EUROPA
Macron y Merkel: los artífices del histórico plan de rescate de la Unión Europea
Al aprobar un gigantesco paquete de ayudas de 750.000 millones de euros, Angela Merkel y Emmanuel Macron demostraron que la alianza de los dos países forma los cimientos de un continente capaz de enfrentar la adversidad y construir un proyecto político.
Por siglos, protagonizaron las guerras que ensangrentaron el Viejo Continente. Pero, desde hace 70 años, los gobernantes de Francia y Alemania han sido los principales obreros de la Unión Europea (UE).
En la cumbre de la UE del 17 al 21 de julio, el nuevo dúo, Emmanuel Macron y Angela Merkel, selló su nombre en la historia de la construcción comunitaria y en la lucha contra la pandemia. La pareja logró, luego de 90 horas de feroces negociaciones, que el fondo de recuperación de la economía de 750.000 millones de euros fuera aprobado por los 27 mandatarios de los países miembro.
Por primera vez en la historia de la organización, esta realizará un préstamo en su nombre: 390.000 millones de euros serán integrados a su presupuesto y repartidos como subsidios a los países o sectores que lo necesiten, sin reembolso; los 360.000 millones restantes cubrirán préstamos no integrados a ese presupuesto y cada nación deberá reembolsarlos en condiciones favorables.
La proeza ha traído a la memoria el Plan Marshall, la iniciativa estadounidense para apoyar a Europa occidental y reconstruir los países devastados por la Segunda Guerra Mundial. Como en aquel momento, el auxilio será una oleada de oxígeno para los más afectados por la crisis.
Esta vez, el plan tuvo éxito gracias al cambio súbito de posición de Angela Merkel sobre la deuda común, y la voluntad incansable de Macron de construir un proyecto europeo. Todo ello, influido por la pandemia.
Algunos han comparado a Merkel y Macron con el general estadounidense George Marshall, quien orquestó la iniciativa para reconstruir a los países devastados por la Segunda Guerra Mundial.
Durante décadas, la canciller se había mostrado renuente a crear una deuda compartida. Merkel consideraba que las naciones ricas no debían pagar por los errores de los que no respetan la disciplina presupuestal. A finales de marzo, nueve países, incluidos Francia, España e Italia, publicaron una carta para impulsar el endeudamiento común, y Alemania se opuso tajantemente. La canciller apoyó sin vacilar el campo de Países Bajos, Dinamarca, Suecia y Austria, llamados los “Países Frugales” por su apego al rigor financiero.
Sin embargo, a comienzos de abril, los sondeos de opinión revelaron que los alemanes estaban dispuestos a ayudar a los Estados más afectados por la crisis, como España e Italia. La prensa europea también mostró su respaldo a esa idea, y decenas de economistas se pronunciaron a favor de un mecanismo de solidaridad, incluso aquellos tildados de neoliberales. “Los fuertes deben ayudar a los débiles”, escribió el economista Michael Hüther, director del Instituto Económico de Colonia, en el sitio web de su organización. Merkel se dio cuenta de que era tiempo de dejar atrás el dogma de la austeridad.
El contexto político también favoreció el cambio de posición de la canciller. Merkel sabe que, dado que ejerce su último mandato, luego de 20 años de gobernar Alemania, le faltaba poco tiempo para mejorar su popularidad y dejar una huella en la construcción europea. “Entendió que podía aprovechar esta crisis, al final de su mandato, para hacer olvidar su imagen de canciller de la austeridad a la cabeza de una Alemania timorata”, dijo al periódico Le Monde un diplomático francés que pidió anonimato.
El hecho de que el país ocupe la presidencia rotativa del Consejo de la UE hasta el final del año representa una oportunidad única para que Merkel logre ese objetivo. Y también facilitó la conversión de la canciller la llegada a su Gobierno, en enero de 2019, del socialdemócrata y crítico del rigor económico Jakob von Weizsäcker al ministerio de finanzas alemán, en el marco del gobierno de alianza de izquierda y derecha.
También impulsó la consolidación del histórico plan la eurofilia de Emmanuel Macron. Desde el 7 de mayo de 2017, cuando celebró en el palacio del Louvre su victoria electoral bajo las notas de la Quinta Sinfonía de Beethoven, el himno de la UE, se supo que, además de gobernar Francia, el antiguo banquero había llegado para presidir el continente. En la Universidad de la Sorbona, en ese año, dedicó un discurso a su proyecto de una Europa “soberana, unida, democrática”. En 2019, escribió una carta a los ciudadanos comunitarios para presentarles el plan a fin de crear un sistema de defensa propio y un salario mínimo común a todos los países.
Macron vio en la crisis provocada por la pandemia una oportunidad para impulsar sus ideas. Decidió, entonces, liderar el campo de quienes apoyaban la deuda común y convencer a Alemania de que su ausencia de plan significaría el final de la UE. Durante la cumbre de la semana pasada, combatió con fuerza y amenazó dos veces con dejar la mesa de negociaciones. Incluso, pidió que su avión estuviera listo para regresar a París si los Frugales no cedían. A las 5:33 de la mañana del 21 de julio, anunció en Twitter la aprobación del plan: “Día histórico para Europa”. Y, más tarde, en una entrevista a la cadena TF1, explicó: “Es el momento más importante en la vida de nuestra Europa desde la creación del euro”.
Paradójicamente, un elemento adicional permitió la hazaña: Reino Unido. El brexit, la tragedia más significativa en la historia de la UE, eliminó de las negociaciones a un país que, gracias a su poder económico y a su euroescepticismo histórico, hubiera podido bloquear el plan. Francia y Alemania, las dos grandes potencias del continente, pudieron enfrentar con fuerza a Países Bajos o Austria: a pesar de su importancia para la organización transnacional, no tienen el mismo peso financiero ni diplomático.
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Francia y Alemania pudieron enfrentar con fuerza a los Frugales, como Mark Rutte, primer ministro de Países Bajos, o Sebastian Kurz, Canciller de Austria, que a pesar de su importancia para la organización, no tienen el mismo peso financiero ni diplomático.
Francia y Alemania, aunque lograron aprobar lo esencial del pacto, tuvieron que ceder en algunos puntos. Como discutieron el acuerdo en el marco del presupuesto 2021-2027, los Frugales aprovecharon para obtener prebendas, como el alza del descuento a su contribución al presupuesto. También, algunos programas de la Comisión perdieron un financiamiento importante, como los fondos para apoyar la transición ecológica. Esas consecuencias de las negociaciones, sin embargo, no estropearon la victoria de Macron y Merkel, que ven en el endeudamiento común un instrumento de un continente más unido.
En el primer día de la cumbre europea, el primer ministro portugués, António Costa, le regaló de cumpleaños a Angela Merkel Ensayo sobre la ceguera, de José Saramago. En esta novela, una pandemia de ceguera blanca ataca la humanidad, la cual se desgarra mezquinamente para sobrevivir a la crisis provocada por la enfermedad. Sin duda, se trataba de una manera de dejar claro en esa cumbre que solo la solidaridad puede salvar al mundo. La pareja franco-alemana logró ganar la partida a la invidencia. Por ahora.