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FRANCIA

La última gran apuesta de Macron

Acorralado por la rebelión de los “chalecos amarillos”, el presidente Macron hace la apuesta más audaz de su carrera al convocar esta semana a una consulta nacional abierta que durará 2 meses. Puede ser la salvación de su presidencia y su agenda de reformas o su perdición. Lecciones para las democracias en crisis en el mundo entero.

18 de enero de 2019

Por Camilo Granada 


Después de ser considerado la nueva gran esperanza del centro liberal y reformista, Macron, a pesar de haber avanzado en varias de las reformas prometidas, se hundió en las encuestas. Para sus críticos y la gran mayoría de los franceses, Macron es imperial, tecnócrata y alejado de las preocupaciones de la gente del común.

El punto más álgido de su crisis fueron las protestas de los llamados “chalecos amarillos”, ciudadanos de a pie, sin identidad ideológica o cohesión sindical que sienten el peso de los impuestos, pero no los grandes subsidios y beneficios del Estado francés. Su agenda no existe, pero la rabia es evidente.

Acorralado por las protestas y por el apoyo popular que generaron (más del 75% de los franceses apoya a los manifestantes), sin interlocutor organizado con quien negociar o trabajar, el Presidente Macron lo intentó todo: retiró los impuestos al diésel que dispararon la protesta, entregó más de 10 mil millones de Euros en subsidios y apoyos para la clase media baja. También amenazó y reprimió. Nada funcionó.  

“Transformar las rabias en soluciones” propone Macron en su carta a los franceses.

El domingo 13 de enero lanzó su último cartucho, el más riesgoso y el más audaz: lanzar una gran consulta popular, no con un referendo o una nueva elección, sino un diálogo abierto nacional, con la participación de todos los ciudadanos, individualmente o a través de sus organizaciones sociales. Lo convocó con una carta abierta a los franceses, en la que los invita a debatir y a aportar sus respuestas sobre 4 temas: impuestos y gasto público, organización del estado (descentralización y prestación de servicios públicos), el medio ambiente y Ciudadanía y democracia. Son 82 preguntas en total, unas abiertas, otras de “si o no” que incluyen temas complejos como reforma pensional o reducción del congreso, y otras relacionadas con el modelo de sociedad y que incluyen inmigración, libertad religiosa o civismo.

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Durante dos meses, la gente podrá enviar sus propuestas por correo, mail, a una página web, o asistiendo a los cientos de reuniones locales programadas. Ya se abrieron “Memoriales de Agravios” en la gran mayoría de las casi 35 mil alcaldías en todo el país. Al final, Macron presentará sus conclusiones y propondrá reformas y políticas para darle un nuevo rumbo a su presidencia y a la sociedad. Es una apuesta enorme, que busca crear un nuevo contrato nacional, un nuevo consenso social sobre el futuro de Francia.

“Transformar las rabias en soluciones” propone Macron en su carta a los franceses. Esa es su apuesta. Para los opositores, desde la extrema izquierda a la extrema derecha, se trata de una cortina de humo, de un truco de estrategas de comunicaciones para salir de la encerrona.

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El proceso escogido recuerda los llamados Estados Generales convocados por Luis XVI en 1789, en los que el clero, la nobleza y el pueblo fueron convocados a discutir soluciones para la gran crisis económica y fiscal que vivía el reino. Esto desembocó en la revolución francesa y la guillotina para el rey. En esta ocasión el resultado final no será tan dramático. Pero puede ser igualmente trascendental. Sobre todo si tiene éxito y logra reinventar el diálogo entre el poder y el ciudadano, obteniendo una nueva síntesis entre democracia participativa y representativa.

Hoy, cuando el mundo entero vive una polarización paralizante, la apuesta del presidente galo puede dar una gran lección de cómo se fortalece la democracia, o sepultar la gran esperanza generada por un presidente que rompió el molde de la política tradicional.