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La genética de los perros de Chernóbil: un misterio que aún no puede aclarar la humanidad
Según las últimas investigaciones, no se puede asegurar que el ambiente tóxico que rodea a Chernóbil, sea el responsable de las malformaciones en animales.
En el año de 1986, se dio uno de los accidentes más catastróficos en la historia de la humanidad, la explosión de una central nuclear en Chernóbil. Este suceso hizo que miles de personas, animales y el hábitat natural del lugar, se vieran afectados por la radiación. Según las investigaciones adelantadas por los científicos que se han desplazado hacia esa zona, se estima que el lugar no podrá será habitable hasta dentro de 20.000 años.
Se estima que a 30 kilómetros del lugar en donde estaba situada la planta nuclear, en lo que se conoce como la zona de exclusión de Chernóbil, hay cerca de 800 perros que a lo largo de este tiempo han recibido el estatus de semisalvajes.
Estos animales sufrieron las consecuencias de la destrucción ocasionada cerca de la ciudad de Chernóbil, en la antigua URSS, que invirtió mucho en la energía nuclear después de la Segunda Guerra Mundial.
Desde el año 1977, los científicos de la Unión Soviética crearon cerca de cuatro reactores nucleares en una central nuclear, ubicada al sur de la actual frontera entre Ucrania y Bielorrusia. Según las investigaciones realizadas con el apoyo económico de la Oficina de Investigación de la Universidad de Carolina del Sur y del Programa Intramural del Instituto Nacional de Investigación del Genoma Humano, en las cuales se obtuvieron muestras de sangre de 302 perros y se conservaron para estudios posteriores, se pudo encontrar que las condiciones de reproducción de los perros en Chernóbil son complejas, con casos que varían según el paso del tiempo.
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Estos animales, que viven cerca de la región de la CNPP, normalmente son alimentados por los trabajadores de la central eléctrica y viven en la propia central, incluida la estación de tren de Semikhody.
Si bien, y como mencionaba anteriormente el estudio, las condiciones de reproducción de estos perritos no son las mejores, esto no quiere decir que las mutaciones que se presentan en el cuerpo de los mismos, se den por la radiación que se presenta en el entorno.
“Con este estudio, no encontramos pruebas de una mayor tasa de mutación para la población de perros de la Central Nuclear a través de aberraciones cromosómicas, una mayor diversidad de microsatélites o un aumento de alelos derivados más recientemente. Por lo tanto, la mutación no parece ser la causa de la diferenciación genética previamente identificada entre estas dos poblaciones geográficamente cercanas de perros criados en libertad”, dicen los investigadores.
La causa de estas malformaciones genéticas seguirá asiendo objeto de estudio con el pasar de los años, pero, lo que sí afirman los investigadores es que estas anomalías se presentan por un proceso de selección direccional.
Esta selección direccional se entiende como un modelo de selección que favorece algún rasgo específico dentro de la población de la especie, ocasionando una ventaja o algún cambio en su cuerpo para protegerse de depredadores o lograr adecuarse al ambiente.
Un ejemplo de ello es el cambio de color de cierta especie de polillas europeas, registrado a inicios de la industrialización. Un color que desde ese momento le permitiría camuflarse.
Por su parte, los autores de este estudio afirman que las mutaciones en los perros de Chernóbil se presentan como una oportunidad única para estudiar sus comportamientos y cambios en el físico de los mismos. “Pueden servir de centinelas eficaces de los efectos en la salud humana derivados de la exposición a sustancias tóxicas. Así pues, los perros de Chernóbil presentan un recurso único y valioso como modelos para estudios de mutaciones humanas”, concluyen los autores del estudio.