MUNDO
Los belgas, “sedientos” regresan a bares y cafés después de siete meses de pandemia
Bélgica fue uno de los países más afectados en la primera ola de la pandemia el año pasado, y aumentó las restricciones ante el impacto de las oleadas posteriores.
Casi siete meses después del cierre de bares y restaurantes por la pandemia, los belgas regresaron este sábado a sus terrazas del país, considerado una de las capitales de la cerveza.
Bajo una fría llovizna, los primeros clientes comenzaron a reunirse en las terrazas de los cafés en Bruselas, con la esperanza de dar un paso más hacia el regreso a la vida normal.
En Chatelain, un popular distrito de bares y restaurantes de la capital, los que llegaban temprano se acurrucaban con abrigos de invierno bajo los toldos, pero estaban encantados de apoyar a sus negocios locales.
“Es el clima típico de Bruselas”, dijo Amy Marshall, una estadounidense de 42 años, al regresar a su lugar favorito, el Poz Café, cerca de su casa.
Lo más leído
Bélgica fue uno de los países más afectados en la primera ola de la pandemia el año pasado, y aumentó las restricciones ante el impacto de las oleadas posteriores.
Ahora, la campaña nacional de vacunación se ha acelerado, las cifras diarias de contagio han disminuido y el gobierno ha comenzado un regreso gradual a la normalidad.
Para los propietarios de bares y restaurantes es un alivio, especialmente para los que decidieron abrir su negocio en estos tiempos complicados.
“¡Elegí un momento ideal!”, bromeó Thomas Mamakis, de 31 años, al abrir su bar L’Altitude, que espera se convierta en un punto de encuentro en Forest, un distrito del sur de Bruselas.
Al inicio de la jornada, Mamakis estaba en la cocina haciendo masa para tacos, después de acomodar las mesas en la parte externa.
El regreso a los bares se hace de forma escalonada: las mesas están limitadas a grupos de cuatro personas, excepto familias más numerosas, y los clientes solo pueden acceder al interior para pagar o ir al baño. El cierre es a las 10:00 pm.
Dos meses
En Supra Bailly, un café estilo pub popular entre los bebedores de cerveza, Jean-Claude Heraals, de 35 años, tenía que contener su entusiasmo.
“Apenas un té para mí. Me hubiera tomado una cerveza, pero tengo que trabajar esta tarde”, dijo, para añadir que había planeado esta salida “¡durante dos meses!”.
El gobierno del primer ministro Alexander de Croo ha hecho del cierre de bares, cafés y restaurantes una parte clave de su estrategia anticovid, abriendo las terrazas semanas más tarde que el vecino Luxemburgo.
La política parece estar funcionando, aunque está lejos de ser popular, ya que numerosos propietarios de bares creen que el año pasado demostraron que podían reabrir de manera responsable con las restricciones de distancia adecuadas.
El gobierno ha brindado cierto apoyo y ha reducido drásticamente el impuesto al valor agregado sobre el alcohol para apoyar al sector.
Bélgica, un país de solo 11,4 millones de personas, ha tenido más de un millón de casos confirmados de covid-19 y casi 24.500 muertes desde el inicio de la pandemia.
Los casos han disminuido, pero aún se registra un promedio de unas 39 muertes al día desde hace varias semanas.
Disuelven fiesta prohibida en parque de Bruselas
A comienzos de este mes la Policía belga tuvo que intervenir en Bruselas para dispersar a miles de personas que se reunieron para “festejar” en un parque a pesar de las restricciones en vigor a causa de la pandemia del coronavirus.
Tras unas horas de tolerancia, las fuerzas de seguridad intervinieron “porque las medidas sanitarias no son respetadas”, explicó un comunicado.
Una veintena de furgones y camiones equipados con cañones de agua llegaron hasta el lugar del encuentro, el parque de Cambre, en uno de los barrios residenciales de la capital.
Apoyados por los cañones de agua, los policías avanzaron para dispersar a la multitud. Ante la resistencia de algunos grupúsculos, utilizaron gases lacrimógenos.
La reunión había empezado de forma relajada, tras una convocatoria por redes sociales que fue formalmente prohibida por las autoridades.
“Hemos venido para defender nuestra libertad ¿La mascarilla? No, yo no la llevo porque quiero ser libre”, explicó un estudiante de 18 años.
Otro joven bruselense dijo que “hace un año que esto dura. Un año sin poder salir. Al cabo de un momento hay que buscar alternativas”.
Un helicóptero sobrevoló el parque y un dron pidió en francés, inglés y flamenco a los asistentes que guardaran distancias y que se pusieran las mascarillas.
Ante la falta de respuesta, intervinieron las fuerzas policiales.
El primer ministro belga, Alexander De Croo, había pedido que no se celebrara esa reunión.
“Este tipo de eventos están organizados por algunos para desestabilizar una política que ha sido, a pesar de todo, muy razonable y muy tranquila, en comparación con otros países. No caigan en la trampa”, pidió.
En ese mismo parque otra concentración no autorizada había causado más de 30 heridos el 1 de abril, al ser dispersada por la policía.
Con información AFP