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Pedro Castillo, el maestro campesino que le daría un giro a la izquierda a Perú
Considerado el palo en las elecciones de Perú, este sindicalista encarna el voto popular en un país tremendamente desigual. Lo persiguen dos fantasmas: el chavismo y sus relaciones con el brazo político de Sendero Luminoso.
“No más pobres en un país rico”. Con esta frase de campaña, el candidato de izquierda Pedro Castillo ha logrado conquistar el voto de millones de peruanos que podrían llevarlo este domingo a la presidencia de Perú, si logra derrotar a Keiko Fujimori.
Tiene 51 años, está casado, es padre de tres hijos y nació en Puña, un pueblo en la región norteña de Cajamarca, donde su vida ha transcurrido como profesor de una escuela rural durante 24 años. Castillo saltó a la palestra pública en 2017, cuando lideró la más grande protesta de maestros en el vecino país, que duró tres meses. En ese entonces, muchos ya lo subestimaban; pero hoy es la sorpresa.
El aspirante del partido izquierdista Perú Libre, quien lidera la intención de voto en su nación, efectivamente, no fue criado pensando en que podría ser presidente. Para empezar, el castellano es su segundo idioma. Es el tercero de nueve hijos y en su casa se hablaba quechua, la lengua de sus padres indígenas. Fue en quechua que escuchó por primera vez las quejas del que llama el “Perú profundo”. “Yo solamente quiero ordenar al país”, dice ahora el candidato. “Me indigna porque parece que fuera una nación dentro de otra”, asegura.
Siendo adolescente, formó parte de las “rondas campesinas”. Los hombres de su poblado, Puña, cansados de que criminales les robaran el ganado, crearon hace 40 años grupos de autodefensa en los que se formó el joven Castillo. De ellos aprendió a llevar su sombrero de copa alta, las botas y el poncho, y a caminar sin miedo en la oscuridad de la noche a 2.300 metros sobre el nivel del mar. Pedro no quería ser ‘rondero’, sino profesor.
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Castillo se ha ganado el voto popular porque habla como el pueblo, se parece al pueblo y hasta llegó montado a caballo para votar en la primera vuelta, en la que quedó de primero. Durante la campaña ha recibido fuertes críticas por sus incipientes conocimientos en materia económica, que han quedado en evidencia durante los debates y entrevistas.
Si bien es cierto que para muchos representa un cambio, las élites lo miran con mucha prevención; y su rival, Keiko Fujimori, le ha sabido sacar provecho político a ese miedo al socialismo y a que cambie drásticamente la historia del país, o a que Perú transite el mismo camino de Venezuela. A Castillo, quien siempre tiene un lápiz en su mano, lo relacionan con Chávez, Evo Morales y toda la corriente de líderes de izquierda radical del continente.
En medio de la campaña sufrió covid-19 y lo arrestaron por hacer, en plena pandemia, un evento público sin distanciamiento. Aseguró después que ambos sucesos ayudaron a disparar su popularidad. Castillo dice que, si gana la contienda, mantendrá su sueldo de profesor, no cobrará su pensión y reducirá a la mitad el salario de sus ministros. Una gran sombra que persigue al candidato es que lo vinculan de tener nexos con algunas organizaciones de extrema izquierda, relacionadas políticamente con Sendero Luminoso.
Todos le reconocen que transmite más emociones que Keiko y que se conecta mejor con las clases populares. El reto de Castillo, conservador en sus posturas frente al aborto y el matrimonio igualitario, estará en vencer el miedo que suscita. “Perdimos en Ecuador, pero ganamos en Perú”, dijo Evo Morales en Twitter a raíz de la derrota de Andrés Arauz y la victoria de Castillo en primera vuelta. Este domingo, si el candidato llega a la presidencia, una inédita historia empezará a escribirse en Perú.