ESTADOS UNIDOS

Los terribles amigos con que Donald Trump quiere gobernar

Así definen en Washington a Mike Pompeo y a John Bolton, las cartas de Trump para los cruciales cargos de secretario de Estado y asesor de Seguridad Nacional. Mientras el presidente los llena de elogios, otros advierten que esos nombramientos ponen al mundo más cerca de conflictos evitables. Un peligro.

5 de mayo de 2018

Ambos son conservadores de línea dura. Sus tendencias bélicas tienen con los pelos de punta al mundo entero y les generan escalofríos incluso a los republicanos más moderados. Sus adeptos los ven como el ejemplo a seguir en Estados Unidos para proteger la valentía y la libertad que su himno nacional reivindica. Otros, sin embargo, los sitúan dentro del grupo de los “estúpidos hombres blancos”, frase que el cineasta gringo Michael Moore popularizó cuando tituló así uno de sus libros.

En el fondo, era cuestión de tiempo que Mike Pompeo y John Bolton encontraran su camino hacia la Casa Blanca en la presidencia del inestable Donald Trump. Estos ‘halcones’, como llaman en Washington a quienes son proclives a la guerra, parecen la escogencia lógica de un mandatario que, en plena campaña, se quejaba de que Estados Unidos hacía mucho tiempo no ganaba una guerra. Y lo peor: ya en el campo de la realidad, sus consejos pueden alejar al mundo de la resolución de algunos de los conflictos más urgentes (Corea del Norte, Irán), los cuales dependen de un papel moderado de Estados Unidos para que lleguen a buen término.

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El Senado confirmó a Pompeo en el cargo de secretario de Estado a finales de abril con 57 votos a favor y 42 en contra, en lo que fue el segundo peor resultado que ha obtenido en los últimos 50 años un candidato al máximo cargo diplomático de Estados Unidos, solo superado por su predecesor, Rex Tillerson, quien obtuvo 43 votos en contra. Analistas creen que para presionar esa decisión, Trump decidió enviar a Pompeo, quien en ese momento era director de la CIA, a una reunión secreta con el líder norcoreano Kim Jong-un, asegurando así la presencia de uno de sus favoritos en un cargo estratégico.

John Bolton, por su parte, asumió el cargo de asesor de Seguridad Nacional una vez Trump despidió al prudente general H. R. McMaster, uno de los personajes que merecían el remoquete de “personas grandes” en una Casa Blanca plagada de fanáticos de todos los colores. Bolton arribó al cargo con su historial de servicio público lleno de bombardeos, conflictos y cambios de régimen. Una hoja de vida de ese calibre sedujo a Trump, quien ve en Bolton un aliado en su obsesión por retirarse del acuerdo nuclear que Estados Unidos, Rusia, China y las potencias europeas lograron con Irán en 2015. El país islámico accedió a disminuir el enriquecimiento de uranio a cambio de ponerles fin a las sanciones que afectaban su economía. Para Trump, ese acuerdo es “defectuoso” y, por eso, prometió salirse del mismo a mediados de mayo, una medida en la que Bolton y Pompeo secundan a su jefe.

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El factor Pompeo

Michael Richard Pompeo reúne las condiciones que para Trump conforman a un ganador nato: éxito empresarial, experiencia militar y logros académicos. Poco le importa la falta de diplomacia de quienes lo rodean, basta con que muestren agresividad para que llamen su atención. Pompeo mantiene esa línea desde que se graduó en 1986 de la Academia Militar de Estados Unidos, conocida como West Point. Sirvió como oficial de caballería mecanizada que patrullaba la frontera con la Cortina de Hierro antes de la caída del Muro de Berlín y estudió Derecho en la Universidad de Harvard. Como abogado corporativo fundó Thayer Aerospace, negocio aeroespacial que comercializaba componentes para aviones comerciales y militares.

Ganó las elecciones al Congreso en 2010 como republicano del Tea Party de Kansas. Muchos lo recuerdan por lanzar duras críticas a Hillary Clinton en 2014 cuando formó parte del comité que investigó el ataque contra la embajada estadounidense en Libia, donde murieron el embajador de Estados Unidos en ese país y tres agentes de seguridad. Clinton era la secretaria de Estado en ese momento.

Aunque Trump ha criticado a los servicios de inteligencia en general, siempre mantuvo a Pompeo fuera de sus ataques. “Con Mike hemos tenido una muy buena química desde el principio”, dijo Trump en la reciente posesión de su amigo como secretario de Estado. Pompeo inauguró su cargo con una visita oficial de tres días a Oriente Medio. El domingo pasado en Arabia Saudita aseguró que Estados Unidos se retirará del acuerdo nuclear firmado con Irán, lo que hará en contra de la opinión enfática de todos los demás países firmantes, como Alemania y Francia.

Ese tratado de no proliferación nuclear, el más significativo en más de un cuarto de siglo, quedó aprobado por unanimidad en una resolución de las Naciones Unidas. Aunque Trump siempre lo ha rechazado, antes de la influencia del binomio Pompeo-Bolton se mostraba más moderado; ahora es casi seguro que se retirará del Acuerdo y una nueva crisis nuclear tendrá a Irán e Israel como protagonistas.

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El factor Bolton

John Robert Bolton, abogado de la Universidad de Yale, pasó por varias administraciones republicanas en su carrera. Con Ronald Reagan trabajó como asistente del fiscal general y bajo el mandato de George H. W. Bush sirvió como subsecretario de Estado para asuntos internacionales. Durante la década de 1990 hizo parte de varias organizaciones conservadoras como el American Enterprise Institute (AEI) y el Comité Nacional Republicano.

“Las Naciones Unidas no existen. Cuando Estados Unidos lidera, las Naciones Unidas lo siguen. Si algo se adapta a nuestros intereses, lo haremos. Si no nos conviene, no lo haremos”, dijo en 1994 en un discurso que ya demostraba la beligerancia de sus palabras. Esas opiniones se materializaron en 2003 cuando organizó el complot de mentiras para invadir a Irak, con la ya conocida excusa de las armas de destrucción masiva que el régimen de Sadam Huseín supuestamente escondía y que jamás aparecieron.

Aún hoy Bolton cree que la guerra de Irak, que causó la muerte a 1,2 millones de personas, sumió al país en el caos y contribuyó al nacimiento de Estado Islámico, fue una buena idea. Después pasó por diferentes cargos y hasta hace poco comentaba las noticias en Fox, la cadena favorita de Trump. Sus opiniones sugieren una intervención internacional en Siria y una acción militar en Irán y Corea del Norte, a las que ha llamado “dos caras de la misma moneda”.

La indignación frente al papel de Bolton en la Casa Blanca no se hizo esperar. El mismo día en que se conoció su nominación, el senador demócrata Edward Markey de Massachusetts declaró al portal The Hill: “Con los nombramientos de Mike Pompeo y John Bolton, Trump está alineando con éxito su gabinete de guerra. Bolton jugó un papel clave en politizar la información que nos llevó a la guerra de Irak. No podemos permitir que este halcón nos meta en otro terrible conflicto”.

Mientras muchos otros asesores de Trump van y vienen, Pompeo y Bolton permanecen. Ese tridente trazará a seis manos la estrategia que puede desarmar a naciones con potencial nuclear o que abrirá el camino a nuevas amenazas. Los ‘halcones’ que antes merodeaban la Casa Blanca llegaron para quedarse. Ambos pueden ahora consolidar la combinación de funcionarios estadounidenses más peligrosos del siglo XXI.