RUSIA

Putin y los secretos de Nastia

Una ‘escort’ bielorrusa le pidió a Estados Unidos asilo político a cambio de secretos sexuales sobre el círculo íntimo de Putin e información clave sobre el Rusiagate. Ya filtró fotos y un video con uno de los mayores oligarcas de ese país.

3 de marzo de 2018

Hasta la semana pasada, ya casi nada podía sorprender en la investigación sobre qué tanto influyó Rusia en las elecciones de noviembre de 2016 que llevaron a Donald Trump a la Presidencia de Estados Unidos. En esas averiguaciones se ha visto de todo. El fiscal especial Robert Mueller, un exdirector del FBI nombrado por el Departamento de Justicia, ha procesado a varios pesos pesados como el exasesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca Michael Flynn, que está negociando con los investigadores; y como Paul Manafort, un hombre clave, pues fue gerente de la campaña de Trump entre los meses de junio y agosto del año de los comicios. Pero el domingo 26 de febrero le surgió una arista sorprendente a este escándalo. Tiene que ver con prostitución y damas de compañía, con clases de sexo, yates costosísimos y oligarcas rusos.

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Justamente ese domingo se supo que una joven bielorrusa llamada Anastasia Vashukévich, que en las redes sociales prefiere darse a conocer como Nastia Tybka, había sido arrestada en Pattaya, una ciudad costera a 100 kilómetros al sur de Bangkok, en Tailandia. Una localidad célebre no solo por sus campos de golf con vista al mar, sino por sus locales de prostitución, sus incontables moteles y saunas, todo lo cual le ha valido el título de ‘la Sodoma y Gomorra moderna’. En Pattaya la cosa ha llegado a tal punto que en todo el casco urbano, según un censo extraoficial, hay casi 30.000 prostitutas, lo que equivale al 10 por ciento de la población.

Nastia Tybka –ojos claros, labios carnosos, tacones altos– ya tenía fama como escort. La arrestaron por estar dando clases de “sexo avanzado” junto con el ciudadano ruso Alexander Lesley y ocho personas más. Los acusaron de “trabajar sin permiso e indecencia”. Cuando la detuvieron, y sobre todo cuando le dijeron que la iban a deportar a Rusia, se asustó. Sabía que uno de sus peores escenarios pasaba por ahí.

Y precisamente ese temor la llevó a enviar un video por su cuenta de Instagram que ha suscitado la atención internacional porque alude al intento ruso de influir en las elecciones presidenciales de Estados Unidos en 2016, cuando Trump dejó tendida en la lona a Hillary Cllinton. “Nos matarán si Tailandia nos entrega a Rusia”, escribió Nastia en inglés. Y luego dijo: “Estoy preparada ya para darles todas las piezas que faltan del rompecabezas, entregarles videos y audios relacionados con las conexiones de nuestros respetados legisladores con Trump, Manafort y el resto. Sé mucho. Estoy esperando sus ofertas y los estoy esperando en una prisión tailandesa”.

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¿Será posible? ¿Será verdad que una dama de compañía detenida en Tailandia, mientras dirigía un entrenamiento sexual, puede poseer información veraz sobre la manera como Rusia eliminó políticamente a Hillary Clinton y convirtió a Trump en el hombre más poderoso del planeta? Algunos creen que sí, y argumentan que hay videos y fotos que respaldan la tesis. Esos videos dejan constancia de que Nastia estuvo en 2016 con Oleg Deripaska, un multimillonario ruso, dueño de Rusal, la mayor compañía de aluminio del mundo; y con el viceprimer ministro Sergei Prikhodko, cuando hablaban de las relaciones entre Washington y Moscú. Los publicó a comienzos del mes pasado un feroz opositor del presidente ruso, Vladimir Putin llamado Alexéi Navalni y aparecen en un artículo titulado Oligarcas, yates, elecciones en Estados Unidos y ‘escorts’.

Pero la cosa no termina ahí. Nastia asegura conocer secretos sobre los nexos entre Deripaska y Manafort, y los investigadores sospechan que el millonario ruso puede haber sido el eslabón perdido entre Manafort y Prikhodko. No hay que olvidar que el diario The Washington Post reveló hace poco que el entonces director de la campaña trumpista le ofreció en su momento al magnate ruso, por intermedio de un tercero, datos privados de cómo marchaban los esfuerzos de Trump por derrotar a Hillary. Deripaska le dijo, sin embargo, a la CNN que no; que jamás recibió el mensaje. Pero no se sabe a ciencia cierta.

Deripaska y el exgerente de la campaña de Trump son amigos de vieja data. Manafort lO ayudó hace más de diez años a comprar una compañía de telecomunicaciones, que ahora forma parte de un emporio de casi 5.000 millones de dólares. Manafort es un cabildero profesional conocido en Washington por haber representado a personajes tan dudosos como el dictador filipino Ferdinand Marcos, el dictador congoleño Mobutu Sese Seko y el expresidente prorruso de Ucrania Víktor Yanukóvich.

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Manafort no es el único contacto de alto nivel de Oleg Deripaska en Estados Unidos. Navalni afirma que el dueño de Rusal llegó a entablar una amistad importante con Victoria Nuland, que se retiró recientemente del Departamento de Estado en Washington, donde ocupaba el cargo de embajadora. A ella la unen muchas cosas con Moscú. Matriculada en la prestigiosa Universidad de Brown, en el estado de Rhode Island, obtuvo un diploma en Literatura Rusa, Historia y Ciencia Política. Muchos años después, casada ya con Robert Kagan, un historiador y comentarista de The Brookings Institution, fue en la administración de George W. Bush una de las principales asesoras en política internacional del vicepresidente Dick Cheney, considerado el halcón del gobierno. Y más adelante, en el segundo periodo de Barack Obama, ocupó la Subsecretaría de Estado para Asuntos Europeos y debió lidiar con la crisis en Ucrania.

Si bien toda esta trama suena un poco extraña, hay algo raro detrás. ¿Nastia Tybka, detenida en Tailandia hasta el cierre de esta edición, tendrá en realidad la clave para resolver semejante embrollo? Es difícil decirlo. Pero en un novelón en el que se ha visto a un multimillonario neoyorquino llegar a la Casa Blanca, y varios de sus principales colaboradores han debido declararse culpables por haber sostenido reuniones con agentes rusos en rascacielos en Manhattan, cualquier cosa puede ser creíble. Pero si las autoridades de Bangkok deportan a Rusia a la joven Nastia Tybka, nadie sabe qué podría pasar con ella. En todo caso, no saldría mucha más información y los investigadores de Mueller se quedarían con las ganas de saber si lo que anunciaba por Instagram era verdad.