ANÁLISIS

Maduro rompe unas relaciones que ya estaban rotas

Tras el intento de hacer ingresar ayuda humanitaria hacia Venezuela a través de la frontera colombiana, el presidente venezolano, Nicolás Maduro, anunció hoy el rompimiento de relaciones con Colombia. Pero, ¿se puede romper algo que ya estaba roto?

23 de febrero de 2019
Venezuela y Colombia han vivido fuertes tensiones en el pasado reciente, aunque ninguna de la gravedad actual. | Foto: Presidencia de la República / Yuri Cortez / AFP

El gobierno de Iván Duque trató este sábado de facilitar la entrada de abastecimiento para los venezolanos aupando los intereses del autoproclamado presidente Juan Guaidó, algo que para Maduro supuso el “límite” y el “colmo” de su paciencia. Sin embargo, el propio Duque ya había reconocido a Guaidó como presidente venezolano el pasado enero y Colombia no cuenta con embajador en Caracas desde hace tiempo.

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El comercio entre los dos países es casi nulo, con puntuales envíos de productos colombianos hacia territorio venezolano en los últimos años. En definitiva, la amenaza de hoy al respecto, apenas tiene efecto alguno.

Precisamente en este sentido se expresó la vicepresidenta Marta Lucía Ramírez en un trino, dejando claro que no se puede acabar con algo que ya terminó.

No obstante, y según explicó a SEMANA Sebastián Bitar, profesor de la Escuela de Gobierno de la Universidad de los Andes, la única preocupación que pueden generar las palabras de Maduro tiene que ver con la integridad y la seguridad de los funcionarios diplomáticos colombianos que aún quedan en Venezuela en misiones consulares, y a quienes Maduro ha pedido que abandonen el país en las próximas 24 horas.

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“Esa es una amenaza muy seria porque, a pesar de que los diplomáticos colombianos no reconocen a Maduro y no tienen ninguna obligación de obedecerlo, sí requieren seguridad”, apunta Bitar.

Un discurso similar empleó el presidente venezolano para poner fin a sus relaciones con Estados Unidos hace unas semanas, pidiendo también la salida de cualquier funcionario estadounidense, pero Washington hizo caso omiso de las órdenes de un mandatario que consideran ilegítimo.

Colombia podría hacer lo mismo apoyándose en sus aliados regionales y en el propio Estados Unidos, pero no cuenta con una fuerza militar tan potente como los norteamericanos para poder garantizar la seguridad de sus diplomáticos. En cualquier caso, el anuncio de Maduro es, a ojos de Bitar, un intento de demostración de fuerza, que difícilmente podría transformarse en una amenaza real para la integridad del cuerpo diplomático colombiano teniendo en cuenta el contexto internacional.

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“Yo creería que Maduro no va a tomar medidas si en 24 horas no se han ido, pero sí me parece preocupante porque básicamente él les está diciendo que después de 24 horas no les garantiza su seguridad”, añade el experto.

Ya hubo ruptura en el pasado, pero no tan grave como la de hoy

Venezuela y Colombia han vivido fuertes tensiones en el pasado reciente, aunque ninguna de la gravedad actual. Durante los gobiernos de Álvaro Uribe y Hugo Chávez, los dos países rompieron relaciones en varias ocasiones, especialmente tras la polémica captura del exlíder de las Farc, Rodrigo Granda, quien según Caracas fue capturado de forma ilegal por miembros de las fuerzas de seguridad colombianas en territorio venezolano, violando el derecho internacional. Tras el rifirrafe sobre el proceso de captura de Granda, Chávez decretó el fin de las relaciones con Colombia, también desde el punto de vista comercial.

Aquel desencuentro, aunque no tan tenso como el actual, sí fue el inicio del declive para el intercambio entre las dos naciones, incluyendo los recientes “momentos de provocación” de las Fuerzas Armadas venezolanas al ingresar a territorio colombiano, agrega el experto.

“Pero hoy es el día más grave -insiste Bitar-. Porque hoy sí hay una acción política explícita del Gobierno colombiano en apoyo a una fuerza opositora que tiene la intención muy clara de reemplazar a Maduro”. Las relaciones entre Colombia y Venezuela ya estaban rotas, pero, desde luego, nunca habían estado tan descompuestas como tras el día de hoy.