México

Un país, dos presidentes

Felipe Calderón asume la Presidencia el primero de diciembre con el sambenito de tener encima de sus hombros a un ex candidato que se proclamó presidente 'legítimo'.

25 de noviembre de 2006
El ex candidato por el PRD Andrés Manuel López Obrador se posesionó esta semana como presidente ‘legitimo’, en el Zócalo de Ciudad de México

Tal como lo había anunciado, Andrés Manuel López Obrador ‘tomó posesión‘ como presidente ‘legítimo‘ de México el 20 de noviembre en el Zócalo de Ciudad de México, y lo hizo como si se tratara de una ceremonia oficial. Fue "una payasada", ha dicho la oposición. Acompañado por su gabinete de 12 ministros ‘legítimos‘ que gobernarán en la sombra hizo su entrada triunfal a un escenario que sus seguidores habían copado.

Unos dicen que eran muchos, y otros, que no eran tantos. Ante el escudo del águila con alas abiertas que se utilizó durante el gobierno de Benito Juárez aceptó el cargo de presidente. Ninguno de los íconos representaba los símbolos patrios oficiales para no ser acusado de calumnia. Presentó un documento con ‘20 puntos de gobierno‘ y anunció que gobernaría de lunes a miércoles en el Distrito Federal y el resto del tiempo lo dedicaría a visitar los municipios mexicanos. ¿Pero qué futuro tiene esta pantomima de López Obrador , se preguntan en México.

Una encuesta publicada esta semana señala que el 56 por ciento de la población desaprueba este proceder del líder del Partido de la Revolución Democrática (PRD), que perdió el 2 de julio pasado las elecciones con el candidato del partido alianza Nacional (PAN), Felipe Calderón, por 250.000 votos. El PRD argumenta que hubo fraude en los comicios y no acepta el resultado. Y aunque es verdad que en México la mayor parte de las personas reconoce que hubo inconsistencias por parte del organismo que se encarga del conteo de votos, también se acepta que el resultado oficial es que Calderón es el nuevo Presidente. Y rechaza, como muestran los sondeos, la actitud de López Obrador, a quien acusan de desestabilizar el país.

"El ejercicio de derechos constitucionales no afecta la estabilidad de ningún país democrático. Lo que daña la estabilidad es la pobreza extrema que existe en este país.", dijo a SEMANA Jesús Ortega, uno de los hombres más influyentes en el PRD. Sin embargo, este proceder no sólo deja interrogantes sobre el futuro político de un partido que terminó secuestrado por sus integrantes más radicales (muchos de ellos vienen de lo más profundo del Partido Revolucionario Institucional (PRI), que gobernó a México por 71 años), sino también sobre el futuro de las instituciones en México y, sobre todo, de Calderón, quien se enfrentará a una oposición tan férrea. La próxima manifestación en su contra tendrá que soportarla el primero de diciembre, día de su posesión, cuando está anunciado que el PRD va a hacer todo lo posible para que ésta no se lleve a cabo.

"Calderón llega con las manos atadas. No sabemos si va a poder hacer las reformas que no hizo Vicente Fox -el Presidente saliente- y resistir las manifestaciones que podría hacerle López Obrador cada vez que intente realizar uno de sus proyectos de reforma a los que se opone el PRD", explica José Antonio Crespo, analista del Cide. Aunque no reconocen a Calderón, el PRD dice que sí reconoce el Congreso y conformó el Frente Amplio Progresista junto con otros dos partidos para presentar propuestas fieles a su filosofía social. La primera fuerza política en las cámaras es el PAN, pero necesitará de otros partidos, esencialmente el PRI, si quiere que sus propuestas salgan adelante. ¿Cuál será del futuro político de López Obrador y hasta dónde podrá gobernar Felipe Calderón? Esas siguen siendo las grandes dudas en México. El primero podría estar a las puertas de su suicidio político. El segundo podría estar enfrentándose a seis años de pesadilla. Al menos, se dice en México, se apoyó en un buen gabinete. Y hasta se apropió del mensaje bandera del PRD de lucha contra la pobreza. De todas maneras, lo que necesita Calderón son más y más salvavidas que lo ayuden a mantenerse a flote.