Mundo
Masacre del 7 de octubre cometida por Hamás no fue aislada, sino un patrón de violencia contra mujeres israelíes: ‘New York Times’
“Cada vez que ella se estremecía, el terrorista le clavaba un cuchillo”, contó una mujer que presenció los horrores de Hamás durante el festival de música.
En un inicio, fue conocida simplemente como “la mujer del vestido negro”. Un video la mostraba de espaldas, con un vestido desgarrado, las piernas abiertas y la vulnerabilidad de su intimidad expuesta. Su rostro, irremediablemente quemado, y con su mano derecha se cubría los ojos.
Esta escena fue capturada en la madrugada del 8 de octubre de 2023 por una mujer que buscaba a una amiga desaparecida en el Festival de música electrónica Supernova, en el sur de Israel. El día anterior, el 7 de octubre, terroristas de Hamás sembraron el caos y la tragedia, masacrando a cientos de jóvenes israelíes.
El impactante video se volvió viral, desatando la angustia entre miles de personas que buscaban desesperadamente a sus seres queridos. La incertidumbre se apoderaba de las familias, sin saber si la mujer del vestido negro era su amiga, hermana o hija desaparecida.
Ante las atrocidades cometidas por Hamás, un equipo del diario estadounidense The New York Times (NYT) se puso a la tarea de investigar qué sucedió ese día y sus revelaciones son impactantes. Jeffrey Gettleman, Anat Schwartz y Adam Sella, periodistas del NYT, informaron a todo Israel y entrevistaron a más de 150 personas.
El NYT logró establecer que, ese día, entre los afectados, una familia identificó a la víctima del vestido negro: Gal Abdush, madre de dos hijos, de una ciudad de clase trabajadora en el centro de Israel. Había desaparecido de la fiesta esa fatídica noche junto con su esposo.
La investigación de dos meses realizada por el NYT reveló escalofriantes detalles que indican que los ataques contra las mujeres el 7 de octubre no fueron casos aislados, sino parte de un patrón más amplio de violencia de género.
El análisis de imágenes de video, fotografías, datos de GPS de celulares y más de 150 entrevistas con testigos, personal médico y soldados identificó al menos siete lugares donde mujeres y niñas israelíes fueron agredidas sexualmente o mutiladas.
Las autoridades israelíes aseguran que los ataques perpetrados por Hamás no se limitaron al festival de música, sino que se extendieron a bases militares y kibutzim a lo largo de la frontera de Gaza. La violencia de género se convirtió en una parte macabra de los horrores infligidos durante esos oscuros momentos.
Las declaraciones de testigos son impactantes y las pruebas visuales, perturbadoras. Las autoridades israelíes han acusado a Hamás de negar las acusaciones de violencia sexual, mientras que activistas locales critican la demora del secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, y ONU Mujeres en reconocer las numerosas acusaciones.
El caos del 7 de octubre, “el día más mortífero en la historia de Israel”, la Policía “no se centró en recoger muestras de semen de los cadáveres de las mujeres, solicitar autopsias o examinar de cerca las escenas del crimen. En ese momento, según las autoridades, estaban concentrados en repeler a Hamás e identificar a los muertos”.
El trauma persiste entre aquellos que fueron testigos de los horrores. Sapir, una joven de 24 años, se convirtió en testigo clave. Escondida detrás de un árbol, describió cómo presenció violaciones y asesinatos perpetrados por hombres armados.
“La primera víctima que vio era una mujer joven que tenía la espalda ensangrentada y los pantalones bajados hasta las rodillas. Un hombre la tiró del pelo y la obligó a agacharse. Otro la penetró, dijo Sapir, y cada vez que ella se estremecía, el terrorista le clavaba un cuchillo en la espalda”, documentó el diario estadounidense.
La investigación también reveló la trágica historia de Gal Abdush, cuyo cuerpo fue encontrado semidesnudo en la carretera, una imagen que impactó a su familia. Sin certificado de defunción, siguen buscando respuestas.
Sapir contó al NYT que vio a otra mujer “destrozada en pedazos”. Según su estrepitoso relato, un terrorista la violaba, otro sacó un bisturí y le cortó un seno.
“Uno seguía violándola y el otro le arrojaba el seno a otra persona, que jugaba con él, lo tiraba y caía a la carretera”, relató Sapir.
Las autoridades enfrentan el desafío de explicar a las familias lo que ocurrió a sus seres queridos durante esos momentos de terror. La brutalidad contra las mujeres se ha convertido en un sombrío capítulo de los ataques del 7 de octubre, donde el odio a los judíos y a las mujeres se entrelazaron en una violencia incomprensible.
El informe del ‘NYT’ destacó las limitaciones forenses en conflictos armados caóticos y enfatiza la importancia de testimonios de víctimas y testigos en casos de delitos sexuales.
El testimonio de Sapir, una joven que vivió el horror en carne propia, se convirtió en un relato desgarrador de la violencia que se desató esa fatídica noche. Escondida bajo las ramas, describió cómo hombres armados cometieron atrocidades contra mujeres indefensas a lo largo de la ruta 232.
Otras voces, como la de Raz Cohen, se suman al horror. Desde su escondite, relató cómo presenció la violación y brutal asesinato de una mujer joven por hombres armados con cuchillos y martillos.
Los relatos de los médicos voluntarios y soldados que encontraron cadáveres con signos de violencia sexual agregaron un escalofriante nivel de detalle a la tragedia. Fotografías y videos proporcionados por el Ejército israelí muestran la brutalidad infligida a mujeres soldado, evidencia visual de la barbarie.
A pesar de las numerosas pruebas visuales, la falta de autopsias y la rápida sepultura de los cuerpos sin un examen exhaustivo complican la búsqueda de respuestas para las familias afectadas. La brutalidad contra las mujeres durante los ataques del 7 de octubre se ha convertido en una oscura mancha en la historia de Israel, dejando cicatrices imborrables en la memoria colectiva.
En la búsqueda de justicia, las autoridades israelíes se enfrentan a la difícil tarea de reconstruir los eventos de esa noche fatídica, con la esperanza de arrojar luz sobre la violencia de género perpetrada por terroristas de Hamás.