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“No tengo duda de que en algún momento Nicaragua va a tener retorno a la democracia”: Félix Maradiaga habló sobre régimen de Daniel Ortega
En entrevista para SEMANA, Félix Maradiaga habló sobre sus motivaciones al hacer parte de la oposición del régimen y se pronunció sobre los problemas que enfrenta el pueblo nicaragüense.
Félix Maradiaga, aspirante a la presidencia de Nicaragua, se convirtió en el tercer candidato opositor del régimen, ex preso político y desterrado reveló diferentes sucesos acerca de las acciones que ha tenido el régimen de Daniel Ortega en Nicaragua.
SEMANA: Sobre la persecución hacia la iglesia católica, ¿por qué el régimen está tomando la decisión de cancelar todo tipo de convenios con ONG religiosas?
FÉLIX MARADIAGA: La dictadura de Daniel Ortega no ha sido un proceso abrupto, sino que ha sido un proceso incremental de desmontaje de la débil institucionalidad democrática que tenía el país, en otras palabras, han sido fases.
La primera fase, una vez que Ortega regresó al poder en enero del 2007, fue el desmontaje, esencialmente de la débil institucionalidad electoral que tenía el país y que le había tomado 16 años a Nicaragua poder consolidar, es decir, del 2007, hasta aproximadamente el año 2014 el énfasis de Ortega, fue atacar a los partidos políticos de oposición y negarles su registro para que los partidos pudieran competir.
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El punto máximo ya fue en el 2016, cuando al principal partido de oposición que quedaba en ese momento, que era el Partido Liberal independiente, se le desmontó totalmente, la segunda fase de la represión implicó entrar directamente a la sociedad civil, a las organizaciones sin fines de lucro, a los organismos defensores de Derechos Humanos y la cúspide de esa persecución fue en el 2018, cuando se inició con el cierre del principal Centro de Investigación en materia de políticas públicas, que se llamaba Instituto de Estudios estratégicos, que estaba bajo mi cargo y fue la primera organización en ese momento clausurada en junio de 2018.
Le hago este historial para entrar ahora en la iglesia católica con el cierre de los partidos de los centros académicos de investigación independiente, de los movimientos sociales que también fueron criminalizados, la iglesia católica en Nicaragua no tuvo otro remedio que convertirse en una voz de Justicia apegada a la doctrina social de la Iglesia.
Eso hay que explicarlo, no era una decisión de involucrarse en política, sino que obispos como monseñor Silvio Báez, obispo auxiliar de la arquidiócesis de Managua, el obispo Rolando Álvarez de la diócesis de matagalpa y el obispo Abelardo Mata, de estelí, lideraron lo que en el año 2014 fue una carta pastoral que se le envió a Ortega, instándole a que frenara todo ese desmontaje de las instituciones.
En ese momento, Ortega volteó, cual fiera herida, cuando una fiera está devorando a una presa y alguien trata de interrumpir ese ataque, la presa ya destruida, en este caso, los partidos políticos, fueron dejados a un lado por Ortega y se abalanzó sobre la yugular de la Iglesia, que eran estos obispos, ambos, los forzó al exilio, hasta el día de hoy están exiliados, desde el año 2018, monseñor Mata, por su edad, ya estaba retirado, pero después se empecinó en monseñor Álvarez y en otros sacerdotes.
Estamos hablando de 3.400 organizaciones cerradas, yo le voy a dar un ejemplo, que usted puede verificar desde su fuente independiente. Si usted busca casos en el mundo, en donde haya países que no tienen relaciones con el Vaticano, que no tengan relaciones con el alto comisionado de Derechos Humanos o que no tengan relaciones con el PNUD, que es el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, o con la Cruz Roja Internacional, no va a encontrar un solo caso en el mundo.
Nicaragua es el único país en el planeta tierra que no tiene relaciones con algunas, ha sido expulsada incluso la Cruz Roja Internacional y se le ha prohibido presencia al país de cualquier tipo de organización de Derechos Humanos.
Incluso, de organizaciones independientes que en su momento fueron grandes amigas y aliadas de la Revolución Sandinista, por esa razón yo explico el caso de Nicaragua como una especie de Corea del norte tropicalizado.
En este momento, en Nicaragua hay una situación tan extrema en la cual la iglesia católica no tiene permiso de tener cuentas bancarias, varios colegios católicos han sido forzados a cerrar, la principal Universidad Católica Jesuíta del país está cerrada, más de 11 órdenes religiosas, incluidas las hermanas de la caridad de María María Teresa de Calcuta, fueron expulsadas del país, al igual que otras órdenes y hay por lo menos 140 nicaragüenses religiosos que han sido o expulsados del país o que se encontraban cumpliendo labores fuera de Nicaragua y no han podido regresar, es decir, en una situación que se ha vuelto muy común.
Además, se han presentado casos más extremos, más de 316 personas que fuimos expulsados de Nicaragua se nos ha quitado la nacionalidad por reforma de la Constitución, pero estamos hablando de 316 personas que con nombre y apellido, luego de una reforma constitucional y de una acto vergonzoso de un Tribunal de Managua, se nos declaró traidores a la patria y, por tanto, se nos confisca las propiedades, se nos anula el Registro Civil, se nos declara prácticamente muerte civil y obviamente se nos cancela la nacionalidad.
Se resume en 10 % de la población en el exilio, en 3.400 organizaciones cívicas cerradas, en 26 universidades clausuradas y en más de 100 personas presas por las situaciones más inéditas; doy ejemplos, el caso de Víctor Ticay, un camarógrafo que salió a cubrir una festividad totalmente inofensiva, que es el vía crucis, el régimen consideró que cubrir ese evento con una cámara públicamente era un acto contra el Estado y lo tiene preso, condenado a 10 años de prisión.
Entonces, es una situación de degradación acelerada del país, que está pasando frente a un gran silencio y aquellas personas que tratan de reportarlo desde los medios de comunicación o aquellos que, como es mi caso, que tengo muchos años prácticamente 20 años documentando y trabajando y hablando sobre esto, pues obviamente se llegó al extremo de querernos asesinar, de encarcelarnos y ahora de expulsarnos del país.
SEMANA: En una entrevista que tuvo hace un tiempo habló de que fue necesario estar en la cárcel para desenmascarar a Ortega, ¿a qué se refiere con esto?
F.M.: Sí, fue una decisión muy complicada en lo político y muy dolorosa en lo personal, porque aquellos que decidimos enfrentar a Ortega electoralmente, nos estábamos sumando a una situación que sabíamos no llevaría bajo ningún punto a elecciones libres y transparentes, porque los fraudes electorales se venían ejecutando desde hace rato.
Fue una decisión necesaria, precisamente porque Ortega no había enfrentado previamente a una oposición unificada, no había enfrentado a opositores con una estrategia de resistencia cívica más frontal y lo que venía pasando era que al no haber condiciones electorales provocadas por Ortega, la decisión natural era no competir, o los partidos simplemente cumplían el requisito de ir a las elecciones sabiendo que iban a tener un porcentaje muy pequeño.
Pero, había que desenmascarar en el sentido que la única forma, en nuestra opinión, que la comunidad internacional iba a comprender que Nicaragua realmente había una dictadura, era llevar a Ortega hasta el límite de la presión, obligarlo a que nos echara presos. Ortega, por ejemplo, a mí, y seguramente que fue él, aunque obviamente en la investigación que hace la OEA no se determina un culpable, pero a mí se me intentó asesinar en mayo del 2018, también se me intentó asesinar en julio del 2018, lo que me llevó a estar hospitalizado.
Se me abrió un juicio ese mismo año y a pesar de eso yo regresé a Nicaragua y lo hice en 2 ocasiones, a pesar del exilio forzado que me querían imponer, pongo mi ejemplo para explicar lo siguiente, cuando no se opta por el exilio, cuando se prefiere incluso la cárcel, lamentablemente es cuando el punto de ebullición llega tan alto, en el cual finalmente la atención del mundo está sobre Nicaragua, por eso implicó que todos los excandidatos presidenciales, que nos apuntamos a la primaria, tuvimos que pasar por ese tormento de la cárcel en situaciones extremadamente inhumanas.
SEMANA: ¿Podría decir que esa medida que tomaron en ese momento funcionó?
F.M.: Bueno, creo que funcionó en el sentido de que hoy, incluso quienes fueron amigos de Ortega reconocen que en Nicaragua había una dictadura y Nicaragua tiene presos políticos y tienen más de 10 años de estar en la cárcel y, sin embargo, no se lograba la atención internacional necesaria.
Pero el argumento que yo escuchaba de forma recurrente era, “Ortega está, porque nadie lo puede enfrentar, porque no se organizan, porque no hay una oposición capaz de ganar elecciones”, yo le cuento una anécdota, el 3 de mayo del año 2018 en Washington, yo tuve un debate público con el secretario general de la OEA, quien es un gran amigo.
Pero el mismo secretario de la OEA públicamente, en el 2018 nos dijo, “la oposición no quiere ni puede ganarle electoralmente Ortega”, ese es el problema, en boca del propio secretario general, había un convencimiento basado en la mentira, en la propaganda, en la manipulación de que Ortega era una especie de líder autoritario.
Pero no era dictador porque ganaba elecciones y es fundamental ganar la batalla de las ideas y la batalla de las narrativas, para poder pasar a una etapa fundamental que es el desconocimiento de ese régimen como un régimen que no está basado en la ley, que no tiene la legitimidad electoral.
No hemos logrado sacar a Ortega porque él tiene el monopolio de las armas. Nosotros somos un movimiento no violento, un movimiento que no va a recurrir jamás a la violencia, pero ahora tenemos de nuestro lado al derecho internacional.
Se ha logrado una histórica resolución del Consejo de Derechos Humanos, que determine en su informe que en Nicaragua se cometieron crímenes de lesa humanidad, eso es algo inédito en la historia de de América latina para un régimen como el de Ortega, que venía recibiendo incluso aplausos hace un par de décadas de muchos de los países que le retiraron su apoyo.
SEMANA: Después de todo esto que ha logrado la oposición, ¿cree que en algún momento Daniel Ortega baje del poder?
F.M.: Yo no tengo ninguna duda de que en algún momento Nicaragua va a tener un retorno a la democracia, no me atrevo a ponerle fecha, porque la situación del país está muy complicada.
Insisto en la analogía de una Corea del Norte tropicalizada y la situación es bien compleja, pero para responder su pregunta, yo quisiera señalar un punto que para mí es vital y es el hecho de que el cambio democrático de Nicaragua va a depender de 2 factores fundamentales, primero de las condiciones geopolíticas a favor de la democracia, por otro lado, como segundo factor de igual importancia, es la capacidad y la resiliencia no solo de la oposición política, sino los nicaragüenses que queremos la libertad de mantenernos.