MUNDO
La conmovedora historia de la Sala de los Nombres: “Admisión bajo su propio riesgo”
En 2025, el mundo conmemorará los 80 años del fin de la Segunda Guerra Mundial. SEMANA estuvo en Alemania y recorrió la memoria histórica subterránea en el corazón de Berlín.
Se sentó y se quedó en silencio en medio de la oscuridad. Agachó la cabeza, siguió escuchando y, luego de unos minutos, se marchó. Al cabo de una hora y media, ya bajo un sol asfixiante, exclamó: “No pude con tanto y me salí”.
Se trata de un youtuber mexicano que no resistió estar en la denominada Sala de los Nombres, una de las que integran el monumento en memoria de los judíos asesinados en Europa, ubicado en el corazón de Berlín, capital de Alemania.
Esta estructura, al paso de un desprevenido, llama la atención por una larga sucesión de bloques grises. Nadie alcanza a imaginar de qué se trata este monumento hasta que se acerca, y mucho menos atina a enterarse de que hay un mundo subterráneo que reconstruye la memoria histórica de la Segunda Guerra Mundial justo debajo de este lugar.
En medio de las referidas placas grises hay un letrero en alemán y otro en inglés que advierten que allí reposa la memoria de las víctimas judías de la Segunda Guerra Mundial, que tuvo lugar entre 1939 y 1945.
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El ingreso no tiene ningún costo y lo primero que hay que hacer es descender a un subterráneo. Luego de hacerlo, el visitante se encuentra con una puerta y un control de seguridad muy similares al de cualquier aeropuerto: requisa, revisión de objetos personales y adentro. Al ingresar, una persona políglota, de cabello ensortijado y aproximadamente 1,90 metros de estatura, pregunta en diversos idiomas: “¿Hablas español, inglés, alemán, italiano?”. Luego de responderle que en español, preguntó el país de origen. “Yo voy a visitar Colombia para bailar”, dijo con total amabilidad. Se trataba, tal vez, del momento más jocoso en medio de tanta tristeza.
Después de avanzar tan solo algunos pasos, otro grupo de personas, también muy amables, suministran una guía auditiva para que, conforme se avance por el lugar y se observen imágenes históricas, se escuche en el idioma elegido el contexto de las mismas. La guía auditiva está disponible en español, inglés, alemán, holandés, italiano, francés, hebreo, polaco, ruso y portugués, y su costo es de 3 euros.
Justo al lado de donde entregan estos aparatos de asistencia auditiva, se aprecian muchos libros y folletos impresos en varios idiomas, los cuales no tienen costo alguno. Y allí una advertencia clara: “No se recomienda la visita de menores de 14 años de edad y se prohíbe hacer ruido, fumar y consumir bebidas alcohólicas; tampoco se permite trepar por los bloques y se autoriza la admisión durante todo el año bajo su propio riesgo”.
Preludio
Lo primero que se observa al tomar el costado derecho de aquella puerta de ingreso son imágenes que dan cuenta de cómo la barbarie contra los judíos se agudizó conforme empezó la Segunda Guerra Mundial, en 1939. La primera imagen data de 1933, cuando la persecución y el acoso a la comunidad judía ya tomaba una fuerza desbordada.
Una tras otra, en cada imagen se aprecia el crecimiento del antisemitismo y el desprecio hacia los judíos sin razón de ser de los nazis y su líder, Adolf Hitler. Con el inicio de la guerra, el maltrato y el asesinato en masa de parte de los nazis se desató. Debajo de cada foto, un número. Basta con pulsar dicho número en la guía de audio para escuchar el contexto de la imagen. Decenas de personas de muchos países convergen en este lugar, en completo silencio. Escuchan y avanzan. Este espacio, que constituye un adelanto de lo que se avecina, se conoce como ‘El preludio’.
Al seguir caminando, para nadie es indiferente ver seis retratos de gran formato, gigantes, antes de ingresar al siguiente espacio. De acuerdo con el Monumento en memoria de los judíos asesinados de Europa, las seis fotos de las víctimas representan a las 6 millones de personas que fueron asesinadas en medio de la barbarie.
Al reemprender la marcha aparece un lugar que transmite nostalgia. Un cuarto totalmente oscuro en el que las luces provienen del piso. Con la precaución de no pisarlas, se aprecian numerosas cartas. Son escritos que dejaron las víctimas del Holocausto y que, al igual que las fotos del primer bloque, están acompañados de un número para poder escucharlos en el idioma deseado.
Son relatos desgarradores que terminan por acongojar a los visitantes. Escritos de miles de víctimas que cuentan cómo estaban las cosas en medio de la Segunda Guerra Mundial, notas con recados para las familias y diarios que constituyeron una reconstrucción escrita de la memoria de aquella barbarie. Célebre es en el mundo el Diario de Ana Frank, la niña que se encerró en una casa junto a su familia en Ámsterdam para protegerse y dejó plasmado en sus escritos lo vivido. No obstante, estos relatos, aunque menos mediáticos, resultan igual de conmovedores. En ese mismo cuarto, en la parte superior de sus paredes, se puede leer cada uno de los nombres de los países que, para su pesar, registraron víctimas mortales.
Al salir de este recinto aparece la llamada Sala de las Familias, construida tras un arduo trabajo de investigación que inició el 25 de junio de 1999, cuando el Parlamento de Alemania aprobó la puesta en marcha de este lugar, inaugurado el 12 de mayo de 2005. Se aprecian fotos, textos y audios que relatan la vida de 15 familias judías en Europa, su tranquilidad y familiaridad antes de ser perseguidos.
Los nombres
El youtuber mencionado al principio no aguantó más una vez hizo su ingreso al siguiente espacio subterráneo de reconstrucción de la memoria y los derechos humanos de las personas. En este lugar, totalmente oscuro, triste y lóbrego, se exponen uno a uno los nombres de quienes fueron asesinados por su condición de judíos durante la Segunda Guerra Mundial. Aparece un nombre que permanece legible unos segundos en la pared, escrito en blanco y fondo negro, y en seguida sale el siguiente. Los responsables del lugar dicen que si alguien se sentara a escuchar los nombres de las personas asesinadas y registradas por ellos, tendría que quedarse seis años, siete meses y 27 días. Tal es la dimensión de lo acontecido.
Hay personas que lloran, otras guardan silencio. Es un ambiente de mucha tristeza y respeto. No hay tiempo límite para estar aquí, cada quien decide. La experiencia es íntima.
Luego de abandonar esta sala, un corredor muestra el mapa de Europa y el significado de cómo la guerra afectó a gran parte del Viejo Continente. Las personas presentes pueden ver videos o escuchar audios de 220 lugares europeos en los que el horror se ensañó contra los judíos.
Y, para culminar, dos espacios tan simbólicos como los demás. En una sala se escuchan relatos de sobrevivientes, al tiempo que se observan computadores que abren portales web dedicados a la reconstrucción de la memoria del Holocausto.
El último espacio fue destinado para firmar. Se regresa a la puerta de entrada. Un cuaderno instalado, abierto, permite escribir un mensaje o registrar la rúbrica de la visita. Algunos lo hacen, otros se abstienen.
Los bloques grises
De nuevo en ascenso al primer piso, la salida condujo a los bloques expuestos al aire libre y a la vista de cualquier persona en Berlín. En un espacio de 19.000 metros cuadrados de bloques grises de diferentes tamaños, puestos como si se tratara de una cuadrícula gigante, las personas pueden caminar entre ellos. Son, de acuerdo con el Monumento en memoria de los judíos asesinados de Europa, 2.700 sillares de diversos tamaños.
Nadie puede rayarlos o pintarlos, sólo caminar entre sí y observarlos. El diseño corrió por cuenta del arquitecto estadounidense Peter Eisenman. Con la desorientación y el extravío, el autor quiso emular la angustia que sintieron más de 6 millones de personas. En 2025, el mundo conmemorará los 80 años del fin de la Segunda Guerra Mundial y este escenario estará bajo la lupa del planeta. “Lo que se hace no se puede deshacer, pero se puede prevenir que vuelva a ocurrir”: Ana Frank.
Por Alfonso Rico Torres, enviado especial a Berlín (Alemania).