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La ilusión de un futuro prospero en Venezuela si llega el final de la dictadura de Maduro
“Un cambio”, dice Elizabeth Campos; “el futuro”, sentencia Luisa Mendoza. Al igual que centenares de habitantes de pequeños y olvidados pueblos en Venezuela, estas dos mujeres salieron a la carretera a celebrar el paso de la líder opositora venezolana María Corina Machado.
La caravana de automóviles que avanza por la carretera Lara-Zulia se detiene para que Machado salude a quienes se acercan con sus hijos de la mano o incluso bebés en brazos. Va en camino a Maracaibo (oeste) para un mitin en la recta final de la campaña presidencial, en la que la oposición podría por primera romper con 25 años de gobiernos chavistas.
“Estamos aquí por el futuro, por nuestros hijos, por los primitos, por los sobrinos, por todos”, dice Mendoza, de 27 años, el martes. “Queremos un cambio”, resalta Campos, de 62, al pedir para su pueblo La Playita “el liceo, agua corriente, vialidad y un ambulatorio médico”.
En El Tablón, aún a tres horas del destino, la líder opositora baja del auto y abraza a cada uno, les habla, se toma fotos y les pide que salgan a votar temprano.
Inhabilitada para ejercer cargos públicos, pero muy carismática y popular con un discurso en el que menciona siempre a los hijos como la motivación de sus acciones, Machado ha promovido activamente la candidatura del diplomático Edmundo González Urrutia, quien la representa para enfrentar al mandatario Nicolás Maduro en la elección del domingo en Venezuela.
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“Le estamos deseando de todo corazón que gane y nos saque de esta pobreza en que está todo el país”, dice Dominga Pérez, de 42 años. “Nosotros queremos una persona que nos dé esperanza, y María Corina es esa persona”, añade. Ingeniera de 56 años y madre de tres hijos que viven en el exterior, Machado defiende un modelo económico liberal, en contraste con el proyecto socialista del chavismo.
En moto y a pie
De a tres personas en una moto, incluso cuatro cuando llevan niños, la van siguiendo por la carretera, y avisan a los de los pueblos siguientes antes de que llegue su caravana.
La vía se va colmando de personas que corren a su encuentro con carteles escritos a mano, banderas y globos. Por momentos ella se sube a una camioneta destechada y saluda de pie con el brazo en alto. Le responden con gritos: “Sí se puede” o “Este gobierno va a caer”. Centenares de motos escoltan su paso, tomándose hasta dos carriles de la vía.
En el pueblo Los Pinos, Mariana Escobar, de 28 años, la espera con sus niños mellizos de cinco años y otro de seis. “Queremos que gane, a ver si salimos de esta crisis. Aquí todos somos de oposición”, lanza. Reconoce que “antes éramos chavistas”, “pero la gente despertó”, asegura.
La economía venezolana ha tenido una leve recuperación en el último año, luego de sufrir una contracción de 80% de su PIB entre 2014 y 2020 y cuatro años seguidos de hiperinflación.
El gobierno culpa por la crisis a las sanciones de Estados Unidos, que desconoció la reelección de Maduro de 2018 por considerarla fraudulenta, pero ha aliviado parcialmente esas medidas para promover estos comicios.
Unos 7 millones de personas emigraron en la última década, huyendo de la crisis económica y humanitaria. Miles de ellos fueron a pie a otros países de América del Sur, o han cruzado la peligrosa selva del Darién en su ruta hacia Estados Unidos.
Bloqueos
Machado hace por tierra el trayecto de unos 800 kilómetros desde Caracas hasta Maracaibo porque el gobierno le impide viajar en avión. A lo largo de la ruta, las gasolineras están cerradas y la caravana depende del combustible que lleva en depósitos para recargar. Al acercarse a destino, la policía ha colocado un punto de control que bloquea el paso. Pero los seguidores de Machado son tantos que después de unos pocos minutos de forcejeo dejan pasar la caravana y las motos y otros autos que la acompañan.
Más adelante, se corre la voz de que encapuchados amenazan a la caravana desde un puente sobre la carretera. Pero se retiran prontamente sin que haya incidentes.
Luego, un grupo de indígenas yukpa detiene el tránsito exigiendo hablar con Machado, algunos apuntando con flechas a periodistas y curiosos. Ella los saluda, pero sin salir del auto. Se requiere de más de media hora de tratativas para que cedan y la dejen pasar.
Al llegar al puente sobre el Lago, por el que se entra a Maracaibo, son decenas de personas que caminan rodeando su automóvil. La militarizada Guardia Nacional exige que no haya peatones cruzando el puente. Machado se despide de sus simpatizantes de la carretera e ingresa a la ciudad, donde encabeza otro acto, junto a González, que congrega igualmente a una multitud.
*Con información de AFP