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SEGUNDA VUELTA

Los dos que se disputan una histórica presidencia en Francia

Emmanuel Macron, el candidato que se definió de izquierda y de derecha concluyó la primera vuelta como puntero, con cerca de 23.7 % de los votos. Se enfrenta a otra gran favorita de los sondeos, la representante de extrema derecha, Marine Le Pen.

23 de abril de 2017

La amenaza terrorista que recae sobre Francia no impidió una alta participación este domingo, cuando se llevó a cabo la primera vuelta para elegir al sucesor de François Hollande en la presidencia. 

Emmanuel Macron, un candidato joven, se impuso sobre la ultraderechista Marine Le Pen por casi dos puntos porcentuales. La elección final, crucial para el  futuro de
 la Unión Europea, será el 7 de mayo. Mientras tanto, los ojos del mundo están puestos en quién será el próximo mandatario que afronte la incertidumbre económica y una grave crisis social y política.

Marine le Pen, la candidata de los anti sistemas



Durante varios meses, la candidata de extrema derecha, Marine Le Pen fue la favorita de los sondeos para la primera vuelta de la elección presidencial francesa. Antes de terminar segunda, con 21.7 por ciento de los votos a su favor, contra los 23.9 que colectó su opositor, Emmanuel Macron. Ahora, tratará de romper el "techo de vidrío" que siempre impidió a su padre acceder al máximo cargo ejecutivo del país, frente a la alianza de sus contrincantes.

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Antes que nada, Marine Le Pen es una heredera. La abogada de 48 años heredó el nombre de Jean Marie Le Pen, quien fundó el Frente Nacional (FN) en 1972, su fortuna y el discurso nacionalista anti migración y anti unión europea que ha sido uno de sus principales argumentos de campaña.

Sin embargo, desde que tomó las riendas del partido en 2011, la eurodiputada ha buscado desdiabolizar la imagen pública que su padre construyó durante décadas a punta de escándalos y de declaraciones racistas que le valieron ser excluido del movimiento en 2015.

Gracias a esta estrategia, basada en la suavización de su discurso ahora enfocado en contra de la Unión Europea y el Islam, y en el cambio de los símbolos que representaban a su facción política, Marine le Pen ha logrado un aumento constante de la votación que comenzó con 17.9% de los sufragios en las presidenciales de 2012, de 25% en las elecciones europeas de 2014 y de 28% en los comicios regionales de 2015. Aunque según reconoció ella misma, estas elecciones presidenciales serán el verdadero revelador de los frutos que cosechó y que podrían llevarla a dirigir el país galo. 

Más todavía carga con algunos lastres la presidente del Frente Nacional, de los que tendrá que despojarse pronto. Primero, Marine le Pen ha sido citada a comparecer ante la justicia por un presunto desvío de fondos públicos en el que incurrió durante su mandato europeo; el caso podría costarle una fuerte sanción cuando concluya su inmunidad parlamentaria.

Luego, sigue llamando la atención la relación que mantienen varios miembros de su círculo inmediato, como Frédérico Chatillon o Axel Loustau, con grupúsculos de extrema derecha radical. En tanto que finalmente, el principal obstáculo podría encontrarse en el seno de su propio partido en el que se disputan el poder dos facciones rivales.

Por un lado está su principal lugarteniente, Florian Phillipot, un antiguo comunista responsable del programa económico social proteccionista con el que el FN conquistó los bastiones obreros del norte del país, los cuales le han dado el empuje electoral que necesitaba para llegar a la segunda vuelta presidencial. Mientras que en el otro se encuentra su sobrina, Marion Marechal le Pen, cercana a su padre y al zócalo electoral del sur de Francia, tradicionalmente conservador en lo social y liberal en lo económico, que podría buscar retomar su control en caso de derrota de la línea asumida hasta el momento por Marine le Pen.

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Hasta el momento, la alquimia entre ambos movimientos ha funcionado gracias a una mezcla de populismo en el discurso nacionalista que maneja, con el rechazo de los partidos tradicionales que crece en numerosos países europeos, pero sólo el tiempo dirá si con esta mezcla heteroclita, la candidata FN logrará quebrar la alianza entre sus opositores y gobernar el país sin tener una mayoría clara en el parlamento, en caso de resultar elegida como la próxima presidenta de la República francesa.

Macron, el favorito de las elecciones francesas

Emmanuel Macron es un candidato precoz. Fue asociado-gerente de la banca financiera Rotschild a los 30 años, secretario general adjunto de presidencia a los 33 y ministro de economía ese mismo año en el gobierno de Francois Hollande. Ahora, está en buena posición para convertirse en el más joven Presidente de la República en la historia de Francia, después de haber resultado vencedor en las primera vuelta de las elecciones galas en las que obtuvo 23.7 % de la votación total, por encima de la candidata de extrema derecha Marine Le Pen, quién obtuvo 21.7 %.

Nada parece poder frenar la carrera metórica del que fue nombrado en su momento el "Mozart del Eliseo", quien postula por el máximo cargo del país a sus 39 años. El candidato que era desconcocido del público hace todavía tres años, logró montar en un tiempo récord su postulación a la dirección del poder ejecutivo a través del movimiento "En Marche", que definió como al mismo tiempo de izquierda y de derecha. De acuerdo con el periódico francés Le Monde, en su programa, Macron defiende una política económica de libre mercado moderada con la que buscará establecer un equilibro entre la supresión de miles de puestos de funcionarios públicos y el favorecimiento de una transición económica hacia las nuevas tecnologías y las energías renovables dirigido por la empresa privada.

A pesar de que fue presentado por sus contendientes como el abanderado del presidente saliente, quien deja el puesto con unos niveles récord de impopularidad, Macron supo aprovechar una coyuntura favorable en la que las candidatos de los grandes partidos políticos tradicionales vieron sus campañas mermadas por escándalos personales y por el cansancio ciudadano de la alternancia que se repartió el poder en Francia durante las últimas siete décadas.

Después de ser presentado como favorito de la elección tras su victoria en las primarias del partido conservador "Los Republicanos", Francois Fillon, vio como los escándalos de corrupción por los que se encuentra imputado por los delitos de malversación de fondos y apropiación indebida de bienes sociales salpicaron su campaña y lo dejaron en el umbral de la segunda vuelta con 19.5% de los votos computados a su favor.

Mientras que por su parte, el representante del partido socialista en el poder (PS), Benoit Hamon, concluyó una terrible campaña en la que muchos de sus compañeros políticos lo abandonaron a favor de Emmanuel Macron y del candidato de la extrema izquierda, Jean Luc Mélenchon, lo que lo dejó con apenas 6.2 por ciento de votos: el peor total reciente de un candidato socialista.

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Entre otros elementos a su favor, el hombre que fue presentado durante un tiempo como el nuevo "Kennedy francés" contó con el apoyo de los medios de comunicación que cubrieron asiduamente su historia de amor con Brigitte Trogneux, su profesora de francés y de teatro desde el liceo, con quien está ahora casado y que podría convertirse en la primera dama de Francia. Pero para eso, Emmanuel Macron, quien nunca ha sido elegido en un cargo de elección popular, va a tener que lidiar con su principal competidora: Marine Le Pen.

De acuerdo con el sondeador francés Jerome Fourquet, este encuentro será representativo de la nueva polarización política francesa que opone los "vencedores de la mundialización", a sus "perdedores". Lo cual se traduce en términos políticos por la confrontación entre un candidato abiertamente liberal, mundialista y pro europeo y la defensora de un proteccionismo antiimigrante y antieuropeo, partidario de una "Francia para los franceses", como defendió la candidata.

De acuerdo con Fourquet, el electorado de Macron es compuesto en gran medida por la clase media favorecida conocida como CSP+, compuesta por jóvenes ejecutivos, cuadros directivos de empresas y electuales mayoritariamente situados en centros urbanos, mientras que los de Le Pen son en su mayoría antiguos obreros o clases menos favorecidas asentadas sobre todo en las regiones.

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Aunque el camino parece despejado para el liberal Emmanuel Macron, después de recibir el apoyo del tercer candidato a la presidencia Francois Fillon, los resultados de las elecciones recientes estadounidenses de las que salió vencedor Donald Trump y la derrota de los proeuropeos ingleses en el Bréxit deberá servir de aviso para que no se confíe.

Además de que la llegada a la presidencia de un hombre sin partido y sin un soporte electoral claro en las cámaras de senadores y diputados, si se confirma, configurará un precedente en la historia gala que Macron deberá sortear para asegurar la maniobrabildiad política de la sexta potencia económica mundial.