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Megaprisión de El Salvador: las peores masacres ocurridas en las cárceles más peligrosas de Latinoamérica
En Guayaquil, Lima y São Paulo hay cárceles similares a la de El Salvador que han sido testigo de los límites de la condición humana en lugares deplorables y la hecatombe carcelaria.
El Salvador y Nayib Bukele han vuelto a estar en el ojo del huracán. Esta vez debido a la inauguración del Centro de Confinamiento del Terrorismo y el traslado de dos mil pandilleros a la nueva penitenciaria. La situación trae a la memoria momentos de descontrol y caos ocurridos en otras megacárceles del continente.
Semanas antes, Bukele inauguró este lugar, que prevé albergar a 40.000 reos. Además, el sábado 25 de febrero dio la orden de trasladar a los primeros 2.000 convictos. La seguridad del lugar está contemplada por personal armado hasta los dientes.
El contexto ha traído una ola de críticas frente a los derechos humanos de los presos y la eventual situación de hacinamiento y violencia que puede ocurrir al interior. Esta consecuencia no es segura, pero mucho se ha comentado, en especial porque otras cárceles iniciaron igual que la de El Salvador y hoy son mecas de violencia y caos.
Guayaquil
El Centro de Rehabilitación Social de Varones Número 1 de Guayaquil es el centro carcelario más grande de Ecuador. Es parte del Complejo Penitenciario de Guayas y ha estado operando desde 1958. Es conocido como la Penitenciaría del Litoral.
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En un comienzo, el lugar estaba capacitado para 1.500 presos. Sin embargo, con el paso de los años ha tenido que expandirse, a tal punto que hace un par de años llegó a albergar ocho mil presos. No obstante, un gran número de convictos viven en condiciones hacinadas, por el sobrecupo.
Además de ser el centro número uno en tamaño, también es el más peligroso. En 2021 fue el escenario de una escena sangrienta, cuando se presentaron dos masacres entre septiembre y noviembre. En total, alrededor de 190 presos perdieron la vida luego de estar implicados en confrontaciones violentas de las bandas criminales que operaban al interior de los pasillos y patios.
Por otro lado, también hubo reos asesinados que no tenían que ver con las pandillas. Fue tan alarmante el panorama, que hasta se presentaron casos de convictos que tenían todo listo para salir, pero nunca los encontraron. Por ejemplo, Jorge Leonardo González fue sentenciado en 2020 a ocho meses. Al momento de la masacre, él ya había completado la condena y estaba a la espera de salir. Sin embargo, nunca lo hizo y fue una de las muchas personas muertas en ese momento.
En ambas fechas, el mandatario Guillermo Lasso decretó excepción carcelaria. La primera masacre fue el 29 de septiembre y la segunda fue el 18 de octubre. Así como el caso de González, otros casos fueron denunciados por medio del Comité Permanente por la Defensa de Derechos Humanos (CDH). El año anterior también se presentó un incidente similar, aunque en menor medida.
Resulta que en noviembre fueron trasladados los líderes de las organizaciones criminales de Los Lobos y Los Tiguerones. Esto generó confrontaciones entre ambos. Insight Crime indica que la política antidrogas han sido el principal detonante de la sobrepoblación en el centro ecuatoriano, debido a que le ha dado la entrada libre a la corrupción, la cual fomenta la gobernanza criminal entre las pandillas. Además, señaló que una consecuencia ha sido priviliegiar a ciertos cabecillas y delincuentes con información y armamento, para que sean los encargados de controlar la cárcel, demostrando que la misma autoridad no tiene poder al interior.
São Paulo
Otro centro similar al de El Salvador es La Casa de Detención de São Paulo. Es una de las más viejas, dado que entró en vigor en 1890 con base a las normas del Código Penal Republicano. Durante varios años, tuvo el récord de ser la cárcel más grande de Latinoamérica, llegando a albergar más de ocho mil reos. Es por ello que en la década de los noventa tuvo varias reformas, ligadas a ampliarla.
Lo más famoso de su historia es su historial constante de motines y confrontaciones fuertes. La ampliación no pudo ser controlada y vigilada por las autoridades, ocasionando que los convictos tomaran el control e hicieran de las masacres como una costumbre. Tanto así que en 1992 ocurrió la matanza de Carandiru, la cual representó la muerte de 111 presos a manos de la Policía Militar. El principal detonante de este fue el inconformismo de los reos frente a las condiciones deplorables.
En un punto, los reclusos se cansaron de la situación de hacinamiento e inhumanidad al interior, sumado a la falta de recursos y presencia de enfermedades. Por eso aplicaron la metodología Atira primeiro e pergunta depois (dispara primero y pregunta después) contra la Policía paulista.
Desde ese momento, se ha vuelto frecuente oír que han ocurrido motines y actos de violencia entre pandillas. Además, este lugar significó el nacimiento de una de las organizaciones criminales más peligrosas de Brasil y del continente, el Primer Comando Capital (PCC).
Lima
La lista la cierra el Penal de Lurigancho en Perú. En primer lugar, el centro penitenciario más poblado del país inca, albergando una cuarta parte del total de prisioneros del territorio. En 2019, alcanzó a tener más de siete mil internos.
Con el fin de ser un sistema modelo para el continente, la cárcel fue inaugurada en 1974. Sin embargo, los castigos y formas de represión conllevaron a que fuera todo lo contrario; un lugar hacinado, marcado por la destrucción humana y las condiciones más indeseables e inimaginables. En 1986 fue el epicentro de uno de los amotinamientos violentos que jamás haya visto el continente. El traslado de convictos provenientes del grupo insurgente Sendero Luminoso ocasionó un descontrol total, a tal punto de tener casi 300 reos asesinados.
Esa situación generó que la Guardia Republicana (Policía Nacional en la actualidad) tomara el control del lugar hasta hace seis años, cuando pasó a ser parte del Instituto Nacional Penitenciario (Inpec). Al igual que las cárceles anteriores, se caracteriza por la superpoblación, hacinamiento, falta de recursos, sin calidad de vida, una red de mercado ilícito de drogas y armas, y la confrontación interna de pandillas.