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La historia de la grafitera que resiste y desafía a los talibanes en los muros de Afganistán

En medio del establecimiento de un estado islámico, Shamsia Hassani sigue saliendo a la calle para plasmar sus imágenes.

25 de agosto de 2021
Afganistán y una cronista inusitada de la crisis: la grafitera Shamsia Hassani (SHAH MARAI / AFP) (SHAH MARAI/)
Afganistán y una cronista inusitada de la crisis: la grafitera Shamsia Hassani (SHAH MARAI / AFP) (SHAH MARAI/) | Foto: AFP

El mundo ha expresado su preocupación por el futuro de Afganistán tras la llegada de los talibanes, especialmente en materia de Derechos Humanos, tras conocerse algunos casos que generan incertidumbre, como lo advirtió la alta Comisionada de la ONU en esa materia, Michelle Bachelet.

Y aunque la salida de quienes quieran abandonar ese país tiene como límite el 31 de agosto, son muchos los que no pueden o no quieren hacerlo, a la espera de saber cuáles serán los lineamientos definitivos del régimen y los compromisos que han adquirido, por lo menos de palabra, para respetar muchos derechos, en especial los de las mujeres.

En su primera rueda de prensa, tras la toma del poder, abrieron las puertas a mantener algunas libertades, pero en la práctica esto no parece no ser así, ya se han denunciado algunas limitaciones en la libertad de movimiento o el acceso a la educación.

Ese panorama ha llevado a que muchos artistas e influencers eliminen sus publicaciones en las redes sociales, incluso, hasta el cierre de sus cuentas, mientras otros como Shamsia Hassani, la primera grafitera de un país sale a la calle y plasma la situación de Afganistán en las paredes, para luego compartirlas en su cuenta de Instagram.

Un día antes de la llegada de los talibanes a Kabul, con lo que se concretó su ascensión al poder, esta muralista feminista de 33 años quien es reconocida a nivel mundial publicó la imagen de una joven pintada en colores vivos, llevando, encendida en una maceta, una flor de panadero que ofrenda a una figura negra, armada y con ojos rojos, sobre un fondo también negro.

“Tal vez sea porque nuestros deseos han crecido en una olla negra”, dijo quien hasta ese momento era estudiante de la Universidad de Kabul. La publicación supera los 53.500 likes.

“Cuatro días después, el miércoles 18, la probabilidad expuesta por Hassani en esa primera imagen devino ruina y desolación. El corte subido a Instagram muestra a la niña, postrada y de rodillas, ante las botas oscuras de la figura oscura. La maceta caída, la flor de panadero deshojándose en el suelo. Los contornos de la ciudad bordada en su vestido ya no están, desaparecen a la par que avanzan las incertezas de los habitantes de cada pueblo afgano, a la espera de conocer el tipo de sharia, ley islámica, que impondrán los talibanes”, destacó la agencia de noticias argentina Télam.

Y agrega que en “Muerte a las tinieblas, su potente pintura, resuena el temor de la población a que el nuevo gobierno aplique una sharia dura como la del régimen talibán que rigió en los 90, cuando se hacían ejecuciones públicas, se amputaban manos y pies por robo o se castigaba el adulterio apedreando a las mujeres”

La llegada al poder de los talibanes hace dos semanas, recordaron los momentos que vivió ese país donde “hacer arte con el anterior gobierno talibán, entre 1996 y 2001, se había vuelto peligroso: desaprobaban la música y habían prohibido todas las formas de represión de la figura humana.”

“Y con esta nueva vuelta, hasta la Unesco pidió proteger el patrimonio cultural de Afganistán, justo a 20 años de la destrucción de los Budas de Bamiyán, estatuas monumentales talladas en un acantilado entre los siglos V y VI. Dinamitadas y destruidas a disparos de tanques en 2001 por el régimen de ese entonces, que las consideró ídolos y entonces ofensivas del Corán”, señala la publicación.

Indica que “en este contexto Shamsia Hassani sigue posteando. Su cuenta de Instagram acumula 196 mil seguidores”, señaló la agencia argentina.

“Queridos todos, gracias por pensar en mí en este momento. Sus mensajes y comentarios muestran que la humanidad y la bondad siguen vivas y no tienen límites. Gracias por su preocupación. Estoy a salvo”, publicó hace tres días la muralista que, dos semanas atrás, salía a las calles kabulíes del intervencionismo armado estadounidense, para usar como lienzo los frentes destrozados de los edificios dañados por las bombas y por las ráfagas metralla de la guerra.

“Compartiendo perfil con una de las emblemáticas mujeres que pinta, con ropa tradicional y sin burka ni boca, en la imagen subida a las redes Hassani aparece con barbijo y hiyab, el velo para cubrir cabeza y cuello que la antigua Sharia obliga a usar a las mujeres musulmanas- y que no siempre simboliza la opresión que le adjudica Occidente”, enfatiza la publicación.

“Elegir usar el burka o el hiyab no es el problema; las mujeres no serán verdaderamente libres hasta que puedan hablar por sí mismas y ser escuchadas. Quitarse el pañuelo no es lo mismo que liberarse”, advertía en una entrevista en torno a una serie de pinturas titulada Secret. Nacida como refugiada en Teherán en 1988, nunca estudió arte, no se lo permitían por extranjera en las escuelas iraníes. Ahora es la profesora más joven de la Universidad de Kabul, en Bellas Artes y Escultura.

Agrega que “su mirada crítica no hace concesiones: una de las ilustraciones posteadas reproduce un billete de un dólar donde la figura central es una de sus chicas que, asomándose por el círculo que antes enmarcaba a George Washington, estira los brazos para tomar de un extremo el billete y correrlo para mostrar lo que esconde debajo: tanques de guerra asolando una ciudad que no es la propia”.

En la última historia, publicada hace un día, Hassani se muestra sentada frente al mural de una de las chicas que suele pintar sin burka ni boca y con un invariable instrumento musical aportándole voz, al pie de una autopista que bordea a la Estatua de la Libertad y sigue su camino.

La publicación recordó que cuando regresó a Afganistán, con 17 años, exploró formas de usar el arte para encubrir las marcas físicas negativas de la guerra.

“Quiero que mi arte conviva con la gente y se convierta en parte de su vida diaria, compartirlo con quienes no tienen acceso a exposiciones. Muchas veces hago a mis personajes con ojos cerrados sin boca, pero con un instrumento musical deformado que les da la habilidad y la confianza de hacer sonar su propia voz con fuerza”, explicó en su momento a The Guardian.

Añadió en esa entrevista que “cuando la gente me ve haciendo grafitis me insultan, maldicen y a veces lo llaman pecado. La gente en Afganistán no está en contra del arte, sino en contra de las mujeres que hacen arte”.

Shamsia Hassani, es cofundadora de Berang Art Organization, un grupo dirigido por artistas que promueve el arte y la cultura contemporánea en Afganistán a través de programas, talleres, seminarios y exposiciones. Su trabajo se ha mostrado en Afganistán, Australia, Dinamarca, Alemania, Irán, India, Noruega, Suiza y Vietnam, donde también ha participado en conferencias y talleres, de acuerdo con la publicación.

“Por estas horas, sus obras se comparten en cadenas espontáneas de Facebook y Whatsapp, de la mano de jóvenes colegas exiliadas, preocupadas por la situación de sus coterráneas, como la grafitera Malina Suliman, que ahora desde India desafía la cultura patriarcal musulmana, especialmente el burka azul que tuvieron que usar obligadas durante años, autora de un icónico y criticado mural esqueleto con burka que por estos días se reproduce en las redes”, añade finalmente la agencia de noticias.