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Mujer venezolana sobrevivió a un secuestro e intento de homicidio por parte de un amigo
“Entré a la casa. Una persona me agarró y me puso un trapo en la boca con formol. Me estaba asfixiando y otro hombre me apuntó con un arma. ‘Te vas a morir’, me gritaba, recuerda la mujer.
Una complicada situación económica obligó a Andrea Suárez, una joven venezolana, a pedir comida, pues no tenía recursos para comprarla. Por esta razón, les escribió mensajes a varios de sus amigos hasta que uno de ellos accedió a prestarle dinero. La única condición que le puso fue que se dirigiera hasta donde él vivía.
Me secuestraron y me dispararon en la cara”, dijo al principio de su relato Andrea, quien acudió a las redes sociales para compartir cómo sobrevivió a la crueldad de un par de hombres. Incluso, cuenta que estuvo a punto de ser asesinada.
@kill_la_kill02 Respuesta a @tiff_g01 parte final y luego subo un video de ella explicando algunas dudas... y la etiqueto a ella también #tiktok #viral #venezuela
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En su desesperada situación por conseguir algo de dinero para comer, aceptó la condición que le había puesto su amigo, sin saber con la sorpresa que se iba a llevar: “Al llegar, sentía una vibra muy pesada y sentía que todo el mundo me miraba y como que sabían lo que iba a pasar. En ese momento, no le presté atención”, contó.
Su amigo, quien la había citado, no apareció en ‘su casa’ ni le contestó el celular. Así que Andrea caminó por la calle y fue abordada por una pareja que supuestamente conocía al hombre. Ellos la llevaron hasta un barrio ubicado en una montaña, con engaños, pues le dijeron que se vería con el sujeto que le iba a prestar el dinero.
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Terminó amarrada de manos y pies en un cuarto mientras era amedrentada y golpeada por los hombres: “Me decían que me iba a morir y que me iban a picar”.
Uno de sus secuestradores también abusó sexualmente de ella. “Es lo peor que le puede pasar a un ser humano”, dijo Suárez.
Luego de unos minutos, apareció el que pensaba que era su amigo, quien le enfatizó que iban a acabar con su vida. “‘Mándale saludos a tu mamá desde el cielo’, decían y con las armas me apuntaban entre todos”.
Los malandros la llevaron hasta un cerro, en medio de sus ruegos y oraciones. Una vez encontraron la montaña desolada, el hombre le disparó sin decir una sola palabra.
Después uno de los sujetos intentó dispararle nuevamente. Se le acercó, le puso el arma en la cabeza, pero esta vez la bala se trabó. Así que decidieron empujarla por la montaña para que rodara, pensando que no tenía signos vitales.
Andrea quien aún seguía con vida, tan pronto no escuchó al grupo y se halló sola en la mitad de la noche, logró levantarse y se arrastró con la cara ensangrentada: “La verdad no sentía nada, solo la cara mojada. No veía nada por un ojo”.
Luego de caminar por horas, cayó al suelo y se quedó dormida. Solo hasta que se despertó encontró ayuda en una casa. “La señora cuando me vio se quedó en shock. Yo le dije que lo único que quería era agua y dormir”.
Inmediatamente, le prestaron ayuda y llamaron a la Policía para trasladarla hasta un hospital. Andrea, consciente de que su vida seguía en riesgo, evitó revelar quiénes la habían violentado y solo esperaba que la atendieran.
La bala se la extrajeron y le operaron la cara.”Tengo la mitad de la cara reconstruida. No tengo ningún hueso en la mitad de la cara, tengo una barra de titanio para reconstruir la mandíbula, me pusieron 11 tornillos. La cara se me partió en cuatro pedazos”.
Afortunamente, gracias a varias terapias, ha podido recuperar parte del movimiento de su rostro. Sin embargo, vivió con mucho temor por meses, hasta que vio una noticia en televisión: la banda que la habría secuestrado y abusado había sido dada de baja.
”Todo el mundo pensaba que yo estaba muerta. Las personas me veían como si fuera un bicho raro. Yo tenía una sonrisa tan bella, todavía estoy en esa lucha. Todavía sueño que un cirujano vea mis videos y me pueda operar la cara”, resaltó.
En este mes de la mujer, con su testimonio, quiere concientizar sobre la violencia que viven miles de mujeres en las calles: “Quizá mi historia hubiera sido otra si Dios no me hubiera puesto aquí”.