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Michelle Obama deja legado contra la obesidad infantil

La primera dama de Estados Unidos creó un huerto en la Casa Blanca para mejorar los hábitos de consumo de alimento en su familia y generar conciencia.

5 de octubre de 2016
La primera dama Michelle Obama creó un huerto en la Casa Blanca y espera se mantenga con el cambio de Gobierno. | Foto: A.P.

Desde la pequeña parcela que sembró al llegar a la Casa Blanca con el temor de que solo brotaran "hierbajos", Michelle Obama hizo este miércoles un balance de su campaña contra la obesidad infantil y prometió seguir en ella el resto de su vida, convencida de que la alimentación sana "no es una moda pasajera".

"Jardín para la cocina de la Casa Blanca, establecido en 2009 por la primera dama Michelle Obama con la esperanza de cultivar una nación más saludable para nuestros niños". Esa placa permanente, inaugurada en la entrada del huerto, envía un mensaje sutil al ganador de las elecciones de noviembre: las verduras se quedan aquí.

"Confío en que las primeras familias del futuro cuiden de este jardín como lo hemos hecho nosotros, y que se convierta en una de las tradiciones de la Casa Blanca", dijo una emocionada Michelle Obama al inaugurar una ampliación del huerto.

El jardín de verduras y hortalizas, que se ha duplicado en tamaño y ocupa ahora unos 260 metros cuadrados en el sur de la parcela presidencial, fue el germen de la iniciativa "Let‘s Move" (Movámonos), lanzada por la primera dama en 2010 para promover la alimentación saludable y el ejercicio entre los niños.

Seis años después, muchos expertos en nutrición consideran que la campaña ha tenido un impacto notable en todo el país, con resultados como la aprobación en 2010 de una ley que hizo más nutritivos los almuerzos escolares o la presión a las compañías para reducir las grasas saturadas, sodio y azúcares añadidos de sus productos.

"Las tasas de obesidad infantil han dejado de crecer y en el caso de los niños más pequeños han empezado a caer", defendió la primera dama.

La pasión de Michelle Obama por ese tema tiene una raíz personal: en 2008, cuando su esposo aún competía por la Presidencia, el pediatra de sus hijas, Malia y Sasha, les informó de que ambas estaban ganando peso y que debía vigilar su alimentación.

"Supe que tenía que hacer algo", dijo la primera dama en 2010, cuando reveló que empezó a hacer "pequeños cambios", como comprar leche desnatada, incluir uvas en el desayuno y verduras en la cena.

Esa experiencia coincidió en el tiempo con su reflexión con "el tipo de primera dama que quería ser" si su marido ganaba las elecciones, lo que la llevó a tener la "idea loca" de "plantar un jardín en la Casa Blanca para comenzar una conversación nacional" sobre los hábitos alimenticios del país.

"Yo tenía mis dudas: ¿y si plantábamos este huerto y no crecía nada, solo unos pequeños tomates y unos hierbajos?", reconoció.

Algunos le advertieron de que "el asunto de la obesidad infantil era demasiado ligero, demasiado típico de las primeras damas", mientras que "otros creían que era demasiado grande, demasiado complicado" y que irritaría a los más conservadores del país, enemigos de los grandes programas gubernamentales.

En efecto, algunos comentaristas conservadores la acusaron de querer forzar a los estadounidenses a comer brócoli, y también tuvo que enfrentar la resistencia de la industria alimentaria, que provocó el fracaso de una iniciativa de la primera dama para detener la publicidad de comida basura dirigida a niños.

Pero Michelle Obama sí consiguió que el Gobierno estadounidense reformara el etiquetado de los productos alimentarios para eliminar dudas sobre su aporte calórico e identificar claramente los azúcares añadidos, algo que será obligatorio a partir de 2018.

"La primera dama, convencida por las pruebas de que esta podía ser la primera generación de niños que vivían más enfermos y morían antes que sus padres, nos unió a todos" los expertos en el tema, dijo hoy Risa Lavizzo-Mourey, la presidenta de la Fundación Robert Wood Johnson, una institución dedicada a la salud infantil.

"Y como resultado, hemos visto un cambio cultural respecto a la obesidad infantil", añadió durante un acto en la Casa Blanca.

Michelle Obama coincidió en que su iniciativa ha "transformado" la cultura del país, porque después de "una era en la que todo era gigante", especialmente la comida rápida, ahora hay campañas publicitarias que promueven las frutas y verduras, restaurantes de moda especializados en ensaladas y pulseras para hacer ejercicio.

"Esto se ha convertido en un movimiento y ciertamente no se acabará cuando yo abandone la Casa Blanca", sentenció.

"Yo pienso seguir trabajando en este tema el resto de mi vida, y estoy muy emocionada por lo que está por venir", agregó.

La primera dama opinó que los hábitos de vida saludables, "no sólo son una tendencia, no son una moda pasajera", sino que "esto de comer sano está aquí para quedarse".

Este jueves, Michelle Obama cosechará por última vez su querido huerto en la Casa Blanca, con la incertidumbre de si la demócrata Hillary Clinton o el republicano Donald Trump (uno de los dos será presidente en 2017) querrán volver a plantarlo en primavera.