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Los versos satánicos: el polémico libro de Salman Rushdie considerado una blasfemia contra el Islam
El escritor pasó una década escondido y cambiando constantemente de vivienda por las amenazas de grupos radicales.
El escritor británico de origen indio Salman Rushdie, apuñalado este viernes en el estado de Nueva York, estaba ‘marcado’ desde 1989 por una fetua del régimen islámico iraní, que consideró “blasfema” su novela Los versos satánicos.
El escritor de 75 años, cuyo estado de salud se desconoce, vivía desde entonces bajo protección, aunque buscó constantemente no verse reducido a esa cuestión que levantó ampollas en el mundo musulmán.
El libro Los versos satánicos es considerado uno de los más polémicos de la historia. La obra está inspirada desde la ficción en el profeta Mahoma y en algunos momentos alude a una religión similar al Islam. Su trama se basa en la historia de dos actores indios que viajan desde Bombay a Londres, cuando son víctimas de un ataque terrorista.
La parte del libro que causa la furia del islamismo radical se encuentra en las últimas páginas, en las que describe a una persona llamada Mahound (inspirado en la figura de Mahoma), quien intenta fundar una religión monoteísta en medio de un pueblo politeísta.
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Por medio de visiones, Mahound empieza a adorar a tres diosas, visiones que habrían sido enviadas por el mismo diablo.
“Mi problema es que me siguen percibiendo bajo el único prisma de la fetua”, comentó en una ocasión este librepensador empeñado en mantener su identidad de hombre de letras, sin convertirse en símbolo de nada.
En 2005, consideró que la fetua (decreto religioso) emitida por el ayatolá Jomeiní para incitar a su asesinato preludiaba los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos. Y en 2016 declaró: “Mi caso no fue más que un anticipo de un fenómeno mucho más amplio que ahora nos atañe a todos”.
Rushdie, con sus sempiternas gafas de montura delgada y mirada irónica, relató sus años de clandestinidad en Joseph Anton, publicada en 2012. El título viene del alias que usó durante esa época, inspirado en los escritores Joseph Conrad y Anton Chéjov.
El escritor, nacido en junio de 1947 en Bombay, pasó una década escondido, cambiando constantemente de casa y sin poder decir a sus hijos dónde vivía. Una soledad que se ahondó tras la ruptura con su esposa, la novelista estadounidense Marianne Wiggins, a quien había dedicado los Los versos... que incendiaron a buena parte del mundo musulmán.
Cansado de ser “invisible”
A partir de 1993, cansado de ser un “hombre invisible”, Salman Rushdie empezó a multiplicar sus viajes y apariciones públicas, aunque siempre bajo protección del Gobierno británico. En los últimos años, se instaló en Nueva York, donde llevaba una vida casi normal, sin dejar de escribir obras impregnadas por la sátira y la irreverencia.
La fetua nunca fue abrogada y muchos traductores de los Los versos satánicos han sufrido atentados. El traductor japonés de su novela, Hitoshi Igarashi, fue asesinado a cuchilladas en Tokio en julio de 1991.
En 2008, Rushdie fue condecorado con el título de caballero por la reina Isabel II. El anuncio de esa distinción, un año antes, provocó protestas de Irán y Pakistán, donde un ministro llegó a afirmar que tal afrenta justificaba los atentados suicidas.
En 2018, el escritor aseguró que Los versos satánicos fue una obra en gran medida “incomprendida”.
“Se trataba de una novela que hablaba de los inmigrantes del sur de Asia en Londres y su religión no era más que un aspecto de esa historia”, señaló.
Una obra entre fantasía e historia
El mundo fantástico de las obras de Rushdie ha cautivado a los lectores desde los años 1980, cuando su segunda novela, Hijos de la medianoche, cosechó elogios internacionales por su retrato de la India posindependencia y ganó el prestigioso Booker Prize.
Su obra incluye novelas, cuentos y libros de no ficción. Cuando emergió de la clandestinidad, llegó a aparecer en películas, como El diario de Bridget Jones o la serie estadounidense Seinfeld.
Rushdie ha mantenido inquebrantable su defensa de la libertad de expresión, y, tras el atentado contra que diezmó al equipo de la revista satírica francesa Charlie Hebdo en 2015, insistió en que la religión debe ser objeto de bromas.
“Estoy con Charlie Hebdo, como debemos estarlo todos, para defender el arte de la sátira, que siempre fue una fuerza de libertad contra la tiranía, la deshonestidad y la estupidez”, afirmó.
*Con información de AFP.