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La vida infernal de los haitianos por cuenta de las pandillas

Desencantados ante el caos político que prevalece desde hace meses, los haitianos enfrentan desde el inicio de la semana una degradación acelerada de sus condiciones de vida por culpa de las pandillas que controlan el acceso a las terminales petroleras.

27 de octubre de 2021
Huelga de seguridad en Haití
Llantas en llamas bloquean una carretera en manifestantes en Puerto Príncipe, Haití. Foto AP / Joseph Odelyn. | Foto: AP

Este país caribeño nunca produjo suficiente energía eléctrica para responder a las necesidades del conjunto de su población e incluso en los barrios más acomodados de Puerto Príncipe, la empresa pública de electricidad solo asegura una entrega máxima durante unas pocas horas por día.

Los que pueden adquieren generadores: equipos costosos ahora inútiles ante la grave escasez de combustible provocada por las bandas armadas.

(FILES) In this file photo taken on December 20, 2019, eople walk on the deserted road ahead of gang shootings in downtown in Port-au-Prince. - Long confined to the slums, the gangs have gradually extended their control in Haiti and the nearly three million inhabitants of Port-au-Prince are forced to adapt their daily lives to this reality, for fear of being the next victim. "The gangs today reign supreme and lords over the country," laments G�d�on Jean, director of the Center for Analysis and Research in Human Rights, based in the Haitian capital. (Photo by CHANDAN KHANNA / AFP)
Confinadas durante mucho tiempo en los barrios marginales, las pandillas han ido extendiendo gradualmente su control en Haití y los casi tres millones de habitantes de Puerto Príncipe se ven obligados a adaptar su vida cotidiana a esta realidad, por temor a ser la próxima víctima. "Las pandillas hoy reinan supremas y señores sobre el país", lamenta Gedeon Jean, director del Centro de Análisis e Investigación en Derechos Humanos, con sede en la capital haitiana. . (Photo by CHANDAN KHANNA / AFP) | Foto: AFP

Falta de electricidad y de agua

La falta de diésel impide también a las empresas privadas asegurar la entrega de agua en camiones. Como para la electricidad, los habitantes construyeron en sus domicilios sistemas autónomos para el agua, ya que la red de tuberías no cubre el conjunto del área metropolitana. Sin ningún abastecimiento privilegiado, las estructuras hospitalarias se ven forzadas a reducir drásticamente su actividad.

“No hay electricidad en el hospital para hacer funcionar los aparatos, no hay combustible, no hay nada”, dice en creole Rachilde Joseph, estudiante de medicina en Puerto Príncipe. Esta mujer de 26 años, que se dio a conocer por publicar videos humorísticos en las redes sociales, ahora no tiene ganas de reír.

“Quisiéramos quedarnos en el país para ofrecer cuidados, sobre todo a la gente en provincia que los necesita tanto, pero el país no nos da esa oportunidad”, lamenta, antes de agregar que Haití “va lastimosamente a terminar por perder a todos sus jóvenes”.

Pero unos 7.500 de ellos, reunidos a principios de septiembre bajo un puente en la frontera entre México y Texas, fueron finalmente expulsados hacia Haití por los servicios migratorios estadounidenses.

Esta ola de expulsiones masivas preocupó a organizaciones humanitarias acerca de su posible regreso a un país hundido en la incertidumbre tras el asesinato del presidente Jovenel Moïse por un comando armado el 7 de julio.

Huelga de seguridad en Haití
Un bombero apaga un bloqueo de carretera humeante establecido por manifestantes en Port-au-Prince, Haití. Foto AP / Joseph Odelyn. | Foto: AP

“Estado fallido”

Ariel Henry, nombrado primer ministro dos días antes del magnicidio, dirige el país en forma interina, pero guarda silencio ante el empoderamiento de las pandillas en Puerto Príncipe, que paraliza toda actividad e impide el aprovisionamiento seguro de combustible.

“El Gobierno, que solo existe en el papel, no controla nada, ni siquiera el perímetro de sus edificios”, indica a la AFP el economista haitiano Etzer Emile, para quien “la crisis de combustible es el último ejemplo de un Estado fallido”.

“Como si la inflación disparada, el alza continua del dólar (sobre la gourde, moneda local), la inseguridad alimentaria, la fuga de cerebros, el secuestro no fueran suficientes, necesitábamos una grave penuria de combustible y un gobierno fantasma repleto de comediantes y despreocupados”, afirma.

Las pandillas cometieron más de 782 secuestros económicos desde el inicio de año, según el Centro de Análisis de Investigación en Derechos Humanos, que tiene su base en Puerto Príncipe.

Una de las bandas armadas más poderosas del país reclama 17 millones de dólares para liberar a un grupo de misioneros y sus familias –16 estadounidenses y un canadiense– secuestrados el 16 de octubre al este de la capital.

“Los dueños de nuestro destino y los que deciden nuestra vida ya no están en el Palacio Nacional, como fue el caso bajo la dictadura Duvalier: ahora son las pandillas armadas”, resume Etzer Emile, preocupado por lo que llama “la somalización a la haitiana”, en referencia al país africano preso de milicias armadas.

*Con información de la AFP.

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