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Opositor ruso Alexéi Navalni reaparece desde prisión
“Todo va bien para mí. Hay incluso una barra (para hacer ejercicio físico) en el patio”, escribió en Instagram Navalni, asegurando que se encuentra en un centro de detención de la zona de Vladimir, al este de Moscú.
El opositor ruso Alexéi Navalni, condenado en febrero a dos años y medio de prisión, aseguró este miércoles que “todo va bien” en el centro de detención donde está preso actualmente. “Todo va bien para mí. Hay incluso una barra [para hacer ejercicio físico] en el patio”, escribió en Instagram Navalni, asegurando que se encuentra en un centro de detención de la zona de Vladimir, al este de Moscú.
La cárcel donde purga su pena el opositor ruso Alexéi Navalni, en Pokrov, un pueblo ruso salpicado de edificios soviéticos y precarias casas de madera y situado a 100 kilómetros de Moscú, es un centro penitenciario que tiene la reputación de lograr “doblegar” a los presos más tenaces.
Rodeado por una valla de chapa metálica rematada con alambre de púas, el complejo Nº2 se encuentra cerca de una fábrica del gigante alimentario estadounidense Mondelez. “Se dice que es una de las prisiones más duras de Rusia”, afirma Denis, un empresario que se niega a dar su apellido, “tal vez por eso lo trasladaron aquí”.
El opositor, de 44 años de eead, que el año pasado sobrevivió a un envenenamiento que achaca al Kremlin y pasó varios meses convaleciente en Alemania, deberá cumplir una condena de dos años y medio en Pokrov.
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Fue detenido a su regreso a Rusia y condenado en febrero a dos años y medio de prisión. Su condena provocó la indignación de la sociedad civil rusa y de las capitales occidentales. En Pokrov, la simpatía por el adversario es menos evidente. “No nos importa dónde fue encarcelado, lo más importante es que está en prisión”, afirma la pensionista de 56 años Iadviga Krylova.
A las afueras de la capital, Pokrov y sus 17.000 habitantes son un punto de paso en el camino hacia Vladimir, una ciudad medieval cuyas iglesias, declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, están entre las más visitadas de Rusia. Anteriormente, la ciudad también marcaba el límite del kilómetro 101 alrededor de la capital, más allá del cual las autoridades soviéticas enviaban al exilio a muchos intelectuales y disidentes.
Fue precisamente en la época soviética cuando se abrió el centro carcelario. Lejos del legado del Gulag, el sistema de campos de concentración establecido bajo el mandato de Stalin, es hoy uno de los 684 campos de trabajo que alojan a 393.000 presos en Rusia.
En teoría, la prisión ofrece a los presos la oportunidad de trabajar a cambio de un escaso salario, que apenas cubre los gastos de alojamiento que se les imponen. Pero el sistema es regularmente objeto de críticas por parte de los grupos de derechos humanos, que denuncian las duras condiciones y las interminables jornadas de trabajo.
Maxime Troudolioubov, director del sitio web de noticias Meduza, afirma que el sistema de liquidación de las cárceles es un instrumento utilizado por el Kremlin para doblegar a los opositores y marginar a los críticos. “Este es su objetivo: o bien se quiebra psicológicamente a una persona o bien se va de Rusia inmediatamente después de cumplir su condena. En cualquiera de los dos casos, el adversario abandona el campo de juego”, explica a la AFP.
La gravedad del sistema es conocida. En 2013, Nadezhda Tolokonnikova, miembro del grupo de protesta Pussy Riot que fue condenada a dos años de prisión por cantar una “oración punk” contra Putin en la catedral de Cristo Salvador de Moscú, se puso en huelga de hambre en protesta por la “esclavitud” en su campo de trabajo en Mordovia, al sureste de Moscú.
El director del Servicio Penitenciario de Rusia (FSIN), Aleksandr Kalashnikov, aseguró a la agencia de noticias TASS que “no habrá ninguna amenaza” para la salud de Alexéi Navalni, que podrá emplearse como cocinero, bibliotecario o modista.
Pero desde que se anunció su lugar de detención, los antiguos reclusos del centro penitenciario Nº2 informan sobre la vida cotidiana allí. La administración de la prisión está intentando “romper psicológicamente a la gente”, explica a la cadena de televisión de la oposición Dmitri Demushkin, un político nacionalista que pasó dos años en esta cárcel.
Para Konstantin Kotov, que permaneció también dos años allí por violar la ley rusa sobre manifestaciones, “esta prisión se considera ejemplar y lo consigue al no tratar a las personas como seres humanos”. Describe un entorno en el que los detenidos casi no tienen tiempo libre y están completamente aislados del mundo exterior. El objetivo es mantener “a la gente bajo presión y someterla”.
Privada de su voz más audible, la oposición rusa se pregunta en qué estado saldrá Alexéi Navalni de la cárcel y si seguirá dispuesto a enfrentarse al Kremlin. “Habrá acoso y humillación. El objetivo del sistema es quebrarlo”, afirma Marina Litvinovitch, miembro de una comisión oficial que supervisa las condiciones de las prisiones.
Con información de AFP