Argentina
Los dos Milei: mientras los indicadores mejoran para el libertario, el día a día es más difícil, ¿que sigue para Argentina?
El presidente argentino está cerca de cumplir tres meses en el poder, pero la economía vive un momento ambivalente. Mientras que en términos macro va mejorando, el día a día de la ciudadanía se hace más duro.
Javier Milei llegó al poder en Argentina prometiendo una ruptura sin igual para la historia del país. Después de más de dos meses en el poder, sin duda lo ha logrado de cierta manera. El presidente ultraliberal ha liderado una serie de reformas que podrían darles un vuelco a la economía y a la sociedad, pero hasta ahora los resultados han sido más que mixtos y las alarmas de buena parte de la ciudadanía están encendidas.
La clave para el mandatario gaucho está siempre en la economía, el rubro más importante en un país que respira crisis desde hace años: alta inflación, mercados estancados y una moneda que simplemente sirve para muy pocas cosas en el mercado internacional por su alta volatilidad. Por eso, al llegar a la Casa Rosada prometió acabar con la emisión monetaria, desregular muchas actividades y terminar con los exagerados gastos de las instituciones públicas.
Entre las propuestas del gigantesco paquete económico se encuentran quitar obligaciones a las empresas –como el abastecimiento de alimentos a sus empleados–, eliminar la promoción industrial en zonas pobres, así como desregular los aumentos para los inquilinos, impulsar la privatización de las empresas públicas y quitar trabas e impuestos para importaciones y exportaciones. Asimismo, limitar el derecho a huelga y avalar jornadas laborales de hasta 12 horas diarias.
No obstante, muchas de las medidas del mandatario se frustraron al encontrarse con un muro en el Congreso argentino, que se ha negado a aprobar el grueso de las reformas. Para Milei, ese ha sido uno de los frenos principales para que su proyecto de país aún no haya despegado, pues afirma que este es “un proyecto de ley que bien puede determinar el destino de nuestra patria”.
Pese al rechazo legislativo, hay cifras que parecieran respaldar lo que ha sido el gobierno de Milei; por ejemplo, lograr un superávit fiscal después de 12 años. En general, las cifras macroeconómicas parecieran ir bien, lo que se refleja en el respaldo a bancos, bonos y acciones argentinas, mientras varias empresas extranjeras anuncian inversiones en esa nación. Asimismo, el dólar se ha estabilizado y el indicador de riesgo país está en su nivel más bajo desde hace dos años.
“La gente también cree que el plan económico está afectando su nivel de consumo: la inflación se trepó al 254 por ciento y la pobreza está en el 57 por ciento. No obstante, la reciente alza del salario mínimo, que contribuye más al alza inflacionaria y parece contradictoria con su plan de recorte del gasto social, es entendible para mantener a raya la conflictividad social en las calles”, manifiesta Manuel Camilo González, profesor de relaciones internacionales de la Universidad Javeriana, a SEMANA.
En efecto, miembros de la oposición han protestado contra las medidas económicas del Gobierno, por lo cual se ha hecho común que todas las semanas multitudinarias marchas ocupen las calles de las ciudades más importantes de Argentina. Aun así, el Gobierno Milei hace oídos sordos y mantiene las medidas anunciadas para sacar al país del hoyo económico en el que vive desde hace años.
“La oposición peronista también cuenta de su lado a la calle para presionar al Gobierno a fin de no llevar adelante sus proyectos so pena de ver desestabilizado el país y su administración. Por tanto, estamos hablando de jugar a la economía política, es decir, de crear ganadores y perdedores con decisiones que se toman en democracia”, dice González.
Milei espera en los próximos meses recortar 5 puntos del PIB del gasto público, algo sumamente inédito para cualquier política monetaria del mundo, pero de a pocos ha dado muestras de alcanzar sus metas en este rubro. Cerró la mitad de los ministerios, canceló renovaciones de empleados, frenó obras públicas, rebajó subsidios y eliminó el gasto de publicidad estatal casi en su totalidad.
Muchas de estas medidas han sido aplaudidas por instituciones internacionales. Analistas de HSBC afirman que en los próximos meses vendrán etapas de estabilización de la economía y una corrección de rumbo para el mandatario. Aseguran que la devaluación tendrá que ceder y la inflación anual caerá hasta 210 por ciento en comparación con el 250 por ciento actual. El FMI es más optimista, pues asegura que este rubro llegará a los 150 puntos, bajando de igual manera.
Un duro panorama
A pesar de los buenos pronósticos internacionales, la realidad es que el día a día en Argentina se volvió más difícil. El costo humano de las reformas ha sido enorme. La pobreza ha experimentado un notable aumento, elevándose del 49 al 57 por ciento de la población. Este incremento se sitúa apenas unos puntos por debajo de las cifras registradas en 2001, cuando el país registró la peor crisis económica de su historia. El diagnóstico es que la inflación cedió porque ahora más personas no tienen con qué gastar.
Según indicadores de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa, las ventas minoristas cayeron 26,5 por ciento y el consumo masivo bajó un total de 18 puntos porcentuales en enero. Esto podría llevar al país al escenario que el mismo Milei vaticinó, la estanflación, que significa una inflación alta, pero con la economía estancada. Según el FMI, la economía argentina se contraerá 2,8 por ciento este año.
“El mismo Gobierno ha reconocido que la inflación debe llegar a un techo para luego bajar. Ese es el plan de Milei. Con todo, estas son las preguntas subyacentes: ¿cuánto resistirá la gente el sacrificio para lograr un bienestar futuro? ¿Qué tanto del ajuste cae sobre el Estado y no sobre los ciudadanos, lo que ha prometido el presidente?”, manifiesta González.
Siguiendo con los indicadores, el precio de los alimentos se triplicó en el último año, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos. Esto, además, podría empeorar con la decisión del Gobierno de dejar de enviar insumos a los más de 48.000 comedores populares. El argumento es que necesitan hacer transparente el proceso y no depender de intermediarios, y, mientras tanto, más de 10 millones de beneficiarios de los comedores quedarán en el limbo.
El futuro parece más oscuro según lo manifestó el mismo Javier Milei, pues “el momento más duro será entre marzo y abril”. No obstante, aseguró que la recuperación vendrá en forma de V, por lo cual, cuando se toque el piso, el país empezará a ir en ascenso. Además, podría venirse a pique la popularidad del mandatario: según el sondeo de Zuban Córdoba y Asociados, el presidente cayó en imagen 4 puntos en cuestión de un mes, hasta el 44 por ciento. Está por verse qué cara de Milei será la que triunfe: la de los pronósticos favorables o la de una crisis inevitable.