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No se licuó la sangre de San Genaro, ¿por qué en Nápoles temen lo peor?
“El Maradona de los santos ha fallado un penalti”, escribieron sobre el importante acto.
Para los ciudadanos de Nápoles no ha sido un año fácil. Tras la pandemia del coronavirus, la ciudad perdió a su máximo ídolo, Diego Armando Maradona, y los napolitanos no creían que algo peor podía pasar. Pero una tradición augura que las malas noticias seguirán llegando .
Tanto los más creyentes como los ateos sienten el temor ante lo que se viene en 2021. Esto pues la sangre de San Genaro no se ha licuado como es tradición cada 16 de diciembre (también cada primer sábado de mayo y todos los 19 de septiembre): este hecho representa un augurio terrible.
“Nos faltaba solo que fallara San Genaro”, publicó ‘Il Matino’. “San Genaro, el Maradona de los santos ha fallado un penalti”, afirmó en ese mismo periódico el antropólogo y divulgador científico local Marino Niola.
La tradición es secular. El relicario, con la supuesta sangre del santo en estado sólido, es sacudido por el arzobispo o un monseñor ante los fieles y se convierte en líquido. Así ha ocurrido (casi siempre) en las tres veces en que es sacado de su lugar habitual al año, en una capilla de la catedral: el sábado previo al primer domingo de mayo, el día 19 de septiembre, que es su fiesta patronal, y cada 16 de diciembre.
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En la ceremonia del pasado 16 de diciembre, se intentó dos veces, en la mañana y luego en la noche, pero no se produjo el “milagro” . El cardenal Crescenzio Sepe, que presidía la celebración litúrgica, advirtió: “Rezad al patrón, no nos abandonará”.
“Sé perfectamente que puede parecer difícil, para los observadores externos, comprender una devoción tan incondicionada: el milagro de San Genaro es un símbolo, un punto de referencia, un puerto seguro para cada habitante de la ciudad”, explicó Niola.
En el pasado, cuando la sangre de San Genaro no se ha licuado, se han producido difíciles situaciones. El fallido milagro (que la Iglesia considera un “prodigio”) del 16 diciembre 1835 se tradujo, en 1836, en la epidemia de cólera que azotaba al resto de Europa desde cuatro años antes, causando más de 18.000 muertos.
Según la tradición popular, la epidemia de cólera fue la consecuencia de la ira del San Genaro. Se cumplió la maldición: “año bisiesto, año siniestro”.
Mucho antes, en 1527, una plaga asoló la ciudad, mientras que otro gran desastre más reciente se remonta a 1980, cuando un terremoto le costó la vida a 3.000 napolitanos.
La tradición nació el 16 de diciembre de 1631. En ese día, la erupción del volcán Vesubio sembró el pánico en Nápoles ante el temor de que la lava repitiera la destrucción que sufrió la vecina Pompeya en el año 79 d.C. En ese complejo momento, los napolitanos se encomendarían a San Genaro sacando en procesión por las calles un busto que contenía su cráneo y el relicario con su sangre.
La sangre se licuó y la lava se detuvo justo antes de llegar a la población.