MUNDO

Los efectos en América Latina del conflicto en Ucrania

La difícil relación con Estados Unidos explica cierto desapego ante la posición de Washington frente a Rusia en el conflicto con Ucrania, que puede tener efectos económicos y hasta legales para la región.

Alianza DW
24 de febrero de 2022
Ucrania-Rusia
Una persona con un sombrero con una bandera ucraniana asiste a una protesta contra la guerra, después de que el presidente ruso, Vladimir Putin, autorizó una operación militar en el este de Ucrania, frente a la sede de la Unión Europea, en Barcelona, España, el 24 de febrero de 2022. REUTERS/Nacho Doce | Foto: REUTERS

Aunque América está a miles de kilómetros del potencial frente de combate y América Latina es un actor que tiene poco que decir en el escenario donde se están desarrollando las discusiones en torno al conflicto entre Rusia y Ucrania, los efectos de una guerra o, incluso, de una mera tensión política de largo aliento, se van a dejar sentir también en esta región. Tarde o temprano, lo que parece suceder en un planeta diferente llega a las puertas de todos los hogares. En un mundo globalizado, es imposible que sea de otra forma.

“Estamos hablando de un conflicto que se podría desatar entre los dos países que producen más petróleo y gas en el mundo (Estados Unidos y Rusia). Esto elevaría el precio de los energéticos y nosotros lo sentiríamos cuando paguemos el recibo de la luz”, explica a DW la profesora de Geopolítica Stephanie Henaro, que además es columnista del diario mexicano El Economista. Ello, a la larga, llevaría la inflación al alza, agrega. “Te pongo como referente a Estados Unidos, que tiene ahora una inflación de 7,5 %. Se calcula que, si se desata el conflicto, podría llegar hasta un 10 %, y si eso pasa en EE. UU., el resto del continente sufrirá algo similar”.

La abogada chilena experta en derecho internacional, Paz Zárate, coincide en los efectos que tendrá en el valor del gas y el petróleo. Pero ella agrega otro aspecto que considera relevante: “Esta controversia versa sobre el respeto a la soberanía (poder decidir con quién tener alianzas) y al territorio (que ningún Estado anexe lo que corresponde a otro, de manera que las fronteras actuales se respeten sin retrotraernos a un siglo atrás). Y, finalmente, que cualquier controversia se solucione de modo pacífico. Estos son principios fundamentales en las relaciones internacionales”.

Para Zárate, si se aleja la respuesta diplomática en el caso de Rusia y Ucrania, existe la posibilidad de que los países de América Latina “evalúen su posición ante estos principios, que han servido para conducir los asuntos en nuestra propia región, que es la que en la actualidad más conflictos fronterizos resuelve de manera legal (con casos ante La Haya), evitando así el uso de la fuerza”.

Apoyo en español latino para Rusia

En una entrevista radial difundida este martes 22 de febrero, Donald Trump expresó su respaldo al movimiento realizado por Putin e incluso insinuó que algo similar debería hacer Estados Unidos con México. Tras alabar al mandatario ruso por declarar independiente a una parte de Ucrania (“eso es maravilloso”, expresó), agregó que “podríamos usar eso en nuestra frontera sur”. Luego, por medio de un comunicado, sostuvo que Putin “nunca habría hecho durante la administración Trump lo que está haciendo ahora, ¡de ninguna manera!”.

Ese respaldo a Rusia no es extraño en Trump, pero tampoco en la región, donde ya algunos países han mostrado su venia al despliegue ruso. “Es una repetición de lo visto antes en relación a la invasión de Crimea”, dice Zárate. “Rusia lleva tiempo aumentando su contacto con los países latinoamericanos, particularmente aquellos donde los sentimientos antiestadounidenses son profundos (Cuba, Nicaragua, Venezuela, Bolivia). Pero, más allá del sentimiento, estos países se han beneficiado de acuerdos de armas en los últimos años, de vacunas en el último tiempo, y agradecerán siempre la cooperación e inversiones rusas, particularmente en el sector energético”.

Henaro estima que “uno de los efectos colaterales de la pandemia ha sido el regreso de los nacionalismos, y en el caso de los mexicanos, eso se ve fuerte frente a estadounidenses y españoles”. La especialista dice que “la difícil relación que tenemos con Estados Unidos” explica esta reacción, en el caso mexicano, y serviría para entender por qué en redes sociales se ve tanto respaldo a la figura de Putin. Y pone como ejemplo al mismo presidente Andrés Manuel López Obrador, que tiene un discurso muy afilado contra Washington.

“De alguna manera, en el inconsciente mexicano está muy clara la pérdida de la mitad del territorio y la relación asimétrica con Estados Unidos. Hay una sed de venganza por lo que EE. UU. le ha hecho a México, aunque sea totalmente contraproducente, porque nuestra economía depende un 80 % de la economía de Estados Unidos, y si a Estados Unidos le va mal, a México también le va mal”, agrega la experta mexicana.

La gripe y la pulmonía

Es probable que ese discurso antiimperialista, en relación a Estados Unidos, considere a cualquier enemigo de la potencia norteamericana como un posible aliado. Eso a nivel de algunos ciudadanos, porque a nivel de gobiernos el escenario es otro. “Dado que existe la posibilidad de un conflicto directo por territorio entre Occidente y Rusia (cosa que desde 1945 no ha sucedido en Europa), quizás existan peticiones de solidaridad más concretas, ya sea por parte de Occidente (apoyo a sanciones, por ejemplo) o por parte de Rusia para tratar de compensar el efecto de algunas sanciones, o bien para hacer demostraciones de poder en zonas estratégicas”, estima Zárate.

“Tenemos a Daniel Ortega, Nicolás Maduro y Miguel Díaz-Canel celebrando los movimientos de Putin, y a Trump diciendo que esto podría replicarse en México. El mayor efecto que ha causado todo esto es una ola discursiva”, dice Henaro, quien recuerda un dicho popular que puede servir para poner algo de luz respecto a los efectos de un posible conflicto para una región que, con bastante desdén y una pizca de ironía, es conocida como el “patio trasero” de Estados Unidos: si al norte le da gripe, al sur le da pulmonía. En esa lógica, apoyar a Rusia puede, incluso, ser contraintuitivo.

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