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Lucifer, el preso que confesó haber matado a otros 48 internos en la cárcel
El hombre tiene múltiples condenas con varias sentencias que ascienden a 217 años.
Durante más de dos décadas en prisión, el brasileño Marcos Paulo da Silva confesó haber asesinado a 48 presos. De acuerdo con medios locales, Da Silva, de 48 años de edad, tiene múltiples condenas con varias sentencias que ascienden a 217 años.
El periodista Josmar Jozino, del portal brasileño Uol Da Silva informó que al hombre se le diagnosticó psicosis y no ha mostrado el menor arrepentimiento de los crímenes cometidos. “No me arrepiento de haber matado a todas estas personas (…) Eran violadores y ladrones que se aprovecharon de otros presos y les robaron”, se señala que dijo a un juez.
En un hecho ocurrido en 2011, se afirma que Da Silva asesinó a cinco presos mientras estaba recluido en la cárcel de Serra Azul en São Paulo. Habría utilizado un extintor de incendios para dejar inconscientes a cada uno de los hombres antes de atacarlos con un cuchillo casero.
Luego, cuatro años más tarde, en 2015, habría ordenado asesinar a dos compañeros de prisión en la cárcel Presidente Venceslau.
Tras una primera condena a 18 años de cárcel, se afirma que el hombre se unió a la pandilla Primeiro Comando da Capital (PCC), una de las organizaciones delictivas más grandes del país, que tiene casi 6.000 hombres en prisión.
Posteriormente, el hombre dejó la organización y ahora se desempeña como líder de una banda rival creada para atacar y asesinar a miembros del PCC. Se señala que los integrantes de esta banda tienen que escribir una frase con la sangre de los muertos en las paredes del centro de reclusión. Estas macabras reglas serían parte de un estatuto escrito por Da Silva.
Un guardia de la prisión donde se encuentra recluido manifestó a UOL que era solo una “cuestión de tiempo” antes de que Da Silva matara a otro recluso.
En los últimos años ha sido trasladado a diversas cárceles. En 2018 estuvo en una cárcel llamada Catanduvas, en la que se propinó heridas en varias partes de cuerpo, especialmente en los brazos y las piernas. En este centro de reclusión los especialistas indicaron que necesitaba un tratamiento tras ser diagnosticado con trastorno de personalidad.