Israel
La solicitud del fiscal de la CPI puede hacerle un enorme daño a las posibilidades de paz en Gaza. Estas son las razones
El pedido del fiscal de la CPI para detener a los líderes de Hamás y a Benjamin Netanyahu abrió una polémica jurídica internacional: si es posible equiparar a un grupo terrorista con un Estado legítimo. Estados Unidos defiende a Israel.
Desde hace varias semanas, en el mundo del derecho penal internacional se rumoraba una orden de captura contra los líderes de Hamás y el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu. La guerra que se desató tras el feroz y despiadado ataque de Hamás a Israel, en el que asesinaron a sangre fría a más de 1.200 personas, no ha tenido precedentes recientes en este territorio. Se calcula que la cifra de muertos asciende a más de 30.000 en la Franja de Gaza. Mientras tanto, más de 200 israelíes, la mayoría niños, mujeres y ancianos, continúan secuestrados.
El conflicto que se vive no solo es cruel y despiadado, sino que entraña unas complejidades históricas que datan de muchos años. Pero lejos de solucionar la guerra, una intervención de la Corte Penal Internacional (CPI) solo podría complicarla. La posibilidad de una tregua ante este escenario casi se desvanece.
La amenaza está latente desde que este lunes el fiscal de la Corte Penal Internacional, Karim Khan, confirmó la noticia en CNN. El eje central de la controversia que ha suscitado tiene una razón: con esa determinación, Khan terminó equiparando a dos partes del conflicto, un Estado legítimo atacado frente a un grupo terrorista que quiere aniquilarlo.
En resumen, Khan asegura que tres líderes de Hamás –Yahya Sinwar, Ismail Haniyeh y Mohamed Deif– serían los responsables del “exterminio”, “violación y otros actos de violencia sexual” y “toma de rehenes como crimen de guerra” en la masacre del pasado 7 de octubre.
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Al primer ministro israelí y al ministro de Defensa, Yoav Gallant, los responsabiliza de las consecuencias que ha tenido la estrategia de defensa de ese país en la población de Gaza: “Matar deliberadamente de hambre a civiles”, “homicidio intencionado” y “exterminio y/o asesinato”.
La solicitud de orden de arresto no significa que la medida está tomada. Como sucede en la mayoría de sistemas judiciales del mundo, los fiscales piden las órdenes de captura, pero son los jueces los que las autorizan. En la CPI, esa decisión estará en manos de tres juristas que deberán analizar pruebas y emitir un veredicto.
La decisión no será fácil. Por un lado, hay un enorme sector en el mundo que repudia lo que está pasando en Gaza y se ha manifestado masivamente a favor de una población civil que ha sufrido los rigores del conflicto. Asimismo, responsabiliza a Israel de esa situación y considera que su derecho a defenderse no puede extenderse a los bombardeos y demás acciones.
Por otro lado, Israel no es Hamás. Eso lo dijo el mismo Netanyahu, quien calificó la decisión como “un escándalo moral de proporciones históricas”. No se trata de la posición aislada de uno de los protagonistas de la guerra. El presidente Joe Biden salió de inmediato a respaldar a Israel: “Seré claro: no importa qué insinúa el fiscal, Israel y Hamás no son equiparables de ninguna manera”.
“Hamás es una organización terrorista violenta que llevó a cabo la peor masacre de judíos desde el Holocausto y todavía mantiene como rehenes a decenas de personas inocentes, incluidos estadounidenses”, agregó Antony Blinken, secretario de Estado. Estados Unidos agregó que la decisión era un peligro para cualquier intento de tregua que se adelante. Algo similar aseguró Javier Milei, presidente argentino, quien dijo que la decisión le parecía “equivocada”.
¿Cuál es la situación para la CPI? “Es claro que ni a nivel jurídico ni a nivel político uno puede comparar a Hamás con Israel. En el escenario de la CPI, sin embargo, lo que prima es investigar si se están cometiendo crímenes internacionales, sin importar el rango de los responsables”, sostuvo el decano de Derecho de la Universidad de La Sabana, Carlos Arévalo.
Durante años, la Corte Penal Internacional fue criticada por su ausencia de resultados. Muchos la llamaban el tigre de papel, pues apenas lograba enjuiciar a algunos dictadores de África. Con la llegada de Khan, el organismo le ha puesto el ojo a grandes poderes del mundo. El año pasado, por ejemplo, emitieron una orden de detención contra Vladímir Putin.