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Nitrato de Amonio y Hezbollah: ¿Qué tiene que ver la muerte del 2 de Al- Qaeda con América Latina?
Luego de la operación secreta de Estados Unidos e Israel contra Abdullah Ahmed Abdullah, Argentina encendió sus alertas por la posible entrada de este explosivo por su frontera. Se trata del mismo que se usó en la bomba de AMIA y en recientes atentados terroristas atribuidos al grupo terrorista libanés.
La muerte del número dos de Al Qaeda podría tener repercusiones en América Latina. La gigantesca operación secreta que lideró el Mossad de Israel podría develar parte de una verdad que se ha esfumado por años. Se trata del posible nexo entre el grupo terrorista Hezbollah y la dramática bomba que estalló en Buenos Aires en 1994, con más de 85 personas fallecidas y centenares de heridos.
El caso ha sido un enigma desde entonces y ha estado envuelto en una trama de conspiración y muertes. El fiscal que llevaba el expediente en ese país, Alberto Nisman, fue encontrado sin vida el 18 de enero de 2015 en el baño de su departamento de Buenos Aires. Tenía un disparo en la sien y un arma Bersa calibre 22 a su lado.
El funcionario judicial acababa de pedir indagar a la presidenta Cristina Kirchner y a su entonces canciller Héctor Timerman por la firma de un memorándum de entendimiento con Irán, que según el fiscal sirvió para encubrir a los responsables del atentado a la AMIA, y debía acudir ante una comisión parlamentaria para argumentar su denuncia. AMIA es el peor caso de terrorismo que ha vivido Argentina. Las siglas corresponden a la Asociación Mutual Israelita Argentina que cobró la vida de 85 personas y dejó profundas cicatrices en la historia de ese país.
The New York Times reveló hace unos días que en completo sigilo, unos agentes encubiertos del Mossad habían asesinado al número dos de Al Qaeda, acusado por Estados Unidos por atentados contra sus embajadas en Kenia y Tanzania en 1998. Aunque los hechos sucedieron en agosto, la información solo se hizo pública tras un reportaje del diario este fin de semana. Abdullah Ahmed Abdullah falleció en la operación al lado de su hija Marian, de 27 años, quien era esposa de uno de los hijos de Osama bin Laden.
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Los reportes de The New York Times aseguraban que el grupo tenía intenciones de realizar atentados con objetivos del judaísmo. “Posteriormente, los informes dijeron que Al Qaeda estaba buscando objetivos israelíes y judíos. Irán albergaba a Al Qaeda y respalda a Hezbollah. En 1992, la Embajada de Israel también fue blanco de un ataque terrorista en Argentina. También se culpó a Hezbollah en ese ataque”, advirtió el diario Jerusalem Post.
Por cuenta de esta información de inteligencia el país tomó medidas en la frontera con Paraguay. “El Ministerio de Seguridad decidió reforzar la vigilancia de las instituciones judías de todo el país a partir de este domingo. La decisión se tomó como una reacción a la denuncia anónima que llegó el viernes pasado a las redes sociales de la Embajada argentina ante el Reino Unido y que hablaba de presunto tráfico de explosivos con objetivos en la comunidad judía”, señaló el diario El Clarín. Había un antecedente histórico para ese temor. En 1994, los explosivos que finalmente se detonaron en Buenos Aires habían sido traídos aparentemente de ese modo.
Hay otro elemento importante en las investigaciones: el nitrato de amonio. Con este se hicieron las graves explosiones en Beirut hace unos meses. El nitrato de amonio es una sal blanca e inodora que se utiliza como base para muchos fertilizantes nitrogenados en forma de gránulos, aminonitratos, altamente solubles en agua y que los agricultores compran en grandes bolsas. No son productos combustibles, sino oxidantes. Su detonación es posible en dosis medias y altas y en presencia de sustancias combustibles o fuentes intensas de calor. Según el primer ministro libanés, Hasan Diab, las explosiones, que dejaron al menos 73 muertos y 3.700 heridos, fueron causadas por la detonación de 2.750 toneladas de nitrato de amonio que estaban almacenadas en el puerto de la capital libanesa. Otros atentados de ese grupo terrorista también lo han usado.
Ese cruce de datos ha hecho que diferentes medios de Israel y de la comunidad judía comiencen a cruzar información sobre la serie de ataques que ha vivido la comunidad a lo largo de su historia reciente.
Al Qaeda: ¿se acerca su fin?
Tras la muerte en Irán del número 2 de Al Qaeda y los rumores crecientes de la de su número 1, surgen numerosas preguntas en torno a la dirección y el futuro a nivel global de la organización yihadista, ya de por sí muy debilitada. El diario estadounidense The New York Times informó el viernes que Abdullah Ahmed Abdullah, había sido abatido en Teherán por agentes israelíes durante una misión secreta ordenada por Washington. Algo que Irán desmintió.
Más incierto es el destino del número 1 de la organización, Aymán Al Zawahiri, el poco carismático sucesor de Osama bin Laden, al que se le perdió la pista hace diez años y que podría esconderse en la frontera entre Afganistán y Pakistán. El director del estadounidense Center for Global Policy (CGP), Hassan Hassan, afirmó este fin de semana que Zawahiri, al frente de Al Qaeda desde la muerte de Bin Laden en 2011, había fallecido en su casa hace un mes por una enfermedad.
“Soy consciente de los problemas para verificar este tipo de información pero está en boca de todos en los círculos próximos de Al Qaeda, como Hurras al Din”, había escrito en Twitter Hassan Hassan, revelando que el grupo yihadista sirio era una de sus fuentes. Rita Katz, jefa de la agencia estadounidense Site, especializada en la vigilancia de grupos yihadistas hizo referencia a “noticias no confirmadas”, recordando que “Al Qaeda no se caracteriza por informar rápidamente de la muerte de sus líderes”.
Que su hipotética muerte haya sido por una enfermedad cardíaca y no por una intervención militar externa complica la confirmación de la noticia. Más aún en una persona que, con 40 años de yihadismo a sus espaldas, ha sido dado por muerto varias veces. “Los servicios de inteligencia creen que está muy enfermo”, explicó Barak Mendelsohn, autor de un libro sobre Al Qaeda y profesor de la Universidad Haverford de Pensilvania. “Pero si no ha muerto ahora, no tardará en morir”.
En un contexto geopolítico complicado, la organización que llevó a cabo el mayor atentado de la historia, el 11 de septiembre de 2001, podría encontrarse potencialmente descabezada de sus dos principales dirigentes. Además, la dirección central de Al Qaeda está lejos de ser lo que fue. Su “nombre” sigue presente gracias a los numerosos grupos afines que le han jurado lealtad desde el Sahel a Pakistán, pasando por Egipto, Yemen y Somalia.
Sin embargo, Al Qaeda no dirige ni las acciones ni las alianzas de estos grupos, enmarañadas en problemas locales y regionales que no puede controlar. Barak Mendelsohn avanza la hipótesis de que la jerarquía de la organización en el futuro funcionará como un simple “consejo consultivo”. Los grupos yihadistas “solo escucharán a la dirección central de Al Qaeda cuando quieran, y no por obligación”. Al Qaeda se encuentra, además, en una batalla ideológica y militar en varios frentes con el grupo Estado Islámico, que le robó el papel preponderante del yihadismo mundial y tiene mayor presencia en las redes sociales.
Aún cuando la situación del Estado Islámico también se puede calificar de “frágil” por su derrota en 2019 por la coalición internacional y la desaparición del “califato”. El futuro jefe de Al Qaeda (el nombre de Saif al Adel suena con fuerza entre los expertos) tendrá el desafío de mantener con vida, fuerte y activa a la organización.
Al Adel, ex teniente coronel de las fuerzas especiales egipcias, se integró en los años 80 en la organización Yihad Islámica Egipcia. Detenido en Irán en 2003, habría sido liberado en un intercambio de prisioneros en 2015, según el think-tank especializado Counter Extremism Project (CEP). Un informe de Naciones Unidas, que lo situaba en Irán en 2018, lo describió como uno de los principales colaboradores de Zawahiri.
“Adel jugó un papel fundamental en el desarrollo operativo de Al Qaeda, y ascendió con velocidad en la jerarquía”, escribió CEP al hablar de su rol en la formación de algunos de los secuestradores de los aviones del atentado del 11 de septiembre. Es uno de los principales candidatos pero “siempre puede haber sorpresas”, si la nueva generación consigue imponerse, considera Barak Mendelsohn. “No sabemos cómo será recibido en la organización en el caso de que Zawahiri o la vieja guardia no estén ahí para respaldarle”.