Entrevista
Lorent Saleh, activista venezolano, se confesó en SEMANA, arremetió contra Juan Manuel Santos por haberlo ‘secuestrado’ y entregado a Venezuela. Dice que quiere reunirse con Gustavo Petro
El activista venezolano Lorent Saleh contó en SEMANA la pesadilla que vivió en Venezuela por las torturas del régimen de Maduro. También narró su vivencia luego de que condenaran a Colombia por haberlo sacado del país.
SEMANA: ¿Quién es Lorent Saleh?
Lorent Saleh: Un sobreviviente, primero que nada, un sobreviviente de una dictadura y de la manipulación mediática. Un sobreviviente de la política que complace el autoritarismo y alguien que intenta defender los derechos humanos en un mundo polarizado. Ya no soy el dirigente juvenil, ya no soy el líder estudiantil, ya soy un hombre de 35 años con tres hijos, que vive en el campo y trabaja con universidades. Que mira atrás y ve lo que ha sido el recorrido de mi generación en una Latinoamérica complicada y que trata de encontrar el camino a la convivencia pacífica y democrática en América Latina y especialmente en Venezuela.
SEMANA: ¿Cómo toma este fallo que condena a Colombia por haberlo expulsado con rumbo a Venezuela?
L.S.: Como víctima, uno siempre espera y aspira a que haya justicia. Y la justicia tiene que ver con reconocer lo que sucedió, que quienes atropellaron mis derechos y mi dignidad reconozcan lo que hicieron y lo asuman. En este caso, se podría pensar que condenan al Estado colombiano porque me expulsó, pero no es así, lo que se está condenando es que ni siquiera fue una expulsión y es importante aclararlo. Es decir, recordemos que lo que pasó conmigo no fue una extradición. Yo estaba en Colombia y, por orden presidencial, Migración Colombia me detiene, me incomunica y me saca del país.
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SEMANA: Entonces, no fue una expulsión…
L.S.: No fue una extradición porque nunca hubo una orden de captura emitida en Venezuela, ni mucho menos, que haya sido elevada a la Interpol. Segundo, no fue una deportación, porque yo no estaba ilegal administrativamente. Y, tercero, no fue una expulsión, el Gobierno de Colombia dijo que fue una legítima expulsión. Fue el primer argumento de defensa que tuvo la Procuraduría y el Gobierno colombiano, pero resulta que no fue una expulsión y esto es lo que queda claro en esta sentencia. ¿Por qué? Porque sí, por haberme detenido de la manera como me detuvieron y entregado a la dictadura en Venezuela porque represento una amenaza para el Gobierno de Colombia. Me pueden declarar persona no grata, solicitar mi expulsión y yo tengo el derecho a conocer la razón. Segundo, a comunicarme con mi abogado y a escoger a dónde me voy, como a Costa Rica, a Estados Unidos, a Brasil, España, y esto no sucede.
SEMANA: ¿Después de eso qué pasó?
L.S.: A mí me detienen arbitrariamente, me incomunican, no me permiten ni acceder a mi defensa. Es a la fuerza, me montan en un avión y me entregan al Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin). Es decir, me secuestran y me entregan a un órgano de seguridad investigado por sus crímenes de tortura a nivel internacional, violando todas las normas y el derecho internacional, así como violando el principio universal de no devolución. Una vez que yo salgo tras cuatro años preso injustamente, interponemos esta demanda y el Estado colombiano tuvo estos cuatro años para defender y demostrar que fue completamente legal lo que hizo. Y después de cuatro años, el propio Estado colombiano determinó que efectivamente fue un acto ilegal. Que, además, me entregaron a un cuerpo que me torturó y que violó mis derechos durante más de cuatro años.
SEMANA: Después de todo lo ocurrido, ¿qué imagen le quedó de Juan Manuel Santos y de su Gobierno? Fueron los que lo enviaron de vuelta a Venezuela.
L.S.: La imagen de lo que fue el Gobierno de Santos no ha cambiado. Yo creo que reafirma lo que yo decía durante estos diez años, hace diez años me secuestraron. Fue un Gobierno que lamentablemente cooperó con una dictadura en menoscabo de los derechos humanos. Esto lo miro lejos de cualquier rencor que pueda tener, viví cosas muy duras, muy complejas. La verdad, lamento que las pretensiones políticas que tuvo el expresidente Juan Manuel Santos hayan sido mayores que la defensa de los derechos humanos, que el respeto al Estado de derecho y a las normas internacionales. Esa forma de cooperar con la dictadura venezolana no solamente constituyó un hecho terrible en mi caso y el de mi familia, sino el de mucha gente. Esto permite también que se haga una revisión de los méritos que se les pueden otorgar a presidentes y expresidentes, que evaluemos muy bien los resultados de nuestros dirigentes políticos a nivel mundial.
SEMANA: ¿Qué piensa de lo que está pasando en Venezuela a raíz de las elecciones presidenciales, que serán el segundo semestre del año?
L.S.: Tenemos a Nicolás Maduro, quien incluso persigue al Partido Comunista de Venezuela, y a María Corina Machado, quien está haciendo lo que le cuestionó a la oposición durante todos estos años. Ha habido una nueva dinámica de cooperación, basada en intereses económicos y no en principios democráticos, entre Estados Unidos y la dictadura de Venezuela. Maduro no quiere elecciones, pero sí hay una lucha interna dentro de la oposición, que se hiere, que se lacera, que se lastima entre sí, que divide y polariza la sociedad. Luego se establece escoger más o menos un líder, tratar de luchar para que haya unas condiciones electorales y democráticas, como si en cualquier lógica fuera posible que el candidato a reelección, el jefe de una tiranía, sea el que debe dar las condiciones electorales y democráticas para unas elecciones transparentes. Eso es completamente absurdo.
SEMANA: ¿Pero qué puede pasar en esas elecciones?
L.S.: Siempre se hace lo mismo. Tratar de generar una dinámica política interna, no que movilice a la comunidad internacional para que presione a este autócrata y que permita dar unas condiciones en las que la oposición pueda competir en unas elecciones presidenciales. Esto, obviamente, nunca ha pasado ni va a pasar, ¿verdad? Porque, además, las condiciones democráticas deben surgir de un accionar y de una actitud colectiva de la sociedad y no de una negociación entre cuatro políticos en Barbados, República Dominicana o en el Vaticano. Entonces, decidimos ir a participar sin condiciones, con todo en contra, sabiendo que Maduro se va a robar las elecciones. Nosotros vamos a tratar de hacer que las reconozca. Él no las va a reconocer, vamos a salir a la calle y la gente va a salir a protestar. Ellos van a salir a reprimir, a matar gente. La comunidad internacional se va a alertar, se va a pronunciar. Entonces, todo es un círculo vicioso que se repite una y otra vez, reduciendo la realidad política a esta coyuntura y anulando todos los demás espacios de lo que es la política.
SEMANA: ¿Qué piensa ahora de Gustavo Petro después de que reabrió las relaciones con la dictadura de Venezuela y siendo también un líder de izquierda?
L.S.: Mi interacción con Gustavo Petro siempre estuvo muy marcada por la polarización de la política en Colombia. Yo lo demandé hace un par de años cuando era candidato y tuvo que retractarse públicamente y reconocer que me había difamado. Evidentemente, veía con mucho escepticismo y mucha preocupación la llegada de Gustavo Petro a la Presidencia de la República. Pero debo confesar que tengo un interés actual de hablar con él. Creo que es importante que un presidente de Colombia nos escuche. Es beneficioso para nuestro país que el presidente de Colombia, en este caso, Gustavo Petro, me escuche y escuche a muchas víctimas. Si realmente tiene intenciones de ayudar a Venezuela, debería voltear su mirada también a defensores de derechos humanos, a activistas y a otros sectores de la sociedad venezolana que se han encontrado solos durante tanto tiempo.