El apoyo de Macron a la policía ha vuelto a sacar a las calles a los parisinos en plena pandemia.

FRANCIA

La polémica ley de Macron para restringir la difusión de imágenes de policías en Francia

Un proyecto de ley impulsado por Emmanuel Macron pretende restringir la difusión de imágenes de policías. Mientras sus detractores lo acusan de autoritario y “liberticida”, el mandatario buscaría el apoyo de los conservadores en las próximas elecciones.

12 de diciembre de 2020

Durante la pandemia quedó clara la postura progresista del Gobierno de Francia de cara a Europa. Junto con la canciller alemana Angela Merkel, el presidente francés Emmanuel Macron logró sacar a flote el monumental plan para detener el impacto económico de la crisis sanitaria en la Unión Europea, a la vez que abogó por el apoyo internacional para conseguir la vacuna cuanto antes. Pese a ser un abanderado de la democracia en la región, en Francia las cosas son distintas; allí Macron es acusado de ser enemigo de las libertades individuales.

En las últimas semanas, los señalamientos contra el mandatario se han intensificado. A pesar de que la pandemia aún acecha, las movilizaciones de los fines de semana en París han vuelto a su programación habitual, esta vez en contra de un proyecto de ley gubernamental de “seguridad global” que pretende evitar que circulen imágenes de los policías franceses en los medios de comunicación y redes sociales. Las protestas, que también denuncian la precariedad social debido al aumento del desempleo y la pobreza, han estado salpicadas por graves incidentes de violencia policial.

La propuesta de Macron llega en el peor momento. Tras el anuncio del proyecto de ley, se conoció un video en el que cuatro policías golpean brutalmente e insultan a un productor de música negro por no llevar tapabocas. A este escándalo se sumó la violenta evacuación de un campo de migrantes en el centro de París, también por parte de miembros de la policía. Con la ley en vigor, los abusos de los agentes quedarían en auténtica impunidad, en contraste con la encarcelación impuesta a los uniformados que atacaron al productor de música, gracias a la grabación del incidente. Por eso, sus detractores consideran a la iniciativa un golpe “a la libertad de prensa, a la libertad de expresión y a la libertad de manifestación”, y una plataforma para instaurar “herramientas de vigilancia masiva”.

Muchos ven el movimiento del presidente como una jugada política. Como escribió el diplomático Nicolas Chapuis en su columna en el periódico Le Monde, el proyecto “es tanto la culminación de una estrategia política mortífera como la maduración más prolongada de una crisis estructural y profunda que enfrenta la policía nacional”. El sector conservador ha visto cómo la imagen de la policía se encuentra en sus horas más bajas, por lo que verían con buenos ojos un blindaje a los agentes, aunque aquello suponga pasar por encima de los derechos de los demás ciudadanos.

Macron está contra las cuerdas. En una entrevista con el portal Brut, intentó calmar la situación, pero alteró tanto a los manifestantes como a la policía. Por una parte, dijo que “no puedo permitir que se diga que estamos reduciendo las libertades en Francia. No somos Hungría ni Turquía”, desatando las críticas del sector progresista. Y asimismo reconoció, por primera vez en su mandato, el término “violencia policial”, dejando a los agentes del orden en una encrucijada. El presidente francés, dispuesto a dar marcha a su proyecto de ley, anunció que contrarrestará sus efectos con plataformas para denunciar cualquier forma de discriminación y controlar a los agentes del orden. Pero el anuncio solo busca quedar bien con todo el mundo. Como señala el diputado Damien Abad, la actitud de Macron responde a su “política camaleónica”, ya que “no dice lo que piensa, sino lo que el público quiere escuchar”.

A su cruzada para defender a los policías se suma su intento para mantener al margen a la organización del Islam en Francia, denunciado también por los defensores de la libertad religiosa. En todo caso, aún queda mucho terreno para ver si la deriva autoritaria que parece tomar Macron surte algún efecto en sus aspiraciones políticas de cara a las elecciones de 2022.