LA TRILATERAL AL HABLA
Kissinger, Rockefeller y Brzezinski critican en Roma las políticas de REagan
Después de casi 10 años de actuar amparados en una densa sombra, los integrantes de la organización Trilateral han decidido salir al descubierto y comenzar a preparar la era post-Reagan, después de un crudo análisis de los efectos, a nivel mundial, de la política conducida por la actual administración norteamericana.
Estos son los resultados más evidentes de la XIV reunión de la Trilateral, concluida formalmente el 20 de abril en Roma con un acto inusual, una conferencia de prensa de sus tres presidentes: David Rockefeller (por Estados Unidos), Georges Berthoin (por Europa) y Takesi Watanabe (por Japón).
La Trilateral --conocida también como "el club más exclusivo de Occidente" y que ha sido acusado en más de una ocasión de ser un ente inútil-- agrupa a 320 figuras de la política, la industria y las finanzas de Estados Unidos, Europa y Japón, y no han ocultado en Roma que aspiran a convertirse en un grupo de presión determinante en el mundo occidental.
Rockefeller, Robert McNamara, Zbignew Brzezinski, Raymond Barre y Henry Kissinger son algunos de los miembros más conocidos de la organización, que nació en 1973 como una "respuesta occidental" a la crisis del petróleo.
En los informes, declaraciones y conferencias de prensa suministradas por un grupo de relatores, se mantuvo como un hilo conductor casi palpable la administración de Ronald Reagan, en los tres días de reunión.
La política de Reagan, dijeron, daña los intereses económicos occidentales, alimenta peligrosamente la tensión internacional, agrava los desequilibrios económicos entre el Norte y el Sur, afecta la propia unidad de la Alianza Atlántica y no es capaz de prevenir o manejar las continuas crisis locales. Lo novedoso de estas acusaciones es que han sido formuladas sin tapujos por personajes como McNamara, Brzezinski, Barre y el propio presidente de la Reserva Federal estadounidense, Paul Volcker.
Los ataques a la conducción reaganiana y el inicio de la presentación de alternativas a su política tiene un objetivo explícito, señalado por los relatores: influir sobre la discusión y los resultados de la próxima cumbre de los siete países más industrializados del mundo, que se celebrará en mayo en Williamsburg, Estados Unidos.
De ahí, consideran los analistas italianos, que se hayan efectuado masivas filtraciones a la prensa, no sólo de las relaciones en que se han basado los diferentes debates, sino de los propios debates, realizados a puertas cerradas.
Al presentar su análisis de la política monetaria estadounidense, Volcker rechazó la máxima de Reagan, según la cual "el mercado debe ser el único juez de las tasas de cambio", para arguir como alternativa que Estados Unidos y los demás "grandes países" deberían "intervenir concertadamente sobre los mercados para controlar las fluctuaciones del dólar".
El ex primer ministro francés Barré criticó a la administración Reagan por su empeño en controlar las relaciones comerciales entre Europa Occidental y Oriental. "Los europeos occidentales --afirmó-- no quieren ninguna forma de guerra económica con la Unión Soviética". "Sin que por ello muestren complacencia con los regímenes comunistas --añadió-- los europeos creen que los países socialistas pueden participar en modo creciente en el sistema comercial y financiero internacional. Mediante esta vía, además, se puede aumentar la cooperación pacífica y facilitarse el diálogo político ".
Sobre las relaciones con el Tercer Mundo, McNamara, uno de los relatores del informe, advirtió a los "siete grandes" que sin un incremento sustancial de la cooperación con el Sur, no es posible la recuperación económica occidental. Añadió que del desarrollo del Sur y de la mejoría de las relaciones entre los industrializados y el Tercer Mundo depende también, estrechamente, la seguridad y la paz internacional.
Brzezinski suministró el "golpe de gracia " a la política de Reagan cuando el 19 de abril hizo su análisis de la situación en la Unión Soviética tras la muerte de Leonid Breznev. "Nunca desde la post guerra, la URSS ha debido enfrentar tantos problemas en el plano interno", sostuvo, "pero nunca había tenido tantas oportunidades como ahora en el plano internacional", añadió. Y ello, a su juicio, se debe sobre todo "a los errores de Washington en el campo internacional y no a la capacidad soviética".