captura Netflix- YouTube - Crack: Cocaine, Corruption & Conspiracy
Crack: Cocaine, Corruption & Conspiracy - Documental Netflix | Foto: captura Netflix- YouTube

MUNDO

Nuevo documental de Netflix aborda problemas estadounidenses que generan controversia

El racismo y el manejo de la adicción a las drogas por parte de las autoridades son parte de las temáticas de la producción ‘Crack: Cocaína, Corrupción y Conspiración’ .

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5 de enero de 2021

‘Crack: Cocaína, Corrupción y Conspiración’ es el nombre del nuevo documental de Netflix dirigido por Stanley Nelson, que explora la compleja historia del crack en la década de los ochenta, años en los que apareció en Estados Unidos esta potente droga barata que encendió las alarmas morales y el racismo de la época. Las disparidades raciales y económicas, la pobreza y crimen dentro de la ciudad, el encarcelamiento y explotación, la responsabilidad personal y comunitaria así como los reportajes y sensacionalismo de los medios de comunicación, serán parte de los temas que tratará esta producción.

La película documental que tiene una duración de aproximadamente una hora y media y que se estrenará el próximo 11 de enero, abordará en este corto tiempo diversas problemáticas relacionadas con la aparición del crack en este país. Muchos críticos opinan que no tendrá un análisis profundo de las mismas, sino será un recorrido superficial sobre el tema.

La producción, que promete ser un éxito entre los usuarios de Netflix, emplea una estructura cronológica general para contar su historia, comenzando con el auge de la cocaína en las décadas de 1970 y 1980, cuyo alto costo le dio un estatus VIP por ser la droga que para muchos solo podían consumir las personas adineradas y poderosas.

Esta característica en el costo hizo imposible que las personas de bajos ingresos, entre ellos la mayoría de los afroamericanos –que según el documental tenían como sueño consumir coca– pudieran acceder a la misma, una situación que cambió luego de que los traficantes comenzaran a destilar la cocaína para convertirla en crack, una variante más barata y potente de la sustancia que se convirtió en una sensación inmediata entre las personas que consumían drogas.

Según relata ‘Crack: Cocaína, Corrupción y Conspiración’, en poco tiempo el consumo desmedido del crack inundó comunidades urbanas enteras, las cuales además del problema de las drogas lidiaban con el creciente desempleo, la pobreza y el crimen, una situación que aprovecharon las personas que expendían estas sustancias ilícitas para hacer mucho dinero a costa del sufrimiento de los esclavos del consumo que hacían cualquier cosa por conseguir crack.

Entre los magnates del crack que nombran y aparecen en el documental se encuentran “Freeway” Ricky Ross, Corey Pegues y Samson Styles, tres personajes que según los críticos, demuestran uno de los aspectos más destacados de la película, donde un mundo que les promete riqueza inmediata, luego los obliga a recurrir a la violencia fuertemente armada para proteger lo que han adquirido, una situación que refleja lo que verdaderamente envuelve al mundo del tráfico de drogas.

Otro de los temas importantes que aborda esta producción, es el efecto desastroso del Crack sobre las mujeres negras, y la difamación cultural que siguió, ya que su director sostiene que informar sobre los “bebés crack” y, en consecuencia, la mala maternidad, se basaba en un ‘mito refutado’ que se dio por la naturaleza racista de muchos americanos blancos que como respuesta a su intolerancia ayudaron a difundir esta calumnia que dejó a estas mujeres muy mal representadas en la historia.

Posiciones como esa son parte del argumento de ‘Crack: cocaína, corrupción y conspiración.’, que a pesar de su enfoque aparentemente sencillo, cuenta con una colección de ideas opuestas a las historias ya contadas, entre las que se encuentran testimonios de múltiples ex adictos, así como informes de noticias de archivo, que revelan que el crack se presentó como un virus mortal que devastó a personas, familias y vecindarios, y que fue ignorado por la población en general y por la policía dado que afectaba principalmente a los estadounidenses negros, lo que resalta el racismo al que la comunidad afrodescendiente ha tenido que someterse durante décadas.

Sumado a esto, el documental también hace una critica a los medios de comunicación por exagerar de una manera sensacionalista la crisis y llamarla “epidemia” siendo una problemática de la cual eran responsables muchos sectores, entre ellos, los políticos, a los que la producción señala como indiferentes por no tomarse la guerra contra las drogas en serio.

Así mismo el desinterés de la policía por combatir la infiltración del crack en las comunidades afroamericanas recibe una breve mención, al igual que la participación corrupta de la policía en la economía de las drogas, ya sea robando o quitando sobornos a los traficantes, un tema que según los críticos, debería contener una investigación en profundidad, así como la responsabilidad de la CIA en la afluencia de cocaína y crack de la década de 1980 en el centro de la ciudad estadounidense.

La producción que expone las diversas aristas que rodearon esta problemática sanitaria, concluye con su opinión más fuerte y es que la criminalización extrema de los narcóticos ha llevado, durante las últimas décadas, a una catástrofe de encarcelamiento masivo, castigando predominantemente a los afroamericanos, a pesar de que según los informes, los consumidores de crack de los 90 eran blancos, una situación que según el documental, todavía estamos viviendo.

La película documental de Stanley Nelson sostiene de manera convincente que Estados Unidos necesita una política pública de drogas que considere la adicción como un problema de salud, más que como un crimen, un tema que también toca de manera superficial pero que seguramente generará controversia.