MUNDO
La odisea de un crucero que siguió navegando en medio de la pandemia
El MSC Magnifica iba a navegar durante 117 días y dar la vuelta al mundo. El viaje no resultó según lo planeado, pero los ocupantes se volvieron una familia.
Tenía previsto dar la vuelta al mundo, pero la pandemia del coronavirus solo le dejó completar la mitad. El crucero MSC Magnifica salió de Europa en enero y se encontraba en la otra punta del planeta cuando los puertos comenzaron a cerrarse a causa de la pandemia. Sin ningún lugar a donde ir, el barco de la compañía suiza comenzó un largo viaje a casa.
Sus pasajeros, acostumbrados a visitar un nuevo puerto cada pocos días, la última vez que pisaron tierra fue hace seis semanas. Este lunes, esos viajeros desembarcaron definitivamente en Marsella, Francia. Su viaje incluyó tormentas políticas, súplicas presidenciales y una muerte. Pero a pesar de todo, hubo tiempo para la diversión.
Un antes y un después
Al zarpar, el 5 de enero, se sabía poco del nuevo coronavirus. Foto: Getty.
Cuando el crucero MSC Magnifica salió del puerto de Génova, Italia, el 5 de enero, el mundo se veía muy diferente. La "neumonía desconocida", como se la llamaba, no tenía nombre. Nadie había muerto por ella, según la Organización Mundial de la Salud, y solo 59 personas estaban infectadas, todas en Wuhan, China.
La mayoría de los 1.760 pasajeros del Magnifica, principalmente italianos, franceses y alemanes, no habían oído hablar del virus y su experiencia en el barco era de puro disfrute.
Al timón estaba el capitán Roberto Leotta, originario del pequeño pueblo de Riposto en Sicilia, quien lleva trabajando en cruceros 32 años. Como muchos habitantes de Riposto, su padre y su abuelo eran marineros. "Es algo que está en mi ADN", le dice a la BBC.
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"Navegar es una tradición en mi familia y en mi ciudad", le dice a la BBC el capitán Roberto Leotta. Foto:MSC Cruises.
Tras zarpar de Europa, el barco hizo una parada en Cabo Verde, frente a la costa oeste de África, antes de cruzar el Atlántico. Cuando atracó en Brasil el 19 de enero, el virus ya había salido de China.
"Siempre estuvimos en contacto con todas las autoridades locales", dice el capitán. "(Pero fue después de llegar a) América del Sur que la situación se volvió más preocupante".
El barco partió de Chile el 21 de febrero, llegando a Pitcairn, en el Pacífico Sur, tres días después. En ese momento, los cruceros empezaron a ser noticia.
Se empezaron a cerrar los puertos. Pasajeros de barcos en cuarentena comenzaron a morir.
Ante ello, la población de Aitutaki, una isla de 2.000 habitantes del Pacífico, donde el MSC Magnifica debía atracar el 2 de marzo, comenzó a preocuparse. La isla depende del dinero de los cruceros, pero sus ciudadanos le pidieron al gobierno nacional -de las Islas Cook- que prohibiera la llegada de barcos.
Estaba claro que el crucero empezaba a tener problemas para atracar. Foto: Getty.
El crucero, que estaba libre de virus, finalmente pudo atracar en la isla principal, Rarotonga, pero no en Aitutaki. Por primera vez, la covid-19 había cambiado los planes de los pasajeros del MSC Magnifica.
Uno de esos pasajeros era Andy Gerber, de 69 años y originario de Berna, en Suiza. Era su vigésimo viaje a bordo de un crucero.
En Auckland, una ciudad de la Isla Norte de Nueva Zelanda y la siguiente parada después de las Islas Cook, Gerber disfrutó de una cerveza al sol, y en Wellington se subió al teleférico.
Pero él esperaba ansioso la siguiente parada: Sídney. Allí cumpliría 70 años. "Hace mucho tiempo reservé una mesa en un restaurante para celebrar (el cumpleaños) con un grupo de amigos", le dice a la BBC.
"No había donde ir"
Hasta Australia, el itinerario del Magnifica fue casi perfecto. En enero, cuando surgió el coronavirus en Asia, el barco estaba muy lejos, en América del Sur, donde el virus no se detectaría hasta finales de febrero. Cuando llegó a Nueva Zelanda, solo se habían confirmado cinco casos, todos ellos viajeros, sus parejas o parientes.
El año pasado, el MSC Magnifica atracado en Venecia. Foto: Getty.
Pero cuando el Magnifica se acercó a Tasmania el 14 de marzo, el coronavirus había alcanzado al crucero. La isla tenía seis casos y las cosas estaban empeorando.El barco tenía permiso para atracar en la capital, Hobart, pero el capitán Leotta sabía que si los pasajeros desembarcaban, podían regresar con algo más que souvenirs. "Decidimos que era mucho mejor para nuestros pasajeros permanecer seguros a bordo", cuenta.El mundo, que parecía tan grande cuando salieron de Génova en enero, de repente era mucho más pequeño. "Estaba claro que básicamente no había a dónde ir", analiza LeottaEn Sídney, el capitán anunció la noticia: el crucero por todo el mundo había terminado. Debían volver a casa. El viaje de sus sueños se había convertido en un sueño a medias.
Andy Gerber celebró su cumpleaños 70 a bordo. Foto: Andy Gerber.
Andy Gerber terminó celebrando su tan esperado cumpleaños 70 a bordo del barco. "Al principio (me sentí) ¡terrible!", describe. "Pero después del shock, agradecimos que el capitán decidiera no dejarnos bajar a tierra, ya que esto significaba que estábamos libres del virus en un 99,999%".
Cuando se canceló el crucero, a los pasajeros se les permitió salir, en condiciones estrictas, en Sídney y Melbourne, si deseaban regresar a casa. Unos cientos lo hicieron, pero la mayoría decidió continuar con el viaje: cinco semanas, 19.000 kilómetros y una sensación totalmente nueva para el largo recorrido.
Tormenta política
Finalmente el crucero fue autorizado a atracar en Fremantle, Australia Occidental, aunque a disgusto de muchos.Foto: Getty.Se suponía que el barco iría al norte, hacia Nueva Caledonia, en el Pacífico Sur. En cambio, fue hacia el sur y navegó directamente hacia una tormenta política.
Un pequeño grupo de manifestantes en Fremantlela dio al Magnifica una bienvenida poco amigable. Foto: Getty.McGowan tenía información incorrecta. El Magnifica encabezaba las noticias, cuando en realidad sus pasajeros estaban sanos y no querían bajarse del barco. Cuando llegó a Fremantle, el barco fue recibido por la policía y la guardia fronteriza, para asegurarse de que nadie bajara.
"Digamos que no fue agradable", detalla el capitán. "Fue decepcionante, en primer lugar porque era una noticia falsa. Y como se pueden imaginar, esta noticia dio la vuelta al mundo de inmediato".A pesar del desacuerdo, el Magnifica pudo reabastecerse en Fremantle, antes de continuar. Pero pronto volvería a estar en los titulares.
El cocinero
Mientras tanto, la vida en el crucero seguía su curso. Foto: Getty.Mientras los equipos de televisión grababan al Magnifica en Fremantle, y los políticos daban sus conferencias de prensa, Anura Herath seguía trabajando como siempre, bajo cubierta, en la cocina.
La carrera de chef de Anura Herath lo ha llevado por todo el mundo: esta foto fue tomada en Ushuaia, en el extremo sur de Argentina. Foto: AFPEntonces, el 4 de abril, dos días antes de llegar a Colombo, Anura, vestido con su traje de chef, grabó un mensaje de video de 94 segundos para el presidente y primer ministro de Sri Lanka."Déjenme bajar", dijo en cingalés. "Soy el único de Sri Lanka a bordo. Será muy difícil regresar desde Italia".
Cuando se canceló el itinerario original, muchos pasajeros decidieron quedarse en el barco hasta poder volver a casa. Foto: Getty.El presidente de Sri Lanka decidió relajar las reglas y, cuando el Magnifica llegó a Colombo para reabastecerse, la armada escoltó a Anura a tierra."Recé por ello, pero no creía que pasaría. Todos me ayudaron, todos los srilanqueses".
Al final resultó que Anura no fue el único en desembarcar en Colombo. A una mujer alemana de 75 años, quien necesitaba atención urgente (aunque no por covid-19), también se le permitió bajar. Lamentablemente, murió más tarde.En cuanto a Anura, todavía está en cuarentena en el centro naval de Boossa, pero espera ver a su madre en Kandy pronto.
Gerber visitó Sídney, pero desde la cubierta. Foto: Getty.
Final del viaje
El Magnifica es uno de los últimos tres cruceros en navegar con pasajeros, según la Asociación Internacional de Líneas de Cruceros. Los otros dos también desembarcaron este lunes: el Pacific Princess en Los Ángeles y la Costa Deliziosa en Barcelona (luego también dejará pasajeros en Génova).Magnifica pudo atracar este lunes en Marsella, Francia. Foto: Getty.Y, a pesar de todo, el hombre al timón también tiene recuerdos felices de su gira truncada."La covid-19 ha aislando y distanciado a las personas en todo el mundo", dice el capitán Leotta. "Aquí sucedió lo contrario. Nos convertimos en una familia, nuestros invitados y nuestra tripulación juntos. Ha sido hermoso".