MUNDO
Nuevo escándalo en el Vaticano: exalumnos del preseminario denuncian tocamientos y encubrimiento
Los hechos fueron puestos en conocimiento por varios antiguos alumnos del centro de formación durante el juicio que se adelanta contra un sacerdote.
La Iglesia católica ha sido sacudida por escándalos de abuso sexual que han sido reconocidos por el papa Francisco y que han llevado al retiro de varios religiosos involucrados en estos hechos que coparon grandes titulares en la prensa mundial.
Prelados de Estados Unidos, Chile, Alemania, Irlanda, Francia y Australia, entre otros, han sido acusados de cometer abuso sexual.
Ante esos escándalos, el papa Francisco publicó una carta dirigida al Pueblo de Dios, el 20 de agosto de 2018, en la que condena los abusos sexuales cometidos por los sacerdotes. La directriz es que se necesita urgentemente que los culpables rindan cuentas, no solo los que cometieron esos crímenes, sino también aquellos que los cubrieron. Lo cual en muchos casos incluye a los obispos.
Así mismo, advirtió sobre la necesidad para que se adopten las medidas de protección necesarias en todas las instituciones. “El texto del papa es para Irlanda, para Estados Unidos, es para Chile, pero también para el resto de fieles que conforman el pueblo de Dios”, se señaló en ese momento.
A pesar de esos llamados, se acaba de conocer una denuncia según la cual se habrían presentado varios casos de abuso sexual en el preseminario San Pío X del Vaticano que incluyeron tocamientos sexuales y presiones psicológicas que sus superiores conocían.
Los hechos fueron puestos en conocimiento por varios antiguos alumnos del centro de formación durante el juicio que se adelanta contra el sacerdote Gabriele Martinelli, de 28 años, acusado de abusar de alumnos adolescentes como coordinador del centro -en el que se alojaban los estudiantes antes de entrar en el seminario- entre el 2007 y el 2012, y su entonces rector, Enrico Radice, de 71 años, por encubrirlo.
De acuerdo con los afectados, Martinelli habría abusado sexualmente de un joven, L.G, recurriendo también a amenazas y violencia para obtener “relaciones carnales, actos de sodomía y masturbación”. Tanto el imputado como la víctima eran menores de edad en el momento de los hechos.
Durante el quinto día de audiencia declararon tres antiguos alumnos: Andrea Spinato, de 31 años; Christian Gilles Donghi, de 34, que estuvo un solo mes en el centro, y Alessandro Flaminio Ottaviani, de 34. También testificó el padre Pierre Paul, responsable de la capilla musical.
De su testimonio se desprende que en el preseminario dominaba “un ambiente insano” donde eran frecuentes las “bromas de tipo sexual”, mientras que el imputado Martinelli es definido como la persona de confianza del rector, superando incluso al equipo directivo.
Sin embargo, los presuntos abusos solo se conocían de oídas, sobre todo de boca del joven polaco Kamil Tadeusz Jarzembowski, quien denunció todo en un libro.
En desarrollo de la audiencia uno de los testigos, Flaminio Ottaviani, aseguró haber visto a Martinelli “tocar las partes íntimas” de otro alumno, mientras que Spinato habló de “toqueteos” a los más jóvenes, pero genéricamente, sin aportar detalles.
Spinato, que estudió en el preseminario entre 2000 y 2008, aseguró que el imputado Martinelli tenía un “rol dominante muy fuerte” gracias al rector y que su “actitud homosexual” era notoria.
A la víctima, L.G, la describió como alguien “extremadamente creíble”, pero también muy “frágil” por sus problemas familiares.
Aunque Spinato no es testigo ocular de los presuntos abusos de Martinelli hacia la víctima, confirmó que había “comportamientos inapropiados” como “tocamientos” en los momentos de asueto de los muchachos, aunque “siempre vestidos”.
Según esa versión, el imputado además utilizaba “chascarrillos de carácter homosexual” y ponía apodos “femeninos”, incluso él era llamado “la madre” por el resto de preseminaristas por su rol dominante.
El testigo Gilles Donghi solo estuvo un mes en el preseminario porque se dio cuenta “inmediatamente” de que no era el lugar idóneo. Aseguró que fue “una experiencia lacerante” y abandonó el camino sacerdotal.
Añadió que fue el cardenal Angelo Comastri quien evitó la destitución de Radice alegando que eran “falsedades”.
Flaminio Ottaviani denunció “un ambiente insano”, “presiones psicológicas” y “bromas frecuentes de tipo homosexual” y, aunque nunca vio relaciones sexuales entre el acusado y la presunta víctima, en una ocasión vio a Martinelli tocar las partes íntimas de otro preseminarista, Andrea Garzola, con el que había congeniado.
Además consideró “muy cierto” que las autoridades del Vaticano estuvieran al corriente de los hechos, como Radice y el purpurado Comastri, vicario emérito del Vaticano.
Por otro lado, dijo que la supuesta víctima le entregó una carta para que se la hiciera llegar al papa, pero no lo hizo.
Por su parte, el padre Pierre Paul, sacerdote de la basílica de San Pedro, dijo que habló con L.G y que, aunque no le confesó los abusos, comprendió que arrastraba problemas de tipo “afectivo-sexuales”.
En 2017 el sacerdote llevó estos hechos a la Comisión para la Protección de los Menores de la Congregación para la Doctrina de la Fe porque, apuntó, “si un cura sabe algo y no habla, es cómplice”.
Esta es la primera vez en la que el Tribunal del Vaticano juzga este tipo de delitos presuntamente cometidos dentro del Estado pontificio.