LAS ESPIAS QUE VOLVIERON AL FRIO
Varias teorías tratan de explicar la expulsión de los 47 funcionarios soviéticos por el gobierno de Miterrand..
Ironía de la historia: es el francés un gobierno de izquierda, compuesto por socialistas y comunistas, y así le ha correspondido expulsar, el 5 de abril, a la colonia de espías soviéticos más importante de Europa desde el despido en Inglaterra, en 1971, de 105 agentes secretos acusados de pertenecer al KGB. La medida, revelada por el periódico "Liberation" el mismo día de su ejecución, había sido comunicada-escribió el semanario "Le Point "-el 28 de marzo al embajador soviético, Yuli Vorontsov, por el propio jefe de gobierno, Pierre Mauroy.
En su conversación telefónica el primer ministro habría señalado que, basado en pruebas irrefutables, el gobierno francés había llegado a la convicción de que 40 diplomáticos cinco agregados comerciales y dos periodistas, se dedicaban a actividades contrarias a su estatuto. Francia los declaraba, en consecuencia, "persona no grata" y les otorgaba ocho días para abandonar el país.
El gobierno se habría comprometido-según el mismo semanario-a mantener secretas esas decisiones, al menos hasta la partida de las personas señaladas y de sus familias: unas 130 personas en total. Pero si el gobierno queria preservar la circunspección tradicional en estos casos, escribieron algunos periódicos, ¿por qué haber adoptado un método espectacular haciendo venir un avión especial desde Moscú?
París no parece ser responsable, en todo caso, de las indiscreciones que permitieron a los periodistas cubrir los actos de despedida organizados -no sin segundas intenciones-en la embajada y en el aeropuerto, y que hacían pensar más en familias preparándose a una gira turística que en "agentes secretos" siendo expulsados por decisión gubernamental. Es probable que las indiscreciones se produjeran en los Estados Unidos-Francia informó confidencialmente a varios gobiernos-tal como lo deja suponer un artículo Publicado el 4 de abril en el "New York Times", por William Safire, quien se beneficiaba de "chivas" provenientes del Departamento de Estado o de servicios de contraespionaje.
En París, los "medios autorizados" se limitaron a confirmar, a las 9:30, las revelaciones hechas por "Liberation" pero el gobierno mantuvo un mutismo absoluto hasta las 4:30 de la tarde, hora en la que el avión soviético cruzó la frontera.
Los "agentes" soviéticos se dedicaban a la "búsqueda sistemática de informaciones técnicas, científicas y tecnológicas, particularmente en el campo militar". La multiplicidad y gravedad de esas "intervenciones" justifica la salida de las personas concernidas, afirma el comunicado del ministerio del Interior, no sin explicar que la expulsión es el resultado de operaciones del servicio de contraespionaje francés llevadas a cabo bajo su dirección.
La respuesta lacónica del gobierno fue tachada de "incompleta" por parte de algunos periódicos. Muchos observadores se preguntaron si las 47 expulsiones no hacen más bien parte de una acción concertada por parte de los paises europeos después de las revelaciones que habría hecho un espía soviético que se pasó últimamente a Occidente. Aunque en menor escala, las recientes expulsiones de soviéticos de Inglaterra, Holanda, España, Bélgica, Italia, así como las informaciones dadas, por el periódico alemán "Die Welt", según el cual Alemania habría descubierto 109 espías y sospechaba de otros 77, parecen militar en favor de esa pista.
El espía delator podría ser un antiguo agregado de la embajada soviética en Teherán, Kuzichkin, que según "Time" de noviembre pasado, pertenecía a una de las direcciones ultra secretas de la KGB encargada de controlar a los agentes soviéticos en el extranjero.
El periódico francés "Le Monde" enunció, por su parte, otra hipótesis digna de "ser señalada": la operación del gobierno francés habría sido posible gracias al descubrimiento, hace algunos meses, del código utilizado por los rusos entre París y Moscú. Pero Bartolo Ciccardini, subsecretario italiano de la Defensa cree saber, según declaró al periódico "La Stampa" que la expulsión de los 47 soviéticos hace parte de la guerra que se desencadenó entre los servicios secretos francés y soviético con motivo del asesinato, el 15 de febrero pasado en Francia, del oficial de contraespionaje galo, Bernard Nut.
Como quiera que sea, la opinión pública francesa parece preparada para las posibles represalias que podría tomar el gobierno soviético.
Estas no serán, se afirma, equivalentes a la medida del gobierno de Mitterrand. Primero porque esa representación diplomática es sensiblemente inferior a la soviética en Francia (150 en vez de 700), también porque la URSS está acostumbrada a encarar este tipo de situaciones (Egipto y Zaire son citadas como ejemplo) y, en fin, porque las expulsiones, por masivas que sean, constituyen un hecho mas en el largo contencioso existente entre los dos países desde la elección de Francois Mitterrand.
Además de la controversia sobre Polonia y Afganistán, el presidente francés apoya la instalación de los misiles de la OTAN concibiéndolos, en las circunstancias actuales, como una necesidad para equilibrar el peligro que hacen correr a Europa los misiles soviéticos SS-20. En este sentido, los soviéticos no ignoran que el discurso pronunciado por Francois Mitterrand ante el parlamento alemán fue capital para el triunfo de Helmuth Kohl y que Francia sigue siendo el país en donde el movimiento pacifista no ha logrado hasta ahora implantarse.
Paralelamente, las expulsiones parecen haber convencido a los países de la OTAN que Francia no es, a pesar de contar en el gobierno con ministros comunistas, el eslabón frágil de Occidente.
Mitterrand se encuentra, pues, en una situación envidiable antes de la reunión de los siete paises industrializados que se llevara a cabo el 28 de mayo en Williansburg (EE. UU.) y de la conferencia de la OTAN que se celebrará el 7 de junio próximo en París.
Frente a la opinión pública francesa, Mitterrand ha demostrado estar dispuesto a emplear un lenguaje seco y directo a los soviéticos, desmintiendo así la propaganda de la derecha conservadora que, en algunas ocasiones, lo ha presentado como un "prisionero " del aparato comunista y un "submarino " de la URSS.
El Partido Comunista Francés sale debilitado por cuanto el más prosoviético de los partidos eurocomunistas ha adherido, de hecho, a una medida que la URSS sigue calificando de "arbitraria" y "desprovista de todo fundamento".
Se ignoran por ahora cuáles serán las consecuencias definitivas de las 47 expulsiones, pero por sus repercusiones en diferentes campos para los soviéticos, éstas podrían figurar, más tarde, como un golpe maestro de Francois Mitterrand. -
José Hernández, Corresponsal de SEMANA en Francia -