VENEZUELA

Guaidó llama a las calles, Maduro rechaza ultimátum y el papa teme un derramamiento de sangre

Juan Guaidó convocó dos movilizaciones para exigir el apoyo de las Fuerzas Militares al ultimátum de la Unión Europea para que en el país se celebren elecciones libres.

28 de enero de 2019
| Foto: SEMANA

El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, enfrentará esta semana una nueva arremetida del opositor Juan Guaidó, autoproclamado mandatario interino que convocó a nuevas manifestaciones, mientras corre el plazo de ocho días que le dieron países europeos para que acepte unas elecciones libres. De no hacerlo los países que aunciaron ese últimatum pasarían a respaldar a Guaidó. 

Alentado también por un decidido apoyo de Estados Unidos, Guaidó llamó a una movilización el miércoles para exigir que la Fuerza Armada retire su apoyo a Maduro, y el sábado a una gran marcha de respaldo al ultimátum europeo.

Francia, Alemania, Reino Unido, Holanda y Portugal dieron plazo a Maduro hasta el 3 de febrero para que convoque a comicios o de lo contrario reconocerían a Guaidó, jefe del Parlamento de mayoría opositora, como presidente interino de Venezuela. La Unión Europea (UE), sin embargo, fue más vaga y dijo que tomaría "nuevas medidas" si no se convocan comicios en los próximos días, incluido el apoyo a Guaidó.

"El miércoles de 12 a 2 en todos los rincones de Venezuela saldremos a las calles (…) exigiéndole ya a esas Fuerzas Armadas que se pongan del lado del pueblo, y el sábado una gran movilización en toda Venezuela y todo el mundo para acompañar el respaldo de la Unión Europea y el ultimátum", aseguró Guaidó.

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"Estaremos celebrando ese respaldo inédito de todo el mundo a nuestra causa, pero también contando con que se vence ese ultimátum (...) para lograr el cese de la usurpación, el gobierno de transición y convocatoria a elecciones libres", manifestó el diputado.

En una entrevista con la cadena televisiva turca CNN Turk, difundida el domingo, Maduro pidió a Europa retirar su advertencia. "Nadie puede darnos un ultimátum", expresó, tras lamentar que los europeos se plegaran a lo que denuncia como un golpe de Estado dirigido por Estados Unidos, con el que rompió relaciones diplomáticas.

Guaidó, quien se autojuramentó el pasado miércoles, llamó a nuevas movilizaciones luego de una semana de protestas y disturbios que dejaron 29 muertos y unos 350 detenidos. 

El agravamiento de la crisis ocurre en medio de la debacle económica de Venezuela, con su petrolera declarada en suspensión de pagos y una hiperinflación que el FMI calcula llegará a 10.000.000% este año

"¡Traidores, nunca!" 

Animado por la deserción del agregado militar en Washington, Guaidó envió a sus seguidores el domingo a cuarteles policiales y militares a distribuir copias de una ley de amnistía aprobada por el Parlamento, aunque sus decisiones son anuladas por la justicia por considerarlo en desacato.

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Según el documento, se concederán "todas las garantías constitucionales" a militares y civiles que "colaboren en la restitución de la democracia". La ley elimina "la responsabilidad civil, penal, administrativa (...) de investigaciones, procedimientos, penas y sanciones" registradas desde el 1 de enero de 1999, abarcando las dos décadas de gobierno chavista.

Guaidó busca quebrar el sostén de Maduro, la Fuerza Armada, que, aunque dice estar unida, muestra fisuras: el sábado, el agregado de Defensa en Washington, coronel José Luis Silva, desconoció a Maduro e instó a los militares a respaldar al autoproclamado presidente interino.

Por su parte, el mandatario socialista se muestra con frecuencia flanqueado por la cúpula militar, que en la última semana le profesó "lealtad absoluta e incondicional" en reiteradas ocasiones. 

"¡Traidores nunca, leales siempre!", arengó Maduro el domingo en ejercicios militares, al pedir a la Fuerza Armada "unión" y "disciplina" para enfrentar el "golpe de Estado" con el que Washington -dijo- busca "imponer un gobierno títere". El viraje de Silva se sumó a la sublevación, haca una semana, de 27 militares quienes fueron detenidos.

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EE.UU. aumenta su presión 

Guaidó se autojuramentó luego de que el Congreso declarara a Maduro "usurpador" por iniciar el 10 de enero un segundo mandato considerado ilegítimo por parte de la comunidad internacional, que estima que su reelección fue fraudulenta.

Apenas Washington reconoció a Guaidó, Maduro rompió lazos con el gobierno de Donald Trump y ordenó el cierre de la embajada y los consulados venezolanos en ese país. No obstante, el sábado anunció que ambos países negociarán la apertura de oficinas de intereses.

A solicitud de Guaidó, Estados Unidos dijo no tener planes de cerrar su embajada en Caracas y el domingo aceptó al opositor Carlos Vecchio como encargado de negocios de Venezuela. El consejero de Seguridad Nacional estadounidense, John Bolton, advirtió el domingo que habrá una "respuesta significativa" a cualquier amenaza contra Guaidó o diplomáticos estadounidenses.

Un día antes, la Casa Blanca había llamado al mundo a unirse "a las fuerzas de la libertad" en apoyo de Guaidó, en un reunión del Consejo de Seguridad de la ONU, en la que Rusia salió en defensa de Maduro.

Además de Estados Unidos, Canadá y una docena de países americanos reconocieron al líder opositor, e Israel y Australia se sumaron este domingo. Rusia y China se mantienen leales a Maduro, al igual que Bolivia, Cuba, Nicaragua, Turquía y Corea del Norte.

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El papa Francisco intercede

En pleno colapso económico, Venezuela entró en una peligrosa escalada de tensiones, a raíz del rechazo internacional al gobierno de Nicolás Maduro y la autoproclamación del jefe del Parlamento, el opositor Juan Guaidó, como presidente interino. Ante la situación, el papa Francisco, que había mantenido un tono de solidaridad con los ciudadanos venezolanos, admitió que teme "el derramamiento de sangre" en Venezuela y que le "aterra" la violencia que podría desatarse por la crisis política en el país sudamericano.

"¿Qué es lo que me asusta? El derramamiento de sangre", aseguró. El pontífice argentino reiteró que desea una "solución justa y pacífica" y reconoció que no se pronunciaba sobre lo que hay que hacer porque sería una imprudencia pastoral de su parte.

"Tengo que ser equilibrado. No me gusta la palabra equilibrado. Tengo que ser pastor. Y si necesitan ayuda, de común acuerdo, que la  pidan. Eso sí", recalcó abriendo la posibilidad de una suerte de mediación. "Si yo entrara a decir hagan caso a estos países o a estos otros,  me metería en un rol que no conozco, sería una imprudencia pastoral de mi parte y haría daño", subrayó.

Francisco confesó que consideró mucho las declaraciones hechas cuando rompió el silencio sobre Venezuela durante su estadía en Panamá. "Las palabras las pensé y las repensé. Y creo que con eso expresé mi cercanía, lo que siento", agregó. "Yo sufro por lo que está pasando en Venezuela en este momento y por eso deseo que se pongan de acuerdo", afirmó.  

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"Yo apoyo en estos momentos a todo el pueblo venezolano. Un pueblo que está sufriendo, incluso los que están de una parte y de otra, todo el pueblo sufre", aseguró. Francisco pidió a los que pueden contribuir a resolver la crisis que tengan "grandeza". "El problema de la violencia a mí me aterra", confesó.

Con información de AFP