LA RESURRECCION DE BANZER

La derecha se impone en las elecciones bolivianas.

19 de agosto de 1985

A las 10 a.m. del domingo 14 de julio, día de las elecciones presidenciales en Bolivia, el presidente de la República Hernán Siles Zuazo aún no sabía dónde votar. Se había registrado con su pasaporte, que no habilita para sufragar. Su carné de identidad le había sido robado cuando lo secuestraron hace un año. Finalmente, a través de su secretaria privada, el primer mandatario boliviano rescató su carné y pudo inscribirse nuevamente.
Este insólito episodio es una, muestra significativa de la profunda crisis de todo orden que aqueja a este país andino. Las elecciones, que según el lento escrutinio, parecen darle una ventaja al ex dictador, general Hugo Banzer Suárez, quien ahora lidera el partido derechista Acción Demócratica Nacionalista (ADN) demostraron la fragmentacón de la sociedad política boliviana. Se presentaron 18 partidos con candidatos para presidente, vicepresidente, 130 diputados, 27 senadores y 3.396 concejales municipales.
También muchas irregularidadesl afectaron la elección en las que votó el 70 por ciento del electorado. De acuerdo con los cálculos del Consejo Nacional Electoral, cerca de 800 mil campesinos no se registraron para votar, principalmente, porque las libretas electorales nunca les llegaron. Semejante cantidad de votantes que quedaron por fuera de la consulta popular, hizo que organizaciones obreras y campesinas, como la Central Obrera Boliviana (COB) y la Confederación Sindical Unica de Trabajadores campesinos de Bolivia (CSUTCB), decidieran no votar y boicotear la elección. Grupos de izquierda se sumaron a este repudio del acto electoral, considerando que era una "capitulación frente a la derecha" por parte de Siles Zuazo, ya que éste llamó a elecciones un año antes de finalizar su mandato, en vista de la imposibilidad de su gobierno de controlar la explosiva situación social.
Tanto las irregularidades como la oposición que han tenido estas elecciones, resta legitimidad al Presidente que de éstas surja, agregando así un elemento más de conflicto a la convulsionada arena política.
Según cómputos extraoficiales, el general Banzer, quien fuera un gobernante particularmente antipopular después de que en 1971 derrocara al gobierno de Juan José Torres (asesinado en Buenos Aires en 1976), tiene cerca del 37 por ciento de los votos. Lo secunda con un 26 por ciento el viejo líder (77 años) del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) Víctor Paz Estenssoro (de centroderecha), ya lejos de los días de la revolución de 1952, cuando nacionalizó las minas, implantó la reforma agraria e introdujo el sufragio universal. De tercero, con un 10 por ciento, su sobrino Jaime Paz Zamora, ex vicepresidente de Siles, de 46 años, que dirige el Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR). Y en cuarto lugar, el candidato del oficialista Movimiento Nacionalista Revolucionario de Izquierda (MNRI), Roberto Juan Pando, con menos del 5 por ciento, que plasma así el profundo fracaso del gobierno silista.
Por la ley electoral boliviana, si ningún candidato obtiene la mayoría absoluta, que es lo más probable, el nuevo Congreso tendría que elegir a dos de los tres que obtuvieron más votación y de esos dos votar por el Presidente. Aunque Banzer ya se declaró triunfador y pidió al Congreso que respete su mayoría, su ventaja sobre Paz Estenssoro ha ido disminuyendo a medida que entran en el conteo los votos populares. Banzer obtuvo una indiscutible mayoría en las ciudades, en donde el lema de su campaña, "Orden, paz y trabajo", resultó sorprendentemente atrayente para las clases medias, que en las elecciones anteriores de 1978, 1979 y 1980 habían dado su apoyo a la Unión Democrática y Popular (UDP), coalición de centro-izquierda que gobernó con Siles Zuazo hasta diciembre de 1984, cuando fue disuelta por problemas internos. Cansado por la frustración del gobierno de Siles -que tuvo su punto máximo cuando éste se declaró en huelga de hambre- y por los excesos anarquistas de las cúpulas sindicales, el trabajador urbano vio una salida en la promesa de Banzer de ordenar el país. Según el ex canciller de Siles, Jorge Ortiz, este vuelco hacia la derecha es un fenómeno pendular común en Latinoamérica. Ante la incapacidad de los gobiernos de resolver los problemas crónicos de un país, los ciudadanos optan por la izquierda y cuando ésta fracasa, se van hacia la derecha y así sucesivamente.
Quien en últimas asuma la Presidencia de Bolivia el próximo 6 de agosto, dependerá de la cifras que arrojen el campo y los principales centros mineros. "El campo está ya volteando la tendencia iniciadada por la elección en la ciudades, y no sería de descartar que Banzer sea pasado, incluso en el total general, debido al voto campesino", dijo el tercer candidato Paz Zamora en un reportaje con el diario argentino El Clarín.
Una vez obtenidos los cómputos finales el nuevo Congreso decidirá quién es el triunfador. Las citras parciales le darían 60 bancas del Parlamento a la ADN, 50 al MNR y 15 al MIR. Es entonces, este último quien podria dirimir la contienda y dada su orientación, es más probable que se sume a Paz Estenssoro que a Banzer. Además, según los politólogos, los actuales mandos superiores de las Fuerzas Armadas son antibanzeristas en su mayoría y por tanto, presionarían en contra de éste. Esto se debe, en parte, a que muchos de estos militares fueron "descabezados" durante el régimen de Banzer y más tarde rehabilitados.
De todas maneras, no importa cuál resulte electo, ambos llevarían a cabo una política económica similar. Tanto Banzer como Paz Estenssoro abogan por la reducción del Estado, apertura a los capitales extranjeros, incentivo a la empresa privada y la negociación con el Fondo Monetario Internacional, para refinanciar la deuda externa de 3 mil 700 millones de dólares, cuyos intereses Bolivia no ha pagado durante los últimos 16 meses. Es más, durante la campaña el mismo Banzer dijo que "si ganara Paz Estenssoro no me sentiría incómodo".
En el terreno político sí habría una marcada diferencia. Mientras nadie puede cuestionar la vocación democrática del líder de la MNR, "a Banzer se le borraría pronto el perfil democrático que tanto ha querido cuidar", dijo un periodista que afirma que a muchos no se les olvida que este general, adiestrado en la Escuela de las Américas de Panamá y en Fort Hood, Texas, fue el responsable de la matanza de Tolata (Cochabamba) en 1974, en donde 300 campesinos fueron asesinados cuando protestaban pidiendo mejores salarios.
El próximo presidente de Bolivia será de todos modos una cara conocida, que se encontrará con viejos problemas, aún más agudos. La inflación en 1985 alcanzará 8 mil por ciento (la más alta del mundo). La corrupción ha hecho carrera y el negocio de la coca ha tomado zonas enteras donde el Estado no tiene control y donde el mercado negro es casi tan grande como la economía legal. Líderes de la COB José Justiniano y Walter Delgadillo han declarado después de la elección, que "enfrentarán con lucha al próximo gobierno de Banzer o de Paz Estenssoro". Algo parecido han dicho Juan Lechin Oquendo -quien hace unos días pidió licencia como secretario general de la COB por disidencias internas- y los dirigentes campesinos. Finalmente, la abultada deuda externa para un país de sólo 6 millones de habitantes, junto con la caída de los precios internacionales de minerales e hidrocarburos -principales productos de exportación de Bolivia-, hacen aún más difícil la tarea del próximo gobierno.
Como dijo un conocido latinoamericanista en días pasados a SEMANA "La inestabilidad de Bolivia es sólo aparente. En 25 años que llevo visitándola periódicamente, descubro los mismos dirigentes, la misma miseria, en fin, una inestabilísima estructura social y económica. Esto es lo que hay que romper en Bolivia, para que se dé un verdadero salto cualitativo".