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Después de que cuatro policías violaron  en manada a una joven, las mujeres se tomaron Ciudad de México. 

MÉXICO

“¡Nos están matando!”: el reclamo de los feminicidios en México

Cada día mueren asesinadas 7 mujeres mexicanas. Se calcula que suman 1.200 en lo que va corrido de 2019. La alarma es absoluta, los grupos feministas se manifiestan a alaridos y el país solo se inmuta por los daños que hacen.

31 de agosto de 2019

El Ángel de la Independencia, insignia de la mexicanidad en pleno Paseo de la Reforma, terminó pintorrejeado. Más de 300 letreros y grafitis hechos con aerosoles y pinturas afectaron sus escalinatas, bronces y placas de mármol. Todo tipo de leyendas de denuncia y desesperación quedaron inscritas en el monumento símbolo de la libertad, pero sobre todo una que pone la piel de gallina: México feminicida.

Con gritos de ¡Yo sí te creo! ¡Si me matan, si me violan, si me desaparecen, destrúyelo todo! ¡El feminismo nunca ha matado a nadie, el machismo mata cada hora!, miles de mujeres marcharon ese viernes con pañuelos verdes y morados, brillantina rosada, consignas y cánticos que demostraban absoluto hartazgo. No es para menos: cada día mueren asesinadas siete mujeres en el país.

Detonó esta marcha la violación, el 3 de agosto, de una adolescente de 17 años en Azcapotzalco de la Ciudad de México. Las mujeres salieron a las calles cuando supieron que la habían violado cuatro policías en su patrulla, tras ofrecerle llevarla a su casa. A los agresores solo los destituyeron, pero no los imputaron. “Frente a ese hecho tan brutal y la falta de empatía de las autoridades, la rabia que ya estaba sale y hace que se unan millones de mujeres para salir y exigir justicia”, comentó a SEMANA Regina Tamés, abogada feminista y directora del Grupo de Información sobre Reproducción Elegida.

Foto: Muchos ciudadanos criticaron que algunas manifestantes pintaran con grafitis el Ángel de la Independencia. 

Crímenes de odio

Y aparecen los rostros de los números. Abigail, 20 años, violada y asesinada a pedradas en diciembre de 2016 en Tlalpan. Rocío, 22 años, salió a trabajar y tiempo después apareció su cuerpo sin cabeza. María, 21 años, fue al gimnasio y apareció ahorcada con una bufanda. Mara, 19 años, asesinada por su conductor de Cabify. Juana, 36 años, muerta a patadas por su marido, frente a sus hijos. Perla, 7 años, su cuerpo entre una bolsa plástica. Sandra, 24 años, salió a la farmacia de su barrio y acabó en una maleta. Las autoridades solo investigan el 25 por ciento de los casos de feminicidios bajo este delito, según el Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio. De acuerdo al Secretariado Ejecutivo, cada dos horas y media una mujer es víctima de la violencia machista. Y en general la impunidad se sitúa en 93 por ciento.

“No solamente nos violan y nos matan”, dice Minerva Valenzuela, coordinadora del Colectivo Bordamos Feminicidios, “es común que además nos cercenen un pezón o nos metan un tubo por la vagina. También nos matan de forma distinta que a los hombres, como un castigo o advertencia para que sigamos siendo como el sistema quiere”.

Ahora, todo México es una gran Ciudad Juárez. Esa ciudad del estado de Chihuahua, en la frontera con Estados Unidos, cobró notoriedad en 1993 por los asesinatos sistemáticos de mujeres. Valenzuela recalca que solo entonces este fenómeno estuvo en la agenda prioritaria del Estado, que sentó precedente para que se pudiera ir poco a poco armando la figura jurídica del feminicidio.

El último diagnóstico de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos de México (CNDH), como muchos análisis e informes, destaca que la causa principal de esta violencia es la desigualdad histórica y universal, que ha situado en una posición de subordinación a las mujeres respecto a los hombres. Este sistema patriarcal, que genera discriminación y diferencia de oportunidades a todo nivel, se ha reproducido en todos los escenarios de la vida.

Andrés Manuel López Obrador casi no habló del tema. 

La movilización es la más grande que ha habido contra la violencia machista en México. “Esta marcha forma parte de un movimiento histórico de largo aliento y plural, que, en una coyuntura como la actual, reclama el cese de la impunidad y exige mayor seguridad para las mujeres”, le dijo a esta revista Karla Motte, especialista en historia de las mujeres.

La marcha convocó solo mujeres. Expulsaron a los hombres que irrespetaron esta petición. Y dejaron salir la rabia legítima por muchos años de inoperancia, hubo vidrios y otros destrozos. Pero sorprendentemente, parte de la sociedad solo reaccionó para criticar el vandalismo como un acto de violencia. “Yo asistí a la manifestación”, comenta en voz alta Jimena González, feminista, escritora y poeta de 19 años, “porque hemos estado aguantando toda esa violencia y todo ese dolor, y las mujeres de nuestra generación se han logrado articular desde la vulnerabilidad común. Ya no vamos a darles la comodidad de nuestro silencio de un montón de años”.

La llegada al poder del primer presidente de izquierda, Andrés Manuel López Obrador, y a la alcaldía de la Ciudad de México de la primera mujer, de izquierda y progresista, Claudia Sheinbaum, llenó de esperanza los movimientos. Sin embargo, el presidente se ha pronunciado poco, y urgió reparar el ángel antes del grito de independencia el 15 de septiembre. Y lo que es peor, la funcionaria ha sido tibia en su postura, pareció defender a los violadores y habló más de los daños que del problema.

Sandra Barba, escritora y feminista, añade que: “Las feministas de la Ciudad de México llevamos cerca de dos décadas o más pidiendo básicamente lo mismo, algo elemental, acceso a la justicia”, cambian partidos e ideologías en el poder y aun así, el problema sigue igual. Necesitamos que las entidades de justicia se tomen en serio el problema, que haya una reforma del sistema de seguridad pública y procuración de justicia a nivel capitalino y federal.

Según el Observatorio Nacional Ciudadano del Feminicidio, lo más frecuente es que los familiares investiguen solos. Por lo general ellos o la propia víctima terminan culpados por lo sucedido, les piden pruebas y no siempre las hay. En muchos casos sabidos las autoridades incluso llegan a pedirles a las familias que paguen para que sus casos continúen abiertos. “Muchas mujeres esperamos una estrategia integral de seguridad que incluya especialización de funcionarios y funcionarias”, agrega Motte, “así como mayor sensibilidad a la problemática. La estrategia de la alerta de género implica enfocar recursos y esfuerzos en el tema específico de la violencia feminicida. Creo que el camino será largo y revertir la violencia y los índices de feminicidio no será tarea fácil”.

Para las expertas, las propuestas del Estado se centran exclusivamente en una visión punitiva. Pero en realidad es la punta del iceberg de una situación de discriminación y misoginia que debe prevenirse desde las relaciones humanas hasta en el sistema educativo, como la inclusión de la perspectiva de género en todas las políticas públicas, abarcando seguridad, educación movilidad, etcétera.

La jefa de gobierno de CDMX, Claudia Sheinbaum, fue tibia en su reacción. 

Como sea, lo que está sucediendo constata el auge de los movimientos feministas, que hacen presencia en las calles, en las redes, en los medios y en las casas. “Este es un país misógino, nuestro modelo familiar está completamente relacionado con la sumisión y servicio de la mujer hacia el hombre, en todos los sentidos. Por eso nosotras tenemos que organizarnos, aprender a defendernos y romperlo todo y pintarlo todo, solo así nos van a escuchar”, concluye Jimena González. Una parte de los mexicanos está lastimada por la agresión al monumento de El Ángel. Otros piden que lo dejen así como testimonio del dolor de todos. Por decisiones del gobierno hoy El Ángel está cercado y lo están restaurado. Pero miles de mujeres se preguntan cómo van a restaurar la vida de miles y miles de ellas, asesinadas por un odio inexplicable. n