Mundo
Los hijos del 11S: ¿Cómo fue vivir con la ausencia de sus padres?
A 20 años de los atentados del 11 de septiembre, son muchos los hijos que a duras penas recuerdan a sus madres o padres que fallecieron en los ataques terroristas.
Dos recuerdos muy nublados, eso es lo que recuerda en una entrevista con la National Public Radio (NPR) Amanda Trerotola de su madre, Lisa. Ella fue una de las casi 3.000 personas que murieron en los atentados a las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001, era una amable trabajadora de 36 años que se desempeñaba como asistente administrativa de la Autoridad Portuaria, que tenía su oficina en la Torre Norte.
Amanda y su hermano gemelo, Michael, tenían a duras penas 3 años cuando la tragedia tocó a su puerta, pero fue muchos años después de que fueron conscientes de lo que había ocurrido a su madre. Teniendo 11 años, su padre les decidió contar la verdad, que su madre había muerto en los ataques del 11 de septiembre.
En medio del shock de la noticia, Amanda únicamente recuerda la reacción de su hermano. “Solo recuerdo a mi hermano metiendo la cabeza en la almohada y llorando sin parar”. Para Amada, ese sentimiento es algo que jamás desaparece: su familia siempre será parte de una tragedia nacional.
Como el caso de Amanda se calcula que hay por lo menos 100 más, de personas que siendo muy pequeñas o aún sin haber nacido perdieron a sus padres en los ataques terroristas de hace 20 años. Este segundo tipo de víctimas dicen que han sufrido más esa ausencia al no tener ni siquiera un esbozo de recuerdo de sus padres.
Lo más leído
Luke Taylor es uno de esos casos de personas que jamás llegaron a conocer a sus padres. Su papá biológico murió en el atentado al Pentágono del 11 de septiembre, mientras que su madre falleció de cáncer dos años después. “De niño siempre supe que tenía dos papás en el cielo, pero sabía bien lo que eso significaba”, dijo a The Washington Post.
Luke terminó siendo criado por su tío paterno y no fue hasta los aproximadamente 8 años que se preguntó por las fotos, banderas dobladas e identificaciones que estaban en los estantes de la casa. Su padre, Kip Taylor, era subjefe de personal del Ejército y tan solo unas horas antes del atentado contaba a su familia, en un correo electrónico, como la experiencia de la paternidad le estaba cambiando la vida.
Rubén Ornedo era uno de los pasajeros del vuelo 77 de American Airlines que se estrelló contra el Pentágono. Su hija, Robin, recordó en The Washington Post cómo fue la ausencia eterna de su padre, que jamás conoció.
“No importa cuántas veces la escuche contarme esa historia, es solo que nunca entenderé cómo se siente”, recuerda Robin al escuchar el relato de su padre para quien estar en ese vuelo solo fue una trágica consecuencia. En principio, Rubén debía llegar a su casa en Nueva York el 17 de septiembre después de su gira de negocios, pero por su deseo de estar con su esposa y su hija en camino, interrumpió su viaje para volver a casa, un destino al que jamás llegó.
Como estos casos hay muchos más, de personas que perdieron a sus padres siendo muy pequeñas para tenerlos en su memoria, por lo que tuvieron que formar su vida teniendo como base una ausencia irremplazable. A pesar de que hayan pasado dos décadas desde los ataques del 11 de septiembre, la herida ha sido imposible de sanar para aquellos que perdieron a sus seres más queridos.