Venezuela
“Los dictadores están en algún lugar del infierno”: embajador de Uruguay en la OEA habla en SEMANA sobre su fuerte rechazo a la dictadura de Maduro
El embajador de Uruguay en la OEA, Washington Abdala, se volvió viral tras su despachada contra Nicolás Maduro en este organismo internacional. “No podemos aflojar”.
SEMANA: Su discurso ante la OEA recogió el sentimiento de millones. Los embajadores suelen tener intervenciones prudentes y un tono menos altisonante. ¿Por qué decidió hablar de esa manera?
Washington Abdala: Imprudente no fue. Mi discurso fue apasionado, que es distinto. La imprudencia es cuando se ingresa en un territorio de lo irracional; lo prudente es justamente tener el tono firme cuando ya no quedan otros recursos. En definitiva, lo que se tiene es que enfrentar una dictadura que ejerce una violencia descomunal, que está practicando un terrorismo de Estado. Las palabras deben tener cierta simetría. Lo que se hizo fue emitir un mensaje de frontal discrepancia de lo que está siendo el ejercicio autoritario y despótico del poder en Venezuela.
SEMANA: Horas después de su discurso se produjeron las conmovedoras marchas de millones de venezolanos en todo el mundo. ¿Qué sintió este sábado?
W.A.: Estoy entre emocionado y motivado a creer que en definitiva esto no tiene que aflojarse. La gente en el mundo tiene la posibilidad de hacer lo que en Venezuela no se puede hacer. El Helicoide tenemos claro lo que es, tenemos claro cómo marcan a la gente, tenemos claro los 200 y pico de chiquilines que están privados de libertad entre más de mil y pico de detenidos. Entonces, lo que el mundo puede hacer en el territorio libre es realmente importante.
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SEMANA: ¿Cómo explica que María Corina Machado haya podido aglutinar este sentimiento?
W.A.: Ahí hay una mujer que ha tenido el coraje, la fiereza, pero la inteligencia de saber articular las fuerzas políticas en Venezuela. También de saber sacrificarse, inclusive en lo personal, en el repliegue de su propio liderazgo. Edmundo González Urrutia es seleccionado como el candidato de las fuerzas de oposición, tras la prohibición a María Corina y su sucesora de ser candidatas. Ahí hubo fue un gesto magnánimo de grandeza de ella para seguir articulando la voluntad del pueblo venezolano. Ese es un éxito descomunal. Max Weber hablaba del carisma y lo definía como la cualidad irracional que genera niveles de adhesión en el plano emotivo. Usted no siempre entiende y tiene esto en el continente. Es más, es bastante escaso el carisma en el planeta. El caso de ella es el epítome de una persona que tiene la capacidad de representar y representar a la gente. Hay algo muy especial que se produce entre ella y la gente. Ella es una especie de Juana de Arco que va contra todo.
SEMANA: Este jueves, el Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela ratificó la reelección de Maduro. ¿Qué piensa?
W.A.: Una vez más, el tribunal hace lo que todos sabíamos que iba a hacer: correr la línea de la dictadura procurando convalidar el camino legitimado. Postura consecuente con Maduro y los autócratas del gobierno. No es novedad, no nos sorprende. Estamos enfrentados a gente que no va a reconocer la voluntad de los venezolanos. Edmundo González la describió como nula. Me parece que esa es la mirada jurídica. No nació, no es válido, no tiene legitimidad jurídica.
SEMANA: Tras las elecciones, Maduro ha arremetido de manera feroz por todos los frentes. Hay detenciones, muertos, leyes contra el “fascismo”. ¿Si tiene salida a la democracia esa situación?
W.A.: Siempre hay que ser optimista. Los dictadores están en algún lugar del infierno. No sabemos si es soberbia, egocentrismo, vanidad, violencia o la sumatoria de todo eso. También tengo claro que contra los dictadores lo que hay que hacer es no aflojar. Hay que seguir aumentando la narrativa. Porque Maduro es muy hábil construyendo la narrativa. Convoca a un congreso contra el fascismo. Tiene el manual cubano desarrollado perfectamente, esa habilidad de ir instalando una pieza delante de otra pieza y no decir la verdad. La secuencia de los acuerdos de Barbados y el proceso electoral no eran lo pactado. No se puede permitir que haya más muertos y violaciones a los derechos humanos en Venezuela.
SEMANA: El presidente Gustavo Petro y el presidente Lula da Silva han intentado mandarle a Maduro unos salvavidas. Uno de estos es plantear la posibilidad de repetir las elecciones en Venezuela. ¿Lo ve viable?
W.A.: Yo no voy a opinar de los presidentes de otro país porque no me corresponde. Lo que sí voy a decir es que está bravo plantearle a otro que haga una nueva elección cuando acaba de ganar alguien y la ganó democráticamente. Yo estoy con María Corina en eso. Es decir, ¿hacer otra elección porque alguien tiene dudas, pero las dudas se pueden disipar inmediatamente mirando el volumen gigantesco de copias de actas? Me da la impresión de que plantear un nuevo acto eleccionario es mofarse en la cara al pueblo venezolano que está entregando vidas, sacrificio, alma, tiempo, dedicación. Es mofarse aún más en la cara a esos 8 millones de venezolanos que andan por el mundo y que no salieron a hacer turismo, sino que han salido desesperados, víctimas del desplazamiento forzado. Hay un punto en donde la hilaridad se termina y uno lo que tiene es que respetar estrictamente lo que el pueblo manda. No me meto en las opiniones de otros, pero creo que nadie debería ni siquiera imaginar nuevas elecciones porque también se le podría llegar a plantear a cualquiera. El acto electoral es un acto sacro.
SEMANA: Es decir, ¿le parece un irrespeto?
W.A.: Maduro ha utilizado todos los excesos posibles para instalarse en el poder. Allá se dijo que por las buenas o por las malas o con baño de sangre. Llegamos a un punto donde lo único que corresponde es estar del lado correcto. Acá hay también un tema moral, hay un tema kantiano, hay un tema del deber ser, hay que estar del lado de lo bueno, de lo correcto, de lo ético. Si usted apoya un nuevo llamado a elecciones es porque no está respetando al 80 por ciento del pueblo venezolano. Es una tomada de pelo.
SEMANA: ¿También le parece que es una tomadura de pelo proponer un gobierno de coalición?
W.A.: Voy a dar un ejemplo pedestre. Es como si en la final de un mundial Francia le dice a Argentina: “Nos parece que en realidad ustedes no son los campeones del mundo. Entonces, tendríamos que jugar un partidito ahora la semana que viene”. Es una tomada de pelo. En Colombia, el señor Petro ha sido elegido por la ciudadanía, esa es la realidad. Nadie se plantearía: “Bueno, ahora llamamos a una nueva elección”. No. Eso es imposible. Hay que respetar el resultado, y a los que no les gusta deben esperar a la próxima elección. Ahora, si usted viene con negocios de coalición o negocios de transición, ¿para qué llamó a elecciones? No parece lógico y además parece imprudente, injusto y autoritario.
SEMANA: ¿Qué salidas ve usted?
W.A.: Todos se tienen que poner de este lado de la vereda. Y si hay alguno que encuentra una forma de transmitir algún otro camino para que se vaya Maduro está muy bien que lo ejercite, pero es lo único que se tiene que hacer: caminos para desplazar al señor Maduro, al señor Cabello, al señor Padrino, al señor Rodríguez. Ellos no tienen que estar más en el poder en Venezuela porque el pueblo les dio la orden de desalojo. Se tienen que retirar. En este asunto, cualquier tribulación o cualquier camino intermedio es faltarle el respeto a la democracia. Cualquier camino diferente es un irrespeto a Venezuela.
SEMANA: ¿Qué salida en la comunidad internacional podría tener Maduro? ¿Usted ve caminos como una amnistía a cambio de que se vaya?
W.A: Ahí hay un debate bien complejo porque los delitos de lesa humanidad son de naturaleza imprescriptible. Maduro tiene un proceso en la Corte Penal Internacional, que está caminando desde el año 2018. Pero también sucede que hay países que no han suscrito el tratado de Roma, entonces quizás puedan darle esa salida. Pero el tema es que es probable que el señor Maduro quiera seguir empotrado ahí. Son las señales que emite segundo a segundo. No podemos aflojar. A la dictadura le llegó su hora. Llegó su hora de repliegue y llegó su hora de caída del telón.