Fidel Castro (derecha) y Camilo Cienfuegos (izquierda) entran triunfantes a La Habana. "¡Así luchan los pueblos cuando quieren conquistar su libertad: les tiran piedras a los aviones y viran los tanques boca arriba!", escribió Castro. | Foto: AFP

HISTORIA

‘La historia me absolverá’, el gran discurso de Fidel

En 1953 y en pleno juicio, Castro le declaró la guerra al gobierno de Batista y fijó la estructura de lo que sería la Revolución Cubana. Disección al alegato.

Fabián Cristancho (*)
26 de noviembre de 2016

En la historia de los pueblos, textos, libros, alegatos, pinturas y canciones se han convertido en símbolos de coyunturas dolorosas y libertadoras. Otras han cambiado la historia misma. El Contrato Social, de Jean-Jacques Rousseau; La Libertad guiando al Pueblo, de Delacroix; I Have a Dream, de Martin Luther King, y el Guernica de Picasso hacen parte de esas obras que marcaron la memoria como hierro caliente.

En Cuba, las obras de José Martí son palabra de dios, pero nada iguala el alegato de Fidel Castro cuando tuvo que defenderse tras los ataques a los cuarteles Moncada (en Santiago de Cuba) y Carlos Manuel de Céspedes (en Bayamo), ambos codiciados bastiones de Fulgencio Batista. Con 27 años, Castro renunció a un abogado y se defendió solo, en un discurso improvisado que marcó la ruta de la Revolución Cubana.

El 10 de marzo de 1952, a cuatro meses de las elecciones, Fulgencio Batista dio un golpe militar e instauró el que sería su segundo gobierno. Conociendo su penoso historial, el Partido Ortodoxo –legítimo contendor en las elecciones– y los grupos críticos al régimen se sumaron al hervidero.

Tan solo un año y cuatro meses después del golpe varios grupos de oposición y ciudadanos descontentos por la creciente corrupción se organizaron para dar otro golpe, esta vez militar y mediático. Así fue como el 26 de julio de 1953 dos grupos llegaron a los Cuarteles Moncada (en Santiago de cuba) y Carlos Manuel de Céspedes (en Bayamo), reconocidos bastiones militares de Batista.

Dos mujeres y 120 hombres llegaron a Santiago a las 5:15 de la mañana e iniciaron el asalto a la fortaleza militar más importante de esa ciudad. El ataque salió de la peor forma para todos. Se generó una masacre. Muchos de los asaltantes fueron capturados y torturados. Cayeron 60 de los 135 integrantes. En Bayamo el asalto tampoco fue favorable. La historia oficial cuenta que en el total de los enfrentamientos sólo murieron seis rebeldes y que el resto de las bajas fueron ejecuciones sumarias antecedidas por torturas. Fidel fue capturado y “salvado por un oficial negro”. Raúl logró escapar. Cuba estaba incendiada.

“Se dio el caso delirante de que en la búsqueda de un asaltante que creían herido, los policías maltrataron a todos los heridos que encontraron en los hospitales. Esa brutalidad generó entre muchos cubanos un creciente repudio a la dictadura y una correspondiente simpatía para con Castro”, anotó Rafael Pardo en el libro Entre dos poderes

A pesar de la aplastante derrota militar centenares adhirieron a la idea de ese nuevo líder,  Fidel Castro, y de los movimientos sociales que aprovecharon los ataques para dar un mensaje vertical de descontento y, lo más importante: quien quisiera sumarse tenía la puerta abierta. Así, de un revés quedó sembrada la semilla. Se empezaría a encender la llama.

Disección a un alegato ‘inmortal‘

“Se trata de un alegato impresionante, sin duda uno de los más importantes de la historia latinoamericana, tanto por su contenido como por las condiciones bajo las cuales se produjo”, escribió Atilio Borón, politólogo y sociólogo argentino, sobre el manifiesto.

El discurso de Castro tiene un sinfín de singularidades que hacen de esta una historia apasionante. Por ejemplo, su juicio se hizo en una sala de la Escuela de Enfermeras del Hospital Civil en Santiago de Cuba, no en un edificio del poder judicial como lo demandaba la ley. Siendo él su mismo abogado y privado de recursos como documentos esenciales para su defensa, echó mano de su prodigiosa memoria para atar elementales tesis del derecho con las más románticas frases de sus héroes de cabecera.

“Este acusado por ninguna razón del mundo callará lo que debe decir”

La periodista Marta Rojas fue una de las pocas personas que pudieron presenciar la defensa de Fidel. “Castro no ha hecho ni un alto en su informe, a veces alza la voz y él mismo se contiene; en instantes se inclina sobre la mesita que tiene de frente y casi que habla en secreto”, contó.

Castro improvisó el alegato completo, lo hiló con pensamientos de juristas y varias frases del libertador José Martí, a quien acusó de ser el autor intelectual de los asaltos; cabe anotar que Martí en 1953 ya tenía más de cinco décadas de muerto. Las tesis del fundador del Partido Comunista Italiano Antonio Gramsci también fueron fundamentales a lo largo de su discurso.

"Un principio justo desde el fondo de una cueva puede más que un ejército"

“Es el hombre que más memoria tiene”, dijo Ángel Fernández, uno de sus profesores de escuela para el documental Fidel: la historia no contada. La memoria de Fidel es de leyenda.

Con La historia me absolverá, Castro, quien sabía que sería condenado, le declaró la guerra al gobierno de turno pero también hizo propuestas claras para resolver los problemas más graves de Cuba.

Al arranque puso en contexto las dificultades de su juicio y reivindicó los ataques por los cuales estaba siendo procesado. Luego se concentró en demostrar las bondades que podría traer una unificación de fuerzas y organizaciones sociales que hayan sido oprimidas por el capitalismo; la propuesta finalmente dio origen al ‘Movimiento 26 de Julio’, que precisamente unificó a varias corrientes con el único fin de la emancipación.

“Los mismos que me traen ante vosotros para que se me juzgue y condene no han acatado una sola orden de este tribunal”

Además, Fidel propuso cinco leyes macro que compondrían el programa de la revolución en Cuba. 1) Devolverle al pueblo la soberanía al restablecer la Constitución de 1940, 2) concederles a colonos y arrendatarios la propiedad de la tierra, 3) participación a obreros del 30 % de las utilidades de los grandes emporios, 4) conceder el 55 % del rendimiento de la caña de azúcar a los colonos y 5) confiscar los bienes de los gobernantes para fortalecer las cajas de jubilación, hospitales y asilos.

“Hoy amargamente digo que hay militares manchados hasta el pelo con la sangre de muchos jóvenes cubanos torturados y asesinados”

También le puso el ojo a seis temas que llamó “problemas”: tierra, industrialización, vivienda, desempleo, educación, salud. Y explicó con minucia cómo darles remedio.

Dedicó también varias líneas contra Fulgencio Batista recordando las artimañas que lo llevaron al poder, lo llamó “ilegítimo” y falto de conciencia política y le enumeró los delitos que había cometido a lo largo de su gobierno. Otro elemento para destacar son las cuidadosas cifras de la realidad de Latinoamérica que se convierten en una crítica mordaz al sistema capitalista y explican por qué se necesitaba un cambio urgente de modelo.

“Primero se hundirá la Isla en el mar antes que consintamos en ser esclavos de nadie”

“Él de pie pasa por delante de mí y me pregunta, ¿tomaste nota? Le dije que sí”, contó Marta Rojas en el juicio del 16 de octubre, refiriéndose a Castro. Esas notas y varias idas y venidas en completa clandestinidad del texto que hasta pasaban en cartas escritas de forma invisible con zumo de limón y otras escritas con letras diminutas trasladadas en cajillas de fósforos con doble fondo dieron vida a lo que hoy se conoce como La historia me absolverá, al final un rompecabezas asombroso. Castro fue condenado a 15 años de prisión.

La distribución del alegato, una vez compilado y autorizado por Fidel, fue en máximo secreto. Haydée Santamaría y Melba Hernández, sobrevivientes del Moncada, se encargaron de la compleja tarea que acarreaba obvios riesgos por la crispación que habían generado el asalto, los movimientos de los opositores al régimen y la guerra declarada de Batista y a lo que oliera a ‘rojo’. Para Castro era imperativo que no parara la propaganda porque, en sus palabras, “es el alma de toda lucha”; por eso la tarea fue considerada de primer nivel. Al principio se distribuyeron cien mil ejemplares, Fidel pidió extrema prudencia en esa tarea “como si se tratase de armas”.

Casi dos años después del juicio y el golpe de opinión que se hizo cada vez más contundente, Fidel y 19 compañeros, entre ellos su hermano Raúl, fueron amnistiados. La historia oficial dice que el perdón fue producto del impacto que tuvo en Cuba el texto de Castro.

‘La obra’ de la revolución

Atilio Borón anota en una de las tantas ediciones del alegato que en su juicio, Fidel “era muy consciente que en él se decidiría algo que iba mucho más allá que su libertad”. Así fue. El 15 de mayo de 1955 los presos fueron liberados y un mes después Fidel iría a México, donde se concentraría en varias tareas determinantes para derrocar militarmente al gobierno de Fulgencio Batista, como sucedió.

Se vinieron el desembarco del Granma, la lucha revolucionaria, el levantamiento del 30 de noviembre y el combate en la Sierra Maestra. El primero de enero de 1959 los ‘barbudos’ entrarían triunfantes a La Habana. Desde ese momento la Revolución fue escrita en mayúsculas, el mundo entero miró a la pequeña isla, varios pueblos de América Latina intentaron repetir su modelo y esa Revolución fue bautizada en la categoría de ‘obra’. Hoy el cuartel Moncada es una escuela.

"¡Así luchan los pueblos cuando quieren conquistar su libertad: les tiran piedras a los aviones y viran los tanques boca arriba!"

Se debe anotar que el desbordado idealismo del autor en esa época terminó por poner bajo reflectores las carencias de la isla hoy. Es cierto que en educación y salud Cuba está en los primeros lugares de la región, pero en lo que Fidel se imaginó en cuanto a los  alimentos no sucede así. “Los mercados debieran estar abarrotados de productos; las despensas de las casas debieran estar llenas”, escribió. Aunque en Cuba no hay hambre, la descripción no ilustra lo que son las alacenas cubanas. Pero también es justo apuntar que el bloqueo comercial, económico y financiero impuesto por Estados Unidos ha sido protagonista de esa carestía.

La ‘Cuba libre’ que se adapta a los cambios de la normalización de relaciones con el eterno enemigo del norte hoy recuerda las palabras de Fidel Castro en ese hospital de Santiago y eleva a su héroe cubano junto al ‘Che’ Guevara, Camilo Cienfuegos, Antonio Maceo y al “autor intelectual” de los asaltos: José Martí.

¿Absolvió la historia a Fidel Castro? “Condenadme, no importa, la historia me absolverá”, terminó Fidel su escrito hace seis décadas.

*Periodista de Semana.com.