin antes de irse de la Casa Blanca el 20 de enero. Se espera que el multimillonario sea recibido como un héroe en Dalton, una zona rural y conservadora del noroeste de Georgia.
En la campaña en Georgia, los carteles de “Trump 2020” siguen siendo numerosos. Más que los de los senadores a los que el presidente fue a apoyar: los exempresarios Kelly Loeffler, de 50 años, y David Perdue, de 71.
Randy Stelly, de 68 años, dijo que viajó a Dalton desde Texas para mostrar que la lucha a favor de Trump “no cesa” y que no se debe “nunca, nunca, reconocer la derrota”.
“Si no cree que estas elecciones estuvieron marcadas por fraudes, usted no es honrado”, afirmó.
Malestar en el campo republicano
“Todo está en juego” en la elección del martes, “el futuro de nuestro país”, aseguró Kamala Harris durante un mitin en Savannah, una gran ciudad colonial en la que hizo campaña junto a los dos candidatos demócratas.
“Somos el cortafuegos para impedir que el socialismo llegue a Estados Unidos”, dijo de su lado Loeffler en Cartersville.
Los sondeos muestran a los candidatos cabeza a cabeza: Ossoff desafiará a Perdue, mientras que Warnock buscará desbancar a Loeffler.
Los republicanos llegan como favoritos en este estado conservador. Sin embargo, los demócratas confían en la estrecha victoria de Biden allí el 3 de noviembre, la primera en Georgia desde 1992.
Todos estos factores configuran una situación “verdaderamente muy ajustada para hacer un pronóstico”, subrayó Trey Hood, profesor de la Universidad de Georgia.
Especialmente porque el impacto de Trump, y de las últimas revelaciones sobre su intercambio con el funcionario estatal, sigue siendo muy difícil de medir. Si la base electoral de Trump se mantiene leal, su cruzada contra una elección que asegura fue “amañada” podría desmovilizar a los votantes.
Repitiendo sus acusaciones de fraude sin pruebas, Trump dijo durante la llamada a Raffensperger que le habían robado la elección.
Pese a las amenazas veladas, el funcionario, un republicano, no cedió. “Pensamos que nuestras cifras son buenas”, respondió Raffensperger al presidente saliente.
Un “abuso de poder descarado”, indicó el domingo Kamala Harris. Pero muchos legisladores dentro del Partido Republicano prefirieron no hablar sobre este tema en vísperas de una votación de alto riesgo.
Luego de estas elecciones parciales, el Congreso se reunirá el miércoles para certificar formalmente la votación del Colegio Electoral a favor de Biden, 306 contra 232.
El resultado de esta obligación constitucional, que suele ser una simple formalidad, no está en duda, pero la resistencia de Trump, que se niega obstinadamente a aceptar el veredicto de las urnas, le da a este día un tono especial.
Algunos pesos pesados republicanos, incluido el líder en el Senado, Mitch McConnell, terminaron por admitir la victoria de Biden.
Pero tanto en la Cámara Baja como en la Alta, muchos legisladores prometieron expresar sus objeciones y hacer resonar las acusaciones de fraude dentro del propio Capitolio.
A contramano, decenas de destacados ejecutivos estadounidenses pidieron en una carta el lunes al Congreso certificar a Biden como el nuevo presidente. “Es hora de que el país avance”, señalaron.
*Con información de AFP