LOS AHORRITOS DE LA IBAÑEZ

La secretaria y amante colombiana de Jaime Lusinchi, de nuevo en el ojo de la tormenta.

28 de agosto de 1989

Por estos días en Venezuela no se habla de otra cosa. No es para menos, pues en los 31 años de vida democrática nunca se había destapado un escándalo económico de esas dimensiones. Se trata de muchos miles de millones de bolívares que el venezolano medio siente como si le hubieran sacado del propio bolsillo. Y la tormenta ha alcanzado a una figura central del gobierno del ex presidente Jaime Lusinchi: la colombiana Blanca Ibáñez.
Según las denuncias del diputado Carlos Tablante, del Movimiento al Socialismo, la secretaria del presidente Lusinchi sería una figura clave del caso Recadi, un fraude de grandes proporciones perpetrado en el periodo en el que el régimen de cambio preferencial rigió en el país. Corrían los últimos meses del gobierno de Luis Herrera Campins, y el gobierno acababa de adoptar la primera devaluación en 20 años. Para beneficiar las importaciones, se adoptó un sistema múltiple de cambios con el dólar.
El sistema subsidió más del 70% de las importaciones de Venezuela, con divisas entre 7 y 14 bolívares, mientras el valor del mercado libre llegaba a 40. Pero el Recadi resultó el campo abonado para la corrupción, pues por lo menos US$6 mil millones fueron otorgados fraudulentamente.
Las denuncias de Tablante y el democristiano Douglas Dáger, ponen a la Ibáñez prácticamente en el centro del escándalo y la acusan de haber incurrido en "manipulación y remoción de cargos públicos, gestión de contratos, concesiones y regalías fiscales para personas allegadas y ocultamiento de informaciones sobre su patrimonio particular".
Es precisamente sobre el patrimonio donde se ha centrado la atención de los medios venezolanos. Ibáñez dejó grandes dudas sobre el origen de su fortuna, en una pregunta judicial que se le hizo el 7 de junio por denuncias similares. Sus "cosas particulares", no especificadas en sus declaraciones, incluirían una cuenta por más de US$6 millones en un banco de Miami, de propiedad de otro personaje del escándalo, el parlamentario Alberto (Beto) Finol. También se habla de propiedades en el estado de Florida, Estados Unidos, y en Caracas, a través de una compañía constituida con el ex ministro de Defensa, vicealmirante Andrés Brito.
Los caballos pura sangre, apartamentos, automóviles.de lujo y las propiedades a nombre de sus dos hijos, de 20 y 22 años, que se atribuyen a la Ibáñez, han contribuido a que en una reciente encuesta el 87.14% de los caraqueños la considerara culpable de los cargos, contra el 2.57% que la exoneró.Blanquita Ibáñez está en Miami, y se cree que a su regreso podría enfrentar la suerte de otros involucrados detenidos,entre ellos el magnate Nicomedes Zuloaga. Pero, para algunos observadores venezolanos, la fuerte presencia que Lusinchi mantiene en el gobernante partido Acción Democrática, crea interrogantes sobre la actitud del gobierno de Carlos Andrés Pérez, sobre todo a semanas de las primeras elecciones de gobernadores y alcaldes desde que se reinstauró la democracia.