Estados Unidos
Los crudos testimonios contra Trump por su actuación durante el ataque al Capitolio
La responsabilidad de Donald Trump durante los disturbios del Capitolio en 2021 sigue siendo tema de controversia. Testimonios de exfuncionarios estrechan el cerco sobre el expresidente.
El 6 de enero de 2021 cientos de fanáticos del entonces presidente, Donald Trump, se reunieron al frente del Capitolio en Washington con una sola intención: impedir que Joe Biden fuera declarado como ganador de las elecciones, alegando un supuesto fraude, del cual nunca hubo pruebas.
Airadamente, los manifestantes se tomaron el edificio en defensa del entonces mandatario, interrumpiendo la audiencia en la cual se estaba certificando a Biden como justo ganador. El resultado final fueron cinco personas muertas, incluido un policía, y más de 50 capturados, pero todos los caminos conducen a que Trump, como presidente, tuvo mucho que ver con la irrupción en el Capitolio.
El comité que investiga la labor del exmandatario durante los disturbios llegó a una primera conclusión: Trump venía planeando las protestas desde tiempo atrás. Uno de los asesores del entonces presidente declaró que recibió un mensaje de texto de parte de otro funcionario mucho más cercano al despacho oval, le decía que fuera a las protestas del 6 de enero, ya que iban a estar “salvajes”.
Según los testimonios, la Casa Blanca estaba dividida en dos. Una parte del equipo intentaba hacer razonar a Trump sobre la imposibilidad de que existiera un fraude, mientras que la otra animaba al presidente a alimentar rumores de que los demócratas se habían robado las elecciones con ayuda de Irán, China o Venezuela. Teoría que Trump respaldó.
Los testimonios que han sido desvelados son de auténtica locura. Muestran a un Trump desesperado por intentar revertir los resultados y atacando a todo aquel que no quisiera apoyarlo en su cruzada por intentar quedarse como presidente otros cuatro años.
Fue tal la insensatez que se vivía en esos momentos que, según Cassidy Hutchinson, asistente de Mark Meadows, jefe de Gabinete de Trump, este alcanzó a subirse a una de sus limusinas con la intención de conducir hasta el Capitolio para acompañar las marchas. “Soy el maldito presidente, llévame al Capitolio ahora”, le habría dicho Trump a un funcionario del Servicio Secreto con el cual forcejeó en el auto.
Ese no fue el único testimonio que dio Hutchinson, ya que contó que tanto Trump como los asesores más cercanos tenían total conocimiento de que los discursos que daría el presidente en Washington podrían alentar la violencia, contradiciendo la defensa del republicano que alega que el asalto al Capitolio fue totalmente espontáneo y que no tuvo nada que ver con el Gobierno.
El mismo Meadows también terminó en el ojo del huracán por cuenta de este escándalo, pues varios testimonios de exfuncionarios muestran que presionó al Departamento de Justicia para que investigara las teorías conspirativas planteadas por allegados a Trump.
Asimismo, Meadows sigue siendo investigado porque el día de los incidentes, cuando un asesor le preguntó desesperadamente qué pensaba hacer el presidente, él respondió que Trump no quería hacer nada, quería dejar que los disturbios prosiguieran sin importar las consecuencias.
No está del todo claro de qué lado estaba Meadows. Se dice que estuvo de acuerdo cuando Fox News le pidió al presidente Trump que intentara parar los disturbios; pero también se supo que el asesor le había enviado un mensaje de texto a Ginni Thomas, una activista conservadora, casada con el juez de la Corte Suprema Clarence Thomas, diciéndole que anular los resultados de las elecciones era “una lucha del bien contra el mal”.
Otra de las conclusiones es que Trump sí instigó a las manifestaciones con suficiente premeditación y con una estrategia definida. Muestra de esto es un borrador de un tuit que se había redactado días antes del ataque. “Haré un gran discurso a las 10 a. m. el 6 de enero en la Elipse... Por favor, lleguen temprano, se esperan multitudes. Marchen al Capitolio después. Detengan el robo”, decía el trino, aprobado por Trump, que nunca vio la luz.
Por todo esto, sumado a los múltiples llamados que hizo el entonces presidente para que sus votantes salieran a marchar, con más de 13 tuits antes del asalto al Capitolio, es fácil concluir que Trump no solo deseaba provocar las violentas manifestaciones, sino que no quiso hacer mucho para evitarlas o detenerlas. Por el contrario, terminó caldeando los ánimos de grupos extremistas.
“El trino de la 1:42 a. m. alentó y provocó a sus seguidores, especialmente a los peligrosos extremistas de los Oath Keepers, los Proud Boys y otros grupos racistas y nacionalistas blancos que luchan contra el Gobierno”, dijo uno de los miembros del comité que investiga a Trump.
El vicepresidente Mike Pence se tuvo que esconder en el Capitolio durante el asalto y, según el comité, la turba de seguidores de Trump lo habría asesinado de haberlo encontrado, pues el presidente lo señalaba como el responsable “por no hacer lo que debía”. Es más, se supo que el mismo Pence fue quien tuvo que desplegar a la Guardia Nacional para proteger el edificio y a los funcionarios presentes.
Aun así, a pesar de todas las revelaciones, parece que hay mucho que contar y definir, dado que faltan numerosos testimonios claves de funcionarios, asesores y testigos de lo que ocurrió durante el 6 de enero de 2021. Por ejemplo, se supo que el Servicio Secreto eliminó mensajes de uno de sus agentes clave, además de que aún hay mucha información que no ha entregado dicho servicio de seguridad y que podría ser vital para el caso.
Trump estaba “cada vez más separado de la realidad”, aseguró el ex fiscal general William P. Barr, argumentando que muchas veces le dijeron al presidente que su teoría del fraude era totalmente descabellada y sin ningún fundamento. Aun así, el exmandatario sostiene que la investigación es un fraude.
Será cuestión de tiempo antes de que se sepa qué cuota de responsabilidad tuvo Donald Trump en el asalto al Capitolio. Sin embargo, los informes y descubrimientos resaltan una fuerte negligencia y un llamado a la acción a sus furiosos manifestantes. También, queda en duda si esta investigación puede quebrar la intención de Trump de ser candidato de nuevo en 2024.