Medioambiente
La biblioteca de semillas surcoreana que protege casi 5.000 especies del cambio climático
En el túnel de una montaña resistente a una explosión nuclear, las semillas de plantas silvestres están guardadas como si fueran un tesoro para protegerlas del efecto invernadero, una catástrofe natural o una guerra.
La extinción de especies, sobre todo vegetales, avanza a un ritmo alarmante debido al crecimiento demográfico, la contaminación, el calentamiento global y la deforestación, entre otros motivos.
Por eso el Baekdudaegan National Arboretum Seed Vault Centre, a 200 kilómetros al sureste de Seúl, se ha propuesto proteger las plantas silvestres antes de que desaparezcan.
Esta “cámara acorazada” es una de las dos únicas de este tipo, junto con el “Arca de Noé vegetal” en una montaña cerca de Longyearbyen, en el archipiélago noruego de Svalbard.
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Al contrario de los cientos de bancos de semillas existentes en todo el mundo, donde las simientes se pueden utilizar, las almacenadas en la “cámara blindada” surcoreana no saldrán de allí, salvo como último recurso.
La de Corea del Sur fue concebida como una instalación segura conectada con el NIS, los servicios de inteligencia surcoreanos. El edificio con forma de semilla se construyó en una zona recóndita y está rodeado por alambre de púas y vigilado por decenas de cámaras y patrullas policiales.
Y parte de lo que contiene no se puede fotografiar.
Una vez en el interior hay que tomar un ascensor que baja a una profundidad de unos ocho pisos, hasta un túnel de hormigón que da a dos robustas puertas de acero, por las que se entra a almacenes donde la temperatura se mantiene a -20 grados centígrados y 40 por ciento de humedad.
La mayoría de las muestras son de plantas que se encuentran en la península de Corea. Pero, con una capacidad de dos millones de semillas, el lugar ofrece sus servicios a otros países.
Pese a que el sur fue invadido por el norte en 1950 y vive bajo la amenaza de los programas nucleares de Pyongyang, varios países como Kazajistán y Tayikistán han decidido almacenar sus semillas allí.
Pero, recuerda Lee, “la cámara acorazada está destinada a impedir la extinción de las plantas, así que lo ideal sería que las semillas nunca tuvieran que salir”.
Según él, la instalación fue construida en el lugar “más seguro” del país y es capaz de soportar un terremoto de magnitud 6,9 en la escala de Richter y hasta un ataque nuclear.
La cámara de estas características más grande del mundo y sin duda la más conocida es el “Arca de Noé vegetal” en Spitsbergen, a 1.300 kilómetros del Polo Norte.
En un informe de 2019, la ONU estimó que especies silvestres de la familia de las semillas que se consumen actualmente, y que probablemente propongan una diversidad genética crucial, no se protegen lo suficiente.
Estas especies silvestres son una riqueza potencial para el futuro en términos de medicamentos, combustibles o alimentos, explicó en un informe el año pasado el Real Jardín Botánico de Kew, en el Reino Unido.
El 40 por ciento de ellas están amenazadas de extinción por la destrucción de su hábitat y el calentamiento global, advirtió este organismo público británico.
Identificarlas antes de que desaparezcan es una “carrera contrarreloj”, señaló la entidad.
Ella y su equipo recolectan las muestras y las someten a un meticuloso proceso de archivo que incluye radiografías y pruebas de plantación, antes de que las semillas se almacenen en la cámara blindada.
“Algunos se preguntan por qué nos preocupamos por estas flores silvestres que crecen en la cuneta”, dice.
“Nuestro trabajo es identificarlas una por una y decirle a la gente por qué son importantes. Porque las plantas que comemos vienen quizá de esta flor sin nombre en la cuneta”.
Por Sunghee Hwang
AFP