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El mensaje del papa a Venezuela y los migrantes

El sumo pontífice dedicó su discurso de Navidad a la crisis del vecino país y en especial a la dura situación que viven millones de seres humanos que huyen de sus hogares. "Que este tiempo de bendición le permita a Venezuela encontrar de nuevo la concordia", dijo. Vea y lea el discurso completo.

25 de diciembre de 2018

El papa dedicó su tradicional mensaje de Navidad a "la fraternidad" entre los pueblos, deseando que impere la concordia en Venezuela y Nicaragua, que los refugiados sirios retornen a su país y que se ponga fin a la guerra y el hambre en Yemen. Desde el balcón de la basílica de San Pedro, durante su tradicional mensaje navideño seguido de la bendición Urbi et orbi (a la ciudad y al mundo) el papa tuvo palabras para la difícil situación que atraviesan ambos países de América. 

"Que este tiempo de bendición le permita a Venezuela encontrar de nuevo la concordia y que todos los miembros de la sociedad [venezolana] trabajen fraternalmente por el desarrollo del país, ayudando a los sectores más débiles de la población", anheló el sumo pontífice.

"Que este tiempo de bendición le permita a Venezuela encontrar de nuevo la concordia y que todos los miembros de la sociedad [venezolana] trabajen fraternalmente por el desarrollo del país, ayudando a los sectores más débiles de la población", anheló el sumo pontífice. Venezuela se encuentra sumida en una profunda crisis caracterizada por escasez de alimentos y medicinas y una inflación que el FMI calcula en 10.000.000 por ciento para 2019.

Vea el discurso completo

El éxodo masivo de venezolanos hacia países vecinos ha elevado las presiones diplomáticas para aislar al gobierno de Nicolás Maduro, que el 10 de enero asumirá un segundo mandato de seis años, tras ser reelegido en votaciones boicoteadas por la oposición, que las tachó de fraude, y no reconocidas por Estados Unidos, la Unión Europea y varios países de América Latina.

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También deseó en que "los habitantes de la querida Nicaragua se redescubran hermanos para que no prevalezcan las divisiones y las discordias, sino que todos se esfuercen por favorecer la reconciliación y por construir juntos el futuro del país". Nicaragua vive una grave crisis política desde que en abril se iniciaran protestas antigubernamentales cuya represión dejó unos 320 muertos, según grupos humanitarios.

Presionado por la comunidad internacional, que pide cambios democráticos, el presidente Daniel Ortega endureció sin embargo su posición. Ortega descartó adelantar elecciones del 2021 al 2019, como plantearon los obispos católicos que mediaron en un fallido diálogo con la oposición.

El mensaje a los migrantes 

En su tradicional repaso general a los conflictos del planeta, el soberano pontífice llamó a la comunidad internacional a "esforzarse firmemente" para que los refugiados sirios "puedan vivir en paz en su país".

"Que la comunidad internacional se esfuerce firmemente por hallar una solución política [...] para que el pueblo sirio, especialmente quienes tuvieron que dejar las propias tierras y buscar refugio en otro lugar, pueda vivir en paz en su patria", declaró el papa ante unas 50.000 personas, según la gendarmería del Vaticano, congregadas en la plaza de San Pedro en este soleado día de Navidad para escuchar su mensaje.

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La guerra en Yemen, por su parte, ha dejado al menos 10.000 muertos desde 2015 y provocó la peor crisis humanitaria del mundo, según Naciones Unidas. "Pienso en Yemen, con la esperanza de que la tregua alcanzada [...] pueda aliviar finalmente a tantos niños y a las poblaciones, exhaustos por la guerra y el mundo", dijo.

El poder apoyado militarmente por Arabia Saudita y los rebeldes hutíes, apoyados políticamente por Irán, alcanzaron el 13 de diciembre en Suecia un acuerdo de alto el fuego "inmediato" negociado por la ONU. Pero a pesar de este acuerdo, enfrentamientos esporádicos han continuado en la ciudad de Hodeida, principal frente de guerra en el país.

El papa no olvidó la Tierra Santa en su mensaje, apelando de nuevo al "diálogo". Que la Navidad "haga posible que israelíes y palestinos retomen el diálogo y emprendan un camino de paz que pongan fin a un conflicto" que dura más de setenta años, declaró. Igualmente expresó su cercanía con las comunidades cristianas de la "amada" Ucrania, en un momento de fuertes tensiones religiosas con Rusia.

Que la Navidad "haga posible que israelíes y palestinos retomen el diálogo y emprendan un camino de paz que pongan fin a un conflicto"

"Solo con la paz [...], el país puede recuperarse de los sufrimientos padecidos [...] Me siento cercano a las comunidades cristianas de esa región y pido que se puedan tejer relaciones de fraternidad y amistad", señaló. El presidente ruso Vladimir Putin condenó la semana pasada la creación en Ucrania de una Iglesia Ortodoxa independiente de la tutela rusa y denunció una violación "flagrante" de las libertades religiosas.

Estas tensiones son un nuevo episodio del divorcio político, cultural y social entre Kiev y Moscú desde la anexión de la península ucraniana de Crimea en 2014 y el inicio del conflicto armado entre el ejército ucraniano y los separatistas prorrusos. 

Este es el discurso completo

Queridos hermanos y hermanas, ¡feliz Navidad!

A vosotros, fieles de Roma, a vosotros, peregrinos, y a todos los que estáis conectados desde todas las partes del mundo, renuevo el gozoso anuncio de Belén: «Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad» (Lc 2,14).

Como los pastores, que fueron los primeros en llegar a la gruta, contemplamos asombrados la señal que Dios nos ha dado: «Un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre» (Lc 2,12). En silencio, nos arrodillamos y adoramos.

¿Y qué nos dice este Niño, que nos ha nacido de la Virgen María? ¿Cuál es el mensaje universal de la Navidad? Nos dice que Dios es Padre bueno y nosotros somos todos hermanos.

Esta verdad está en la base de la visión cristiana de la humanidad. Sin la fraternidad que Jesucristo nos ha dado, nuestros esfuerzos por un mundo más justo no llegarían muy lejos, e incluso los mejores proyectos corren el riesgo de convertirse en estructuras sin espíritu.

Por eso, mi deseo de feliz Navidad es un deseo de fraternidad.

Fraternidad entre personas de toda nación y cultura.

Fraternidad entre personas con ideas diferentes, pero capaces de respetarse y de escuchar al otro.

Fraternidad entre personas de diversas religiones. Jesús ha venido a revelar el rostro de Dios a todos aquellos que lo buscan.

Y el rostro de Dios se ha manifestado en un rostro humano concreto. No apareció como un ángel, sino como un hombre, nacido en un tiempo y un lugar. Así, con su encarnación, el Hijo de Dios nos indica que la salvación pasa a través del amor, la acogida y el respeto de nuestra pobre humanidad, que todos compartimos en una gran variedad de etnias, de lenguas, de culturas…, pero todos hermanos en humanidad.

Entonces, nuestras diferencias no son un daño o un peligro, son una riqueza.

Entonces, nuestras diferencias no son un daño o un peligro, son una riqueza. Como para un artista que quiere hacer un mosaico: es mejor tener a disposición teselas de muchos colores, antes que de pocos.

La experiencia de la familia nos lo enseña: siendo hermanos y hermanas, somos distintos unos de otros, y no siempre estamos de acuerdo, pero hay un vínculo indisoluble que nos une, y el amor de los padres nos ayuda a querernos. Lo mismo vale para la familia humana, pero aquí Dios es el “padre”, el fundamento y la fuerza de nuestra fraternidad.

Que en esta Navidad redescubramos los nexos de fraternidad que nos unen como seres humanos y vinculan a todos los pueblos. Que haga posible que israelíes y palestinos retomen el diálogo y emprendan un camino de paz que ponga fin a un conflicto que desde hace más de setenta años lacera la Tierra elegida por el Señor para mostrar su rostro de amor.

Que el Niño Jesús permita a la amada y martirizada Siria que vuelva a encontrar la fraternidad después de largos años de guerra. Que la Comunidad internacional se esfuerce firmemente por hallar una solución política que deje de lado las divisiones y los intereses creados para que el pueblo sirio, especialmente quienes tuvieron que dejar las propias tierras y buscar refugio en otro lugar, pueda volver a vivir en paz en su patria.

Pienso en Yemen, con la esperanza de que la tregua alcanzada por mediación de la Comunidad internacional pueda aliviar finalmente a tantos niños y a las poblaciones, exhaustos por la guerra y el hambre.

La experiencia de la familia nos lo enseña: siendo hermanos y hermanas, somos distintos unos de otros, y no siempre estamos de acuerdo, pero hay un vínculo indisoluble que nos une, y el amor de los padres nos ayuda a querernos.

Pienso también en África, donde millones de personas están refugiadas o desplazadas y necesitan asistencia humanitaria y seguridad alimentaria. Que el divino Niño, Rey de la paz, acalle las armas y haga surgir un nuevo amanecer de fraternidad en todo el continente, y bendiga los esfuerzos de quienes se comprometen por promover caminos de reconciliación a nivel político y social.

Que la Navidad fortalezca los vínculos fraternos que unen la Península coreana y permita que se continúe el camino de acercamiento puesto en marcha, y que se alcancen soluciones compartidas que aseguren a todos el desarrollo y el bienestar.

Que este tiempo de bendición le permita a Venezuela encontrar de nuevo la concordia y que todos los miembros de la sociedad trabajen fraternalmente por el desarrollo del país, ayudando a los sectores más débiles de la población.

Que el Señor que nace dé consuelo a la amada Ucrania, ansiosa por reconquistar una paz duradera que tarda en llegar. Solo con la paz, respetuosa de los derechos de toda nación, el país puede recuperarse de los sufrimientos padecidos y reestablecer condiciones dignas para los propios ciudadanos. Me siento cercano a las comunidades cristianas de esa región, y pido que se puedan tejer relaciones de fraternidad y amistad.

Que delante del Niño Jesús, los habitantes de la querida Nicaragua se redescubran hermanos, para que no prevalezcan las divisiones y las discordias, sino que todos se esfuercen por favorecer la reconciliación y por construir juntos el futuro del país.

Deseo recordar a los pueblos que sufren las colonizaciones ideológicas, culturales y económicas viendo lacerada su libertad y su identidad, y que sufren por el hambre y la falta de servicios educativos y sanitarios.

Dirijo un recuerdo particular a nuestros hermanos y hermanas que celebran la Natividad del Señor en contextos difíciles, por no decir hostiles, especialmente allí donde la comunidad cristiana es una minoría, a menudo vulnerable o no considerada. Que el Señor les conceda a ellos y a todas las comunidades minoritarias vivir en paz y que vean reconocidos sus propios derechos, sobre todo a la libertad religiosa.

Que el Niño pequeño y con frío que contemplamos hoy en el pesebre proteja a todos los niños de la tierra y a toda persona frágil, indefensa y descartada. Que todos podamos recibir paz y consuelo por el nacimiento del Salvador y, sintiéndonos amados por el único Padre celestial, reencontrarnos y vivir como hermanos.