Reino Unido
La familia real británica se mezcla con el pueblo en el Gran Almuerzo de Coronación en honor al rey Carlos III
Más de 67.000 fiestas callejeras se realizan este domingo 7 de mayo por la coronación del nuevo rey Carlos III.
¿Que si algo está cambiando en la familia real británica? A juzgar por lo visto este domingo en las celebraciones del Gran Almuerzo Nacional, sí. Siempre se advirtió que, por protocolo, a la realeza no se le toca, ni mucho menos se le dan besos y abrazos. Sin embargo, eso ya no es tan cierto, como se vio durante el recorrido que el príncipe William, príncipe de Gales y heredero al trono, y su esposa, Kate Middleton, hicieron en las inmediaciones del Castillo de Windsor, donde miles de personas celebraban uno de los almuerzos callejeros que hacen parte de las fiestas de coronación de Carlos III.
Una niña rompió en llanto ante la emoción de conocer a la princesa de Gales, uno de los tres miembros de la familia real más populares, según las encuestas. En respuesta, la futura reina se puso de rodillas ante la pequeña y le preguntó: “¿Quieres un abrazo?”, ante lo cual ella contestó, sin pensarlo dos veces: “Yes!” (¡Sí!) y las dos se estrecharon cálidamente. Nadie se imagina a la reina Isabel ofreciéndole abrazos a la gente, pero parece que la nueva generación está dispuesta a mostrarse más cercana para mantener la aceptación de la monarquía.
El príncipe de Gales, por su parte, también estuvo muy afable y dicharachero con la gente. No solo aceptó una cerveza orgánica que le brindaron, de la marca Return of the King, creada especialmente para la ocasión, sino que contó un chisme de su padre: “Creo que le dolía el cuello anoche por la corona, pesa un montón”.
Otra regla que cada vez más rompen los Windsor tiene que ver con las selfis. Hace cosa de meses, su equipo de seguridad se los tenía prohibidos tanto a los miembros de la familia real como al público. Pero fue la propia reina Camila la que empezó a ignorar la orden y hoy William y Kate se tomaron muchas con los emocionados curiosos que los saludaron.
Más de 67.000 almuerzos en las calles, pero también en bares y restaurantes, se realizaron este domingo a largo de las islas británicas, en el marco del Big Lunch (Gran almuerzo), cuyo objetivo principal fue celebrar el comienzo de una nueva era con el advenimiento de Carlos, pero también unir a las comunidades, entre otras cosas, para mitigar los efectos de la creciente soledad, sobre todo entre los ancianos.
La UK Beer and Pub Association, que congrega a los sitios de consumo de cerveza, calcula que, durante el largo fin de semana de coronación, se beberán 62 millones de pintas de esa bebida, 16 millones más que en un fin de semana típico de mayo, lo que generará 71 millones de libras, casi 90 millones de dólares.
Pero William y Kate no fueron los únicos parientes del rey que se untaron un poco de pueblo. Su hermano, el príncipe Eduardo, duque de Edimburgo, y su esposa, Sophie, fueron vistos hablando y degustando los platos que prepararon para este día especial los habitantes de Cranleighm condado de Surrey, cerca de Londres.
La princesa Ana, única hermana del rey, emocionó con su visita a los habitantes de la población de Swindon, en tanto que las princesas Beatrice y Eugenie de York también participaron de los festejos en Windsor.
El primer ministro, Rishi Sunak, no se sustrajo de los festejos. Todo lo contrario, organizó un almuerzo frente a Downing Street, la sede del gobierno, con una invitada de excepción, la primera dama de Estados Unidos, Jill Biden, quien representó a su esposo, Joe Biden, en la coronación este sábado en la Abadía de Westminster.
También se celebran almuerzos por Carlos en países como Canadá, Australia y Nueva Zelanda, donde Carlos también es jefe de Estado.